I: Los comienzos

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PRIMERA PARTE.

I: Los comienzos.

Antes de ser conocida como «La Bailarina» fui conocida como partícipe de los Hermanos Dorados.

Es una historia larga, que intentaré achicarla lo máximo posible.

Mi hermano Prince y yo nacimos en Estados Unidos, Nueva York, exactamente en Manhattan. Somos únicos hijos y mellizos del artista de Rock «Charlie Waters». Él se caracterizó por ser de los mejores músicos estadounidenses de todos los tiempos con su banda «Caos Organizado».

La banda también se caracterizó por romper con el Rock de cabellos húmedos y calzas «animal print» en los años ochenta, y trajo al mercado un sonido más rudo con letras sobre lo que estaba pasando en el resto del mundo mientras Estados Unidos vivía en su propia burbuja, ignorando lo que sus líderes dictaban.

Poco a poco, esas letras se convirtieron en algo comerciales, que terminó arruinando a mi padre en el oscuro camino de la fama, dinero y excesos.

Obviamente la banda se separó, cada uno siguió su camino, puesto que, las peleas mezcladas con las drogas expusieron sus lados más críticos, y terminó convirtiéndose insoportable de convivir.

Sin embargo, el cantante —mi padre—, ganó el juicio por los derechos de las canciones —ya que había escrito ellas en su totalidad— y decidió rehabilitarse con varios millones de dólares.

Por lo que no fue raro escuchar a periodistas deportivos tildando de «niños de cuna de oro» a nuestras infancias e identidades.

Sin embargo, papá siempre intentó que supiéramos lo menos posible del mundo exterior y las cosas que se decían de nosotros, como también ocultó la identidad de nuestra madre, asegurando que somos productos de «alquiler de vientre». De alguna manera, su instinto lo obligaba a protegernos a toda costa.

Tampoco le agradaba que busquemos su vida pasada en Google o Wikipedia. Y no fue nada lindo googlearlo por primera vez y encontrarme con tantas fotografías desastrosas de su peor época.

Sin embargo, no voy a mentir, mi infancia fue muy feliz. Si mi padre alguna vez recayó, se las ingenió para que ni mi hermano ni yo nos enteremos.

Recuerdo tener profesores privados en la mansión, ya que nuestro padre se preocupaba en sentido de lo que podía pasarnos en una institución escolar con la cantidad de casos de individuos tiradores.

Recuerdo los bastidores mientras él daba sus increíbles conciertos como solista. Recuerdo el aroma a comida de Chef que teníamos en casa. Recuerdo el largo jardín de nuestra mansión.

Y también recuerdo que tenía trece años cuando el amor por el Tenis nació en mí.

En realidad, siempre quise ser bailarina, pero mi altura, mi peso por arriba de lo considerado «adecuado» y mi etiqueta de «hija de...» me cerraron muchas puertas. Es raro decir que no pude acceder a ciertos lugares por la inmensidad de fama de mi padre, y sé que es difícil de creer, pero no deja de ser cierto.

Ninguna institución de baile de Manhattan quería tomarme, tenían alumnas más ricas que yo y que sus padres no eran necesariamente famosos. Por tanto, no necesitaban más prestigio del que ya tenían, ni tampoco querían ser consideradas «vendidas» por darme un lugar en sus academias, como si fuera por acomodo y no por mérito propio.

Así que a los trece años me rendí en ser bailarina de danza clásica, y decidí que en el futuro haría mi propia academia con el dinero de la herencia. Pero para eso, iba a esforzarme en carreras universitarias.

La número 2 del mundo (fanfic de Novak Djokovic) #3 HEUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora