Cansado es una palabra que no describe ni la cuarta parte de cómo me siento cada que Constantinne y yo acabamos nuestras interminables sesiones de sexo. En el momento, la adrenalina, lujuria y otras tantas cosas nos mueven para realizar acciones difíciles de entender, posiciones que no se llegan a ver muy a menudo y velocidades que logran un revoltijo de sensaciones más unos orgasmos azotadores. Exquisito. No todo el sexo siempre es así, a veces es demasiado incomodo y vemos la forma de regresar a lo que está dentro de lo normal.
Moví un poco a Constantinne fuera de mí mientras él se acomodaba en la cama para dormir mejor. Salí de su cama con pasos lentos y me acerqué a mi ropa regada por el suelo, la tomé de a poco y sentí el sudor aún en mi cuerpo. Hice una mueca, ya que, aunque fuera sudor limpio, me era incómodo.
─ ¿Puedo bañarme antes de irme? ─pregunté. Escuché un "Claro que sí " en un murmullo apenas audible y sonreí por el adormecido chico.
Entrando al baño dejé mi ropa en el inodoro, las paredes blancas me recibieron y la tina de baño me esperaba para ducharme y descansar unos cuantos minutos recostado dentro del agua. Mi dolorido cuerpo me presionó a hacerlo antes de partir.
Hundí mi cuerpo con parsimonia a excepción de mi cabeza y cuello, los cuales quedaron recargados en la orilla blanquecina de la tina, me atreví a cerrar mis ojos y perderme en la oscuridad de mis parpados. El agua caliente abrazaba mi cuerpo adolorido y comenzó a hacer de las suyas para ayudarme a descansar.
Había una gota sonando por ahí, se desprendía de la llave y bajaba a su velocidad hasta impactarse con la cerámica y provocar su eco en todo el baño, mis piernas se movieron por comodidad y se escuchó el sonido del agua moverse por mi acción; las olitas llegaron a chocar con mi pecho y alguna otra parte de mi piel.
Un mosquito comenzó a zumbar cerca de mi oído, se movía de aquí para allá. La gota seguía sonando y su eco se hacía cada vez más grande, más grave, más lento y marcado.
Después ya no había gota, solo frío, mucho frío.
Mis ojos se abrieron y el cielo gris me recibió, tintado con algunas irregulares manchas verdosas, las manchas se enfocaron mostrándome su verdadera figura, plantas por todas partes. Me estaba costando recuperar la conciencia mientras observaba poco a poco mi alrededor, quería tratar de recordar cómo era que estaba dormido en el agua. ¿Había estado nadando?
Mi cabeza estaba recostada sobre una roca, mi cuerpo completamente estirado y empapado, hundido por gran cantidad de agua.
"¡Ethan!"
Las imágenes vinieron de golpe y traté de levantarme, con desesperación apenas y pude sentarme, mi cuerpo entero dolía, parecía tener un peso enorme en cada una de mis extremidades y, mi pierna izquierda estaba rota, podía sentir el dolor bajo mi carne. Comencé a gritar y quejarme.
"¡Ethan!"
Me removí sin importar el inmenso dolor en mi extremidad, me levanté como pude e hice esfuerzo por comenzar a entrar al agua. El techo del auto podía verse bajo una pequeña capa de la cristalina.
Estaba gritando su nombre, pero no se oía, no había sonido en mi boca y ésta apenas y se movía, era como si no tuviera permitida la acción de hablar o siquiera de moverla. Algo como parálisis del sueño.
"¡Vamos, Ethan!" "¡Ethan!"
Mi corazón comenzó a bombear de forma irregular y rápida, latía despavorido dentro de mi caja torácica, tan fuerte que rompería mis costillas se rompían, si no es que ya estaban rotas.
Su nombre aún no podía salir de mi boca. Para cuando llegué al capó, intenté hundirme, pero ya no había más profundidad, no había nada más que el capó y mi cuerpo aparentemente demasiado grande para adentrarme al agua. La ansiedad me carcomía.
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Gigoló
Romance"Prometí curarte, pero jamás pensé que terminaría enfermo de ti." Ethan vive un vida que parece monótona y confortable, sin saber que se había resignado a sentir más cosas. Hasta que conoce a Constantinne, quien tiene problemas que desea resolver co...