25. Pesadilla

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Estamos a inicios de diciembre y hasta ahora todo ha ido de maravilla, pero no puedo evitar un poco de nostalgia al saber que se acercan las festividades y estoy lejos de mi familia.

Unos brazos fuertes y musculosos me atraen por detrás, y sonrío como una tonta ante tanta felicidad.

-Buenos días, mi princesa- dice una voz ronca y ya tan conocida.

Me giro ante su tacto, y ¡Dios, si es perfecto! Su torso completamente desnudo, esta apoyado a la almohada con el codo, y mientras su otra mano vaga por mi columna vertebral, ese simple tacto me tiene a mil de voltaje. Fabrizzio es sin duda alguna el hombre de mis sueños. Después del beso cinco mil o más creo, ya perdí la cuenta salimos de la cama, en busca de alimento, me pongo hacer las tostadas mientras mi amor intenta exprimir un par de naranjas. No puedo evitar no verlo mientras se le tensan todos los músculos al exprimirlas, es perfecto. Se lo ve tan sexy, así con sus ojos algo achinados de recién despierto, me acerco a él y le quito el exprimidor de las manos, enrosco las mías a su cuello y pego mis labios a los suyos, necesito saborealo, empiezo con el labio inferior y segundos después el de arriba, él me deja marcar el ritmo, de a poco todo se vuelve más intenso, mi ansiedad por él se incrementa, lo necesito ahora. Así que bajo una de mis manos hasta su entrepierna y que ya esta tan voluminosa, la empiezo con suaves toques por encima de la tela y mi amor deja escapar un par de gemidos que son atrapados en mi boca.

Fabrizzio me levanta con una delicadeza como si fuese de porcelana y me tiende sobre la isla de la cocina, mientras las cosas en esta salen volando por distintas direcciones.

Vuelve a besarme, empieza con mis labios, y va bajando por el cuello, llega hasta mi pecho y empieza a morder mis pezones, primero el derecho y luego el izquierdo. Va haciendo un camino de besos, hasta llegar a mi entrepierna, le da suaves lengüetazos a mi ya algo hinchado clitoris, mientras una de sus manos recorre mis muslos, y la otra me estruja delicadamente mis senos.

Trago saliva con dificultad, este hombre me tiene en el limbo, siento olas eléctricas por todo mi cuerpo. Me arqueo ante tanto placer, gemido tras gemido salen de mi garganta, Fabrizzio sonríe al escucharlos, sus ojos bailan en el deseo, tiene las pupilas dilatadas, el cabello despenaido, y sus labios, tan gruesos, carnosos y que saben a gloria. No soporto más y me levanto un poco, lo agarro de la nuca y lo acerco hacia mí, lo beso con desesperación, como un adicto a su droga y es que es eso para mí, es esa droga que no quiero que acabe nunca.

-Te necesito dentro- le suelto, con voz entrecortada mientras el juega con mis senos.

El deseo se puede sentir en toda la habitación o soy yo, ya ni sé. Este hombre me vuelve loca, me relamo los labios al ver su pene en su mano mientras el lo dirige a mi entrada. Un grito de placer se me escapa, es tan grueso que me llena por completo, cuando me acostumbro a su tamaño, mi amor empieza con suaves embestidas que me roban gemidos.

-No tienes idea de lo mucho que te deseo- susurra en mi oído con voz ronca.

Acuno su cara entre mis manos, y lo beso con ternura, locura, amor, pasión una mezcla de sentimientos nacen en este momento desde lo más profundo de mi ser. No sé que que ha hecho este hombre pero se ha colado en todos los rincones de mi ser, soy suya, sólo verlo y me derrito, su manera tan delicada y salvaje a la vez de hacerme el amor.
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-Aitana querida, un gusto tenerte por aquí- dice la madre de Fabrizzio mientras cruzo la estancia.

Aunque insistí varias veces a Fabrizzio con excusas tontas para no venir a esta cena, no logré mi objetivo, siento un nudo en la garganta. Definitivamente no soy una persona normal, mi adonis, el hombre más guapo del mundo organizando una cena para presentarme como su novia delante de su familia y yo de tonta no aceptando. Pero es que soy lo que le sigue de tonta.

Un instante para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora