III: El verdadero comienzo

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PRIMERA PARTE.

III: El verdadero comienzo

De acuerdo, de acuerdo, seré justa: tendría que haberle agradecido a Novak Djokovic por comprar el club y crear un campeonato femenino en una época donde el tenis femenino no vende ni la mitad de lo que vende el masculino. Pero no lo hice. Aun así, admito en mis pensamientos, que tendría que haberlo hecho.

Pero si lo hubiera hecho, Novak Djokovic no aparecería en todas las portadas de los diarios locales tratando de captar mi atención al decir que su fe está puesta en una mente ganadora: «Y que no es necesariamente un hombre ―dijo en el artículo―. Es una joven de cabello dorado, con ojos grandes y carácter de mierda».

Como siempre, mi padre se enteró y de nada le agradó esta noticia. Amenazó con jamás volverme hablar si tomaba la decisión de jugar tenis a sus espaldas. Pero mi respuesta fue peor:

―Me harías un favor.

No me habló durante días, los cuales los usé para ir al club a entrenar.

Mi problema es que el campeonato comienza en dos semanas, y no tengo entrenador. Prince me ayuda a practicar, y pasamos horas enteras jugando set tras set, pero ahora es distinto el sentimiento porque ya no jugamos por diversión o hobbie, ahora jugamos por el título, el dinero, y en mi caso, por mi definitiva independencia.

Y no tengo dinero para pagar un entrenador, puesto que todo sale de mi padre, y él ni siquiera me habla.

Esta es la primera vez que digo: estoy en desventaja.

Novak Djokovic parece estar tomándose unas largas vacaciones en la ciudad de Manhattan, porque está todo el día en el club tomando sol, jugando con los niños que recogen pelotas voluntariamente, riéndose con otros empresarios del club, practicando con clientes que vienen aprender tenis por primera vez, y mirándome de reojo cada vez que puede.

Intento persuadir su mirada, tratar de no desconcentrarme ante el destello de color verde ―y un poco de amarillo― que tienen sus ojos, pero no hay una sola noche que no recueste mi cabeza sobre la almohada y no piense en él.

A veces ni siquiera sé qué pensar sobre él. Pero gran parte de las veces, termino sonriendo.

Me agrada que sea tan humilde y abierto a cualquier persona, que no tenga problemas de irritabilidad como yo, y que sea tan gracioso.

Sí, es muy gracioso.

Justo ayer estaba saliendo del club, cuando lo vi sentado en una de las mesas del bufete con varios amigos más, compartiendo cervezas y pizzas, y Novak quiso levantar su plato enseñando el sabor de pizza que le había tocado, pero la comida cayó al suelo y pegó el grito más agudo que una niña podría jamás brindar.

Salí del club, me subí al taxi, y le pedí disculpas al conductor por lo mucho que me reí casi descostillada de la risa hasta llegar cerca de mi casa.

Ah, sí, eso. Mi padre también me quitó el chofer de la limusina, así que ahora debo pedir taxi o volverme caminando en plena oscuridad, y debo fingir que vivo cerca de la mansión, y no en la mansión, para no poner mi vida en peligro ante extraños.

Y hoy a la tarde pasó algo todavía más gracioso.

Estaba entrenando con mi hermano, peloteando un ida y vuelta, cuando por el medio de la red Novak pasó de un lado a otro caminando en cuatro patas, como si fuera un perro, y luego se deslizó con el pecho al suelo hasta salir de la cancha.

No entiendo por qué lo hizo, pero estuve una hora tratando de soportar el dolor de estómago que me causó la risa.

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La número 2 del mundo (fanfic de Novak Djokovic) #3 HEUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora