CAPÍTULO 6

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Al día siguiente, Jimin apareció en la habitación de Jungkook al amanecer. Llevaba una palangana con agua y los útiles de afeitar que habían pertenecido a su padre.

Él arqueó las cejas cuando le vio.

—Me figuro que todo eso es para mí. —Se pasó la mano por la barba que le oscurecía la mandíbula—. Lo cierto es que lo necesito.

Jimin le puso una toalla sobre el pecho e hizo espuma en una taza. Luego comprobó el filo de la navaja de afeitar con el pulgar.

—No pensarás afeitarme tú, ¿verdad?

—Claro que sí. Estoy comprobando si la hoja está bien afilada. Sí, mi padre la mantenía siempre en buen estado.

—Trae un espejo y lo haré yo.

—Ni hablar. —Le cubrió la cara de espuma y se rió cuando le entró un poco en la boca al comenzar a protestar—. Será mejor que no digas nada —le advirtió—. Se me da bien si no me ponen nervioso.

Jungkook apretó los labios. No dejó de mirar a Jimin mientras le afeitaba. Tenía razón, pensó a regañadientes, era muy habilidoso. Cuando terminó, el joven retrocedió un paso para inspeccionar su trabajo.

—Ya está.

—¿Todo esto en honor de una boda que ninguno de los dos desea? —preguntó él con un deje de sorna.

Jimin sonrió de oreja a oreja.

—Un chico no se casa todos los días.

—Ni tampoco un hombre. A mi primer matrimonio asistieron todos los habitantes de Dry Gulch.

Jimin se sorprendió.

—¿Ya has estado casado? —Entonces se le ocurrió algo terrible—. Ya no lo estás, ¿verdad?

—No. Y después de la primera vez, juré que no volvería a hacerlo nunca.

—Jungkook, lamento mucho obligarte a hacerlo. Pero es eso o... bueno, ya conoces la alternativa. No estoy orgulloso de esto.

—No más que yo —dijo él con sarcasmo—. Como al resto de los donceles y brujas, lo único que te importa son tus egoístas necesidades. Te aprovechas de que estoy atado a esta cama y de que no soy capaz de dar más de tres pasos seguidos. «Chantaje» no es una palabra bonita, Jimin.

El joven alzó la barbilla con terquedad. Estaba haciendo lo mejor y lo sabía. Al menos era lo mejor para sí mismo.

—Ódiame todo lo que quieras, Jungkook. No te culpo. Pero te necesito. Te prometo que jamás volveré a molestarte una vez que se aclare todo este lío. Además, ¿adónde irías si te fueras de aquí? Es evidente que no puedes regresar a Dry Gulch. No pierdes nada quedándote aquí durante un tiempo.

—Nada salvo mi libertad —dijo Jungkook secamente—. Has pensado en todo, ¿verdad? Ten mucho cuidado —continuó en voz baja y amenazadora—, podrías obtener más de lo que deseas.

Jimin palideció, pero intentó aparentar tranquilidad.

—Te traeré ahora una palangana con agua y la ropa que me pediste. Imagino que tienes fuerzas suficientes para asearte y vestirte solo. No te demores, Limhyun estará pronto de vuelta con el reverendo.

Cuando Jimin, Limhyun y el reverendo entraron en la habitación dos horas después, Jungkook se había puesto ya la ropa y estaba sentado en la cama. Sonrió con ironía, pensando que al menos Jimin le había hecho caso en una cosa. Llevaba un precioso conjunto de seda y encaje del mismo azul brillante que el cielo.

HEART'S SECRET -KOOKMIN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora