21. Dudas

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-¿Por qué no puedo llevar a mi novia a su universidad?- dice besando mi hombro desnudo.

Haber, dale pausa y rebobina esto, ¿desde cuándo soy su novia?  

Porque o yo estoy loca o él dijo que soy su novia. Y como no estoy loca, entonces oí muy bien que lo dijo. Mi yo interno esta dando brincos de felicidad.

-Porque los demás no saben que eres mi novio, sino mi jefe- digo intentando separarme de él, pero sus brazos se anclan de mi cintura y me aferra más a él. -Si sigues deteniéndome, llegaré tarde- digo fingiendo enojo.

-Pues que se enteren. Quiero que todos sepan que he hallado a mi princesa- dice mientras deposita besos húmedos y muy provocadores desde mi hombro hasta mi mentón.

 -No lo sé- suelto sin más y me doy cuenta de que mi respuesta no le agrada en lo absoluto y se da la vuelta dispuesto a salir de la cama.

¡Ya está! lo dije. Maté el romanticismo, y ahora me siento la peor persona del mundo. Trato de arreglar o bueno no arreglar, pero si explicarle mis dudas.

-Por favor mírame- pido sentándome en la cama- No quiero que se enteren así sin más, no quiero que piensen que he ido de facilita con mi jefe- finalizo con la mirada baja.

Veo como los músculos se le relajan, y se gira para mirarme. Bordea la cama y se siente frente a mí,  y puedo ver que la tensión de unos minutos atrás por mi vómito verbal se ha esfumado.

-No permitiré que nadie te haga daño o daña tu imagen- dice levanto mi barbilla para que lo vea. Nuestras miradas se conectan  y puedo sentir que ha entendido mi punto.

Al llegar a la universidad, me despido muy profesionalmente de mi adonis y me dirijo al salón de clases, mientras él se va en dirección opuesta. Media hora después de haber empezado, François recibe una llamada de emergencia para una intervención quirúrgica, pide disculpas se marcha apresurado no sin antes dejar la mega investigación para la siguiente clase.

Al salir estoy pensando en enviarle un mensaje a mi adonis y como mi turno no empieza hasta después del mediodía, sería muy placentero pasarlo con él.

Alguien me rodea con el brazo, pero por su tacto sé que no es Fabrizzio, es Fede. Caminamos entre risas hasta salir del edificio, y es cuando noto que Brandon no ha venido, pregunto por él, pero nadie sabe.

Cuando salgo del edificio junto con mis compañeros, siento que estoy siendo observada. Sin mucho buscar centro mi visión de donde supongo estoy siendo observada, y allí esta mi adonis con el ceño fruncido, taladrándome con la mirada, ignorando lo que le dice una de sus colegas, de esas de categoría lagartonas.

Hace un ademán y se aleja de la lagartona, con paso firme camina hacia mi y cuando esta cerca reconoce a Paul y lo saluda, bueno también saluda al resto. Cuando se me acerca a saludar, demora más de lo normal diría yo, me besa la mejilla y sus mano acaricia la mía. Miro en todas las direcciones y al parecer nadie ha presenciado la leve caricia. Como Brandon no vino, no hay quién me lleve al hospital y mi adonis como un buen samaritano se ofrece a llevarme y acepto restando importancia delante de todos, pero mentalmente realizo piruetas de felicidad.
***

Llegamos al hospital, estamos tan cerca que nuestras manos se rozan pero no las entrelazamos, no en el trabajo.

-¿Deseas ir a la cafeteria, primero?- me pregunta.

-Por supuesto, Dr. Belforanthor- añado toda profesional y el me dedica una media sonrisa.

-Ok. Dra...- musita y me guiña el ojo.

Cruzamos el pasillo hasta llegar a la cafeteria. Fabrizzio me ayuda a sentarme en el taburete y él se coloca en el de a lado.

-Muy buenos días Dr. Belforanthor- dice la muchacha encargada al otro lado de la barra- ¿lo de siempre?- pregunta ella y mi adonis asiente. Luego la joven dirige su atención a mi y añade- ¿Y usted Dra.?

Un instante para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora