22. Familia

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No hay nada más hermoso que ver a París iluminada por la luz de la noche, sin duda el la ciudad del amor. No vine aquí por eso, pero las mejores cosas de la vida pasan cuando menos te lo esperas o bueno eso dicen, cada que recuerdo como conocí a Fabrizzio me río como una idiota enamorada, de esas que leía en todos esos libros románticos que amaba tanto.

No son fan de Grey's Anatomy, pero es bonito cuando ves que tu vida se parece en algo a un libro, o a una serie. No soy tan guapa como la protagonista de la serie, pero mi Fabrizzio si que supera por mucho al doctor de la serie.

El ajetreo de los pasajeros me saca de mis pensamientos. He llegado a la parada mas próxima a mi casa, me bajo y camino las pocas calles que faltan para llegar.

Llego a mi casa molida, vuelvo a revisar mi celular y sigo sin recibir algún mensaje de Fabrizzio.

Dejo la cartera en la isla de la cocina, me dirijo al refrigerador, y bebo un poco de agua. Apenas entro a mi habitación, me saco los zapatos y los tiro por donde sea, camino directo hacia la ducha.

¡Exquisita!

El agua esta perfecta. Me relajo un poco más, conforme paso más tiempo en la ducha me relajo más y más. Salgo de la ducha, me cepillo los dientes, me desenredo el cabello y me dispongo a dejarme caer en los brazos de Morfeo.
***

La alarma suena como de costumbre, la apago y me levanto resoplando. Me preparo el desayuno, mientras desayuno noto la cartera en la isla, mi curiosidad es tan grande, que me levanto y voy hacia ella, la abro en busca de mi celular, lo reviso.

Nada ni un mensaje.

Me entra la duda, la preocupación. ¿Por qué se fue sin mi? Ni un mensaje, nada.

Bueno Aitana, tampoco es que deba informarte lo que hace o piensa hacer. Y no pienso preguntarle, si Fabrizzio quiere me lo dira.

<<Más le vale que me lo diga>> pienso.

Hoy no se lo pondré fácil, no quiero, o bueno si quiero que pase lo de la última vez en su consultorio, no me dejaré llevar por la tentación.

Como mi turno empieza en la tarde, aprovecho la mañana para ordenar el departamento, revisar mis emails, hablar por video llamada con mis padres. Para ellos no les importa la diferencia de horario, siempre escogemos una una hora para hablar por lo menos dos veces a la semana.

Las video llamadas con ellos siempre se me hacen más cortas, y termino llorando. Cierro la laptop y después de hablar con ellos, ya es hora de alistarme para el trabajo o llegaré tarde.

Llevo puesto un pantalón palazzo blanco y una camisa de lunares. Nada de faldas, ni vestido. Nada de que me arrancará la tanga, nada de nada hasta que me diga donde ha estado.

Cojo mi bolso de la isla, y cuando la abro la puerta para salir, me encuentro frente a un hermoso ramo de orquídeas púrpuras. No se le ve la cara a la persona quien la sostiene, pero su olor a vainilla es tan inconfundible, que sé es Fabrizzio.

-Buenos días... ¿Se le perdió algo?- musito.

Baja el ramo dejando ver esa cara de adonis, tan guapo que tiene, me detengo en sus ojos, siempre tan penetrantes, así los vea un instante, me invitan a perderme en ellos para siempre.

-Busco a mi novia- dice y me dedica unos pucheros, de esos que me encantan.

-Pues, se equivocó de departamento- digo en tono serio.

Su cara es todo un poema, y con esa carita, imposible resistirme, le sonrío y al ver que solo bromeaba, me toma de la cintura, acorta nuestra distancia y me besa.

¡Me siento en casa! Sus besos, estar en sus brazos es la mejor sensación que he experimentado en toda mi vida.

Nos separamos a regañadientes, pues ya nos falta el aire. Nuestras miradas se cruzan y sonreímos como tontos. Le hago señas para que pase al departamento, cojo el precioso ramo y busco un lugar donde ponerlo.

Pienso un instante donde colocarlo y que luzca, el anterior lo puse en la terraza y quedo genial, así que corro a dejar este otro en el mismo lugar que el anterior.

-¿Cómo amaneció mi princesa?- pide besando la punta de mi nariz.

-Muy mal- digo haciendo pucheros y añado- te extrañe.

Fabrizzio sonríe tiernamente ante mi confesión, me hace señas para que me siente junto a él en la tumbona y lo hago sin dudarlo. Me abraza y me llena de mimos.

¿Se puede estar más feliz?

-La hija de Loredeanna se enfermó- empieza, alzo la mirada y estoy apunto de decir algo, pero coloca sus dedos en mis labios y prosigue- mi papá como sabes estaba en cirugía y no podía ir a atenderla- mi cara debe ser de pura preocupación, porque mi adonis aclara- no es nada de que preocuparse, tenia fiebre por un proceso gripal, pero ya le prescribí unos medicamentos.

-Yo también te extrañe- dice besando mi coronilla.

-Bueno, pero ya estas aquí- musito buscando sus labios, que me reciben sin dudarlo.

Nos fundimos en un beso suave, tierno, romántico. De esos besos que te venden en las novelas, o en las películas, que te hacen ver lo bonito que es el amor, de esos besos así, que pensé no sentiría jamás, de esos besos que solo con mi adonis, solo con Fabrizzio he llegado a sentir, y es una sensación que no la cambiaría nunca.

Excepto por esos besos, salvajes, llenos de lujurias, deseo y amor, esos son aún más perfectos. Bueno mi adonis es perfecto.

Sonrío como idiota al ver cuan enamorada estoy de este hombre, que como diría Mr. Darcy me ha hechizado en cuerpo y alma.

-Me encantas cuando sonríes- dice Fabrizzio tomando mi cara entre sus manos.
***

-Dra. Rodriguez- me saluda Valeria cuando paso junto con mi adonis por la estación de las enfermeras- los padres de Jennifer ya están aquí- me informa.

-Llámame Aitana- le digo a mi amiga, fingiendo enojo por no llamarme con confianza y ella me sonríe.

-Aitana- dice en tono serio- tienes consultas que atender- su tono es tan autoritario, pero su expresión es divertida, por lo que respondo con una carcajada.

Valeria se rompe a reír tambien, y Dominique que hasta ese momento también estaba callada, rompe a reír tambien.

Siento un leve tirón de mano, y enseguida recuerdo al adonis que tengo a mi lado. Me despido de las chicas y sigo hasta mi consultorio, no sin antes informarle a Valeria que dentro de cinco minutos haga pasar a los padres de Jennifer.

Al llegar al final del pasillo donde están nuestros consultorios, me volteo para ver mejor al hombre del que estoy completamente enamorada, y antes de poder procesar o decir palabra alguna, ya lo tengo a escasos milímetros de mí, sus labios buscan los míos, nos fundimos en un beso, apasionado, cargado de deseo y de ternura.
***

Paso la jornada de trabajo, de lo más feliz. Tengo lo que siempre he querido y más.

Fabrizzio es el hombre al que amo tanto, que no me imagino ya mi vida con otro hombre, lo siento tan necesario como un adicto a su droga. En tan poco tiempo se ha metido en mi interior y se ha arraigado, como jamás pensé me pasaría. Si había amado, pero nunca de esta manera.

La pregunta es ¿él me ama?

Un pitido me saca de mis pensamientos, es de mi iPhone, lo saco del bolsillo delantero de mi bata y la imagen de Marie llama mi atención.

-Hola, guapa- dice mi amiga al otro lado de la linea.

-Hey, Marie ¿Cómo te va?- pregunto.

-Bien, todo marcha bien... Te llamo porque dentro de unos días celebraré mi cumpleaños, y exijo verte- dice con su vocecita tierna, puedo imaginarmela haciendo pucheros.

-Por supuesto, cuenta con ello guapa- digo sonriendo.

Desde que Ariane se regreso a Bs. Aires no he vuelto a quedar con su primo y Marie. Fueron los primeros amigos que hice, y desde el primer instante me han acogido como parte de su familia, a decir verdad son lo más cercano que tengo a una familia, y siempre les estaré agradecida por ello.

Un instante para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora