HEART'S SECRET -KOOKMIN-

CAPÍTULO 5

Jimin se pasó las siguientes veinticuatro horas sopesando cuidadosamente lo que le diría a Jungkook. No iba a resultar nada fácil. Percibía en él cierta hostilidad hacia donceles y mujeres en general. En algún lugar y en algún momento de su pasado, le habían hecho mucho daño. Aunque eso a él no le importaba, haría lo que fuera para conservar el rancho. La idea era buena; lo sabía. Si Jungkook hubiera estado en plenitud de facultades, él mismo jamás habría tenido valor para llevarla a cabo, pero en esas circunstancias era casi su cautivo y tendría que hacer cualquier cosa que él quisiera. Estaba demasiado débil para abandonar el lecho y dejar el rancho. Y le debía la vida, se dijo intentando convencerse a sí mismo. No estaría vivo si él no le hubiera encontrado y arrebatado de las fauces de la muerte, y podría haberle entregado a los vigilantes cuando fueron a por él, pero no lo hizo. Jungkook le debía algo. Ahora, lo único que faltaba era convencerle de las ventajas de la idea.

Decidido a desafiar al león en su guarida, Jimin subió lentamente las escaleras para exponerle sus planes. El estado de ánimo del enfermo era cualquier cosa menos plácido cuando entró en la habitación.

—Ya iba siendo hora de que apareciera por aquí —gruñó Jungkook con impaciencia—. Hace horas que terminé de comer. ¿Dónde está Limhyun? Quizá podría jugar a las cartas conmigo. Me desquicia quedarme en la cama todo el día con los ojos clavados en el techo.

—Buenas tardes a usted también —le saludó Jimin con exagerada alegría. Decidió ignorar su mal humor; los hombres rara vez eran buenos pacientes.

—Mañana me levantaré de la cama —advirtió Jungkook.

—Me parece que no. Dese la vuelta y déjeme ver la herida. Hoy aún no he cambiado la venda.

Jungkook le lanzó una mirada furibunda, pero luego se tumbó sobre el estómago para que Jimin pudiera examinarle.

—¿Qué tal está?

Jimin le retiró el vendaje.

—Curando. ¿Cómo se siente?

—Mejor. Todavía no estoy preparado para cabalgar, pero no tardaré en estarlo.

—Aún falta mucho para que esté recuperado del todo, señor Jeon.

Él dio un respingo cuando Jimin le cubrió de nuevo la herida. Notó las manos frías sobre la piel, aliviándole el calor.

—¿No crees que ha llegado el momento de que nos tuteemos? Llámame Jungkook, es probable que conozcas mi cuerpo mejor que mi propia madre.

Jimin se sonrojó. Puede que fuera cierto. Había lavado cada centímetro de su piel con agua fría mientras trataba de bajarle la fiebre.

—De acuerdo, Jungkook. Puedes llamarme Jimin.

—Eso pensaba hacer. ¿Te da vergüenza haberme visto desnudo?

—En absoluto —mintió Jimin. Jamás había visto antes a un hombre sin ropa. Y el cuerpo de éste parecía ser de una perfección extraordinaria—. Estás inaguantable, Jungkook. Ya he acabado. Puedes darte la vuelta.

Él rodó sobre la espalda con cuidado.

—Gracias. ¿Vas a decirle a Limhyun que suba o no?

—No —dijo Jimin con resolución—. Quería tratar un tema en privado contigo.

—No me gusta como ha sonado eso. Si lo que vas a pedirme es que te compense económicamente por tus cuidados, estoy de acuerdo. Tengo dinero en el chaleco. Debería ser suficiente.