HEART'S SECRET -KOOKMIN-

CAPÍTULO 17

Rancho Park

Dry Gulch, Montana

Jeon Seokjin releyó la carta de Jungkook por décima vez desde que la había recibido. ¿Por qué no había vuelto a escribir su hermano?, se preguntó. Según decía la carta, había recibido un balazo. ¿Estaría herido de gravedad? Si lo estuviera, no habría podido escribirles, ¿verdad? Y había sido el propio Jungkook quien había escrito aquella carta de su puño y letra.

Justo en ese momento Taehyung entró en tromba en la casa, cerrando con un sonoro golpe la puerta trasera.

Seokjin levantó la vista.

—¿Ya has regresado del pueblo? ¿Alguna noticia?

—Nada bueno —dijo Taehyung—. Ni una palabra de Jungkook. ¿Crees que está bien?

—La gente del Circle F se habría puesto en contacto con nosotros si le hubiera ocurrido algo, así que creo que está dejando pasar el tiempo. Sin embargo, debería de habernos escrito ya otra carta; quizá estemos a punto de recibirla. ¿No te has enterado de nada más?

—Jang Riley sigue hablando mal de Jungkook a todos los que le quieren escuchar. Y que Hyori se pasee por el pueblo con el vientre cada vez más hinchado no es precisamente una ayuda. Además, su hermano no sale del saloon en estos días, no hace más que emborracharse y quejarse de cómo Jungkook se escapó de los vigilantes; sus protestas irritan a Jang, y éste se muestra cada vez más ansioso por atraparle. ¡Maldita sea, Seokjin, no es justo! Jungkook es un buen hombre.

—En nombre del Cielo, ¿qué podemos hacer para ayudarle que no hayamos hecho ya? —se preguntó Seokjin con desesperación.

—Tenemos que darle coba a Hyori. Quizá si la adulamos un poco, logremos que nos diga la verdad.

—¿Y cuál de los dos se ocuparía de ello? —quiso saber Seokjin, arqueando un ceja.

—Tú eres el mayor de nosotros dos, por lo que deberías ser tú, Seokjin. Es por el bien de Jungkook.

Seokjin suspiró.

—Muy bien. A ver qué consigo.

Rancho Circle F

Rolling Prairie, Montana

Jungkook releía la carta de su hermano presa del desánimo. No había nuevas noticias de Dry Gulch, los vigilantes seguían buscándole y Hyori continuaba contando la misma historia. A pesar de lo mucho que lo deseaba, aún no podía regresar a casa, pero tampoco podía quedarse allí; no podía ejercer de marido cuando estar casado iba en contra de todos sus principios.

—Imagino que no has recibido buenas noticias —dijo Jimin al entrar en la sala y ver a Jungkook leyendo la carta.

—Esperaba... Bien, mis hermanos siguen intentando limpiar mi nombre. Por desgracia todavía no lo han conseguido. Hyori se mantiene en sus trece y continúa difamándome.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Jimin en voz baja.

Jungkook ignoró deliberadamente el visible anhelo que apareció en las profundidades azules de los ojos de su esposo. Era demasiado transparente y mostraba lo que estaba pensando en cada momento.