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Constantinne se removió una vez más en la silla del balcón en nuestra recámara, un suspiró salió de sus labios, el que me llevó a trazar mí camino hasta el lugar, atreviéndome a entrar en su burbuja intranquila y ocupar la silla justo a su lado.

─ ¿Por qué no entramos? A dormir.

─Carolina me llamó.

Frente a nosotros se encontraba un precioso parque, con varios bonitos árboles localizados estratégicamente para que fuera estético junto a los edificios que le rodeaban. Las farolas iluminaban todo de una forma maravillosa, siendo la noche especialmente tranquila y agradable. Aunque, tal vez no para la serie mirada de Constantinne, postrada no precisamente en el paisaje. Estaba ido, atrapado en sus pensamientos, justo como yo he estado muchas veces.

─Me dijo que Franco nos acusó de intentar un trío con él ─continuó ─. Que él se negó a todo, pero tenía que contarle, algo como "Los gays son así, ellos siempre quieren con todos".

Mi cuerpo se tensó tan pronto termine de escuchar su voz, ida y lejana como sus pensamientos. La posibilidad de tener el rencor de su hermana también creció en gran medida, de una forma descomunal que me hizo estar asustado. Arrepentido era la palabra. Mi intención era darle una lección a Franco, humillarlo como lo hizo con Constantinne.

─Estaba demasiado borracho cuando lo confesó, ella le dijo que tal vez mal entendió las cosas y que nosotros ya no estábamos ahí. "Franco no soporta mucho a las personas homosexuales, por eso entiendo que quisiera que tú y Ethan se fueran de nuestra boda, pero eres mi hermano y yo te amo" ─suspiró y llevó sus manos sobre su rostro ─. También le dijo que tú eras un stripper, no un bailarín.

Su risa celestial lleno el espacio y su mirada conectó con la mía después, mi corazón se congeló porque también lo observaba a través de mis ojos. Aquellos capturaban este momento como uno lleno de magia, pues la luz de la farola lo alumbraban de una preciosa forma y la oscuridad del cielo estrellado le acompañaba a ser más hermoso.

─Me pidió que bailaras en su despedida de soltera si era cierto.

Su carcajada me permitió seguirlo en una suave risa, ambas desapareciendo sutilmente con el pasar de los segundos. Lucia especialmente triste y hermoso. Su postura en la silla cambió al verse incomodo, saliendo de ella después de mover su cabeza a los lados en negativa. Reaccioné con él frente de mí, tomando lugar en mi regazo y recostando su cabeza en mi hombro. Estuvo ahí, quieto, asintiendo cuando pareció estar más cómodo que en la solitaria silla de antes.

─Tus hermanas tomaron muy bien el que tienes novio.

─Ellas fueron las únicas que me apoyaron con mi homosexualidad. A Carolina le costó un poco sentirse cómoda con el hecho de que me gustaban los penes, después de todo era su pequeño hermano, me consentían más ellas que cualquier otra persona en la casa ─rió bajito ─, para Cecilia fue como darle el mejor regalo, ella quería un amigo gay y tuvo un hermano gay. Fue una lástima que no pudiéramos vernos hasta ahora.

En mi cuello empujaba su cálida respiración, invitándome a mover mi mano hasta su cintura, sosteniéndolo físicamente y sentía que, de alguna manera, emocionalmente también. Esta sensación me sentaba bien. Un balcón, en completa tranquilidad, una bella vista, alguien entre mis brazos. Con Constantinne entre mis brazos. E inexplicablemente un largo suspiro que luché por contener, salió de mi cuerpo.

─ ¿Te sientes listo para continuar? ¿Seguro de asistir a lo que resta?

Asintió.

─ Gracias, Ethan.

─Deja de darlas ─dije, palmeé su trasero ─. Me estás pagando por hacer muchas cosas. ¿Qué quieres hacer ahora?

Su sonrisa fue tan clara cuando rozó con mi piel, pude imaginarla. Los pequeños y húmedos besos me avisaron de sus intenciones, removiéndose en mi regazo para menear sus caderas en un tentador vaivén. Y, su pregunta, más una descarada invitación, fue interrumpida por un beso de cuello a mandíbula entre cada palabra.

GigolóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora