Primera parte
XIII: Australia Open
No estoy segura de esto, pero aquí vamos. Novak me incluyó en una exhibición de tenis muy especial en la cancha central del campeonato Australia Open. A dos días de comenzar la competencia, cuatro tenistas jugarán sobre la superficie con micrófonos pegados a sus mejillas para dar una función divertida y hablada de tenis que buscará, como fin, donar dinero a distintas academias tenísticas de bajos recursos.
Quien la organiza es Novak, y además de él, incluyó mi nombre, el de Prince y el de Naomi Osaka ―que luego de ganar el campeonato anterior, se convirtió en la número 1―. Novak lo hizo sin mi permiso, por lo que me enojé y también me alegré. Las personas conocerán mi figura como jugadora de singles y ya no de dobles. Valdrá la pena. Además, el corazón me estalla de felicidad al pensar que entre todos los tenistas y amigos que Novak se rodea, me eligió a mí.
Llegué al lugar casi temblando de miedo, puesto que nunca estuve en la cancha central del Australia Open ni tampoco me enfrenté a semejantes tenistas. La producción del lugar pegó con cinta un delgado y rosado micrófono en mi mejilla, luego me ordenó vestirme con mi vestido azul de Adiddas para, más tarde, abrirme las puertas del estadio.
Ingresé.
El público me brindó un gran aplauso, y me sorprendí ante lo enorme que es la cancha, la cantidad de butacas, y el techo que tiene varias gradas antes de cerrarse.
Novak estaba en el banco, esperándome, mientras que en el otro lado de la red ya están Prince y Osaka entrando en calor.
―Ah, al fin ―dice él colocándose las manos sobre su cintura.
Su voz se oyó por los parlantes del estadio, y sin razón alguna, las personas rieron.
Me acerqué algo seria, hicimos choque de puños y tomé mi raqueta de mi bolso.
―¡Ella es, Paris Waters! ―me presentó Novak.
Levanté mi raqueta en forma de saludo y me giré como una bailarina ante los aplausos.
―¿Demasiado Broadway, no? ―pregunta sarcásticamente Novak.
―Oh, vamos, Novak, tú jamás has ido a Broadway, ¿Cómo podrías saberlo?
El público estalló en una carcajada. De repente, soy graciosa. Novak también sonrió, viéndome tomar confianza y para nada intimidándome ante lo grandioso y grande que es todo esto.
Incluso el aire se siente distinto en esta cancha... La cancha donde se juega la final del campeonato, donde uno de los dos es campeón.
Comenzamos un mini partido de un solo set que se definió en tiebreak. Novak hizo muchos comentarios divertidos entre punto y punto, y por momentos me chocaba la mano y me abrazaba. Traté de disimular lo mucho que me gusta, pero se nota a lo lejos mis ojos brillosos cuando me siento observada por él.
Pasó su brazo por mi cintura para la pose de la fotografía final, y sentí los vellos de mi nuca disparando y dándome un escalofrío de pies a cabeza.
Regresé al hotel feliz, y leí en las redes sociales que nuestra exhibición tuvo dos millones de televidentes y quince mil entradas vendidas en la cancha. Más que increíble.
PRIMERA RONDA: Australia Open.
Waters (N°202) VS Osaria (N°87)
Nos envían a la cancha 8, donde apenas hay butacas y donde se comparte espacio con la cancha de al lado. Novak no se aparece, tampoco mi hermano ―quien dentro de unas horas jugará su primera ronda tambien―, ni menos mi padre. Voy a admitirlo. Me siento un poco sola. Siempre quise estar sola pero ahora me siento más sola de lo normal, desde que mi padre falleció que toda cosa mínima parece ser enorme.
Sin nada que perder ni ganar, comenzamos el partido con apenas tres espectadores mirándonos ―y esos tres son Sandry, y los entrenadores de Osaria―.
Ella, española, ante cada punto ganador grita un gran «Vamos» que se convierte en motor para mis oídos. De repente, ante cada «Vamos», le devuelvo un pelotazo que termino ganando el siguiente punto. Y así.
En su juego hay muchos espacios vacíos, errores, lagunas, y yo descubro cada una de ellas. Y a pesar de que la joven está dando todo lo que tiene, yo también. Le gano el primer set 7 – 5.
En el descanso antes de comenzar el segundo set, Sandry me hace señales de que juegue sobre la red. Asiento y tomo mi raqueta. Tenía razón. Ahora Osaria ha encontrado la manera de solucionar sus errores, así que hago caso a mi entrenadora y juego sobre la red... Casi un ping-pong.
Al primero, Osaria sabe combatirme, aunque le gano el punto igual, pero al segundo juego sobre red, me observa como si estuviese cansada. Me deja ganar.
Llega un punto, que sus piernas no quieren más y se rinde. Gano el segundo set 6 – 2.
Después de un baño de agua congelada y algunos ejercicios de estiramiento, regreso a la habitación de hotel sin alguien con quién festejar. Reveo el partido a través de TennisTV y anoto las irregularidades que encontré en mi juego. Le envío una fotografía a Sandry y me duermo.
Despierto, al siguiente día, con la noticia de quién es mi próxima rival: oh, no puede ser, es Don Nadie.
Don Nadie viene del mismo club californiano que yo, solo que ella estaba destinada a ser Don Nadie por su malísimo tenis. Y de allí que la apodé así. De hecho, ella era la gerente que me contrató en Starbucks.
¿Cómo es que pudo pasar las clasificaciones? Si siempre fue malísima jugando.
Segunda ronda: Australia Open.
Waters (N°202) VS Eleine (N°360).
―Este partido será fácil ―le dije a Sabry mientras caminábamos por los pasillos del estadio―. La conozco desde que somos niñas. Sé cómo ganarle.
―¿Segura? Vi partidos de ella. Tiene un saque feroz.
―No, no lo creo. La arruinaré en dos sets de media hora cada uno.
Ingresé a la cancha 11 ―cada vez más lejos de las canchas principales― e intenté jugar contra Eleine.
Y digo «intenté» porque ella me destrozó. Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar o jugar. Don Nadie se convirtió en alguien. Jamás creí que jugaría tan bien.
Me ganó en menos de una hora, y me retiré del estadio con lágrimas en mis ojos. Pero no de tristeza, sino de enojo y bronca. ¿Por qué no escuché las estrategias de Sabry?
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La número 2 del mundo (fanfic de Novak Djokovic) #3 HEUS
FanfictionRybana no podía creer lo que acababa de ver. Me observaba como si viniera de otro mundo. Y no entendía por qué todos se levantaron a aplaudirme, hasta que veo la repetición en la pantalla alta del estadio... Y soy yo, bailando ballet dentro de la ca...