Ubicado en el último piso del Starfish Mall, el restaurante Tokyo 27 presumía de tener la mejor vista de todo Delia Harbor—y era cierto, pensó Arlene, mientras ella y sus amigos ocupaban una mesa junto al ventanal que cubría un lado del lugar. Desde ahí, la chica podía ver las Skyview Towers, donde se encontraba su departamento, y también las oficinas de Herald Petroleum. Por un momento, como niña chiquita, la heredera McLauren pensó que a lo mejor podría ver a su padre desde el restaurante si tuviera una vista de superheroína. ¿Qué estaría haciendo? Seguramente ocupado, como siempre... Las interacciones con su padre eran esos mensajes de texto: promesas de encuentros que nunca se concretaban o mensajes sobre necesidades específicas de Arlene, sobre todo monetarias. Esos mensajes siempre terminaban con un Ponte de acuerdo con Parrish. Parrish era el contador de su padre. A veces, la joven McLauren sentía que hablaba más con él que con su papá. ¿Y si volvía a preguntarle si estaba libre y podían verse? Podrían hablar de su yate, de su cumpleaños, de...
-Muero de calor- la voz de Jolene sacó a la chica de sus pensamientos-. Creo que un trago vendría bien.
-Creo que es la primera vez que estoy de acuerdo contigo- habló Freddy.
-Pues aprovéchalo, porque la próxima vez que estemos de acuerdo va a ser cuando yo me vaya al otro mundo y sea reina del infierno- inmediatamente apuntó la rubia. Sin embargo, no pudo decir nada más, pues Arlene interrumpió cualquier bronca posible haciéndole señas a un mesero.
Los tres chicos ordenaron gin tonics, y nadie se atrevió a decir que Jolene y Freddy habían coincidido otra vez. En lugar de eso, la heredera McLauren encendió un cigarro ayudándose con una vela que reposaba en un vasito al centro de la mesa, y el pelirrojo la imitó.
-¿Podrían dejar de fumar tanto? Me van a apestar el cabello- protestó Jolene, tapándose la nariz.
-Bueno, tú te quejas de todo- el fastidio de Freddy era evidente-. Además, ¿qué te importa? Cada quien elige su forma favorita de matarse.
-Pues ojalá hubieras elegido una más rápida y menos apestosa, trabestia...
-¡Bueno, ya!- Arlene estaba visiblemente molesta-. ¡Es increíble que no pueda pasar un minuto sin que quieran pelearse! ¿Por qué no hacen un esfuerzo para llevarse bien, al menos mientras están conmigo? Además, no lo entiendo... Jo, a ti te gusta la gente rica y poderosa y Freddy lo es, y a ti Freddy, te gustan las chicas bonitas que se visten a la moda... ¡tu sueño es vestir y desvestir modelos como si fueran muñecas! Jolene es bonita y tiene aspecto de modelo. ¡Como pueden ver, podrían ser muy buenos amigos! No entiendo por qué prefieren portarse como cavernícolas...
-Jolene, ¿mi modelo?- Freddy le dio una calada a su cigarro con arrogancia-. La pasarela es para chicas, no para perras.
-¡Maldito devora-pollas!- Jolene movió tan bruscamente la mesa que por un momento Arlene temió que la fuera a voltear-. ¡De verdad te detesto, y ya te hubiera dado tu merecido si no fuera porque estamos con Arlene, quien no sé que te ve! Ella porque es la santa patrona de los freaks y le encanta la gente rarita como tú... ¿pero los demás? ¡No entiendo por qué les caes bien si eres sólo un cerdo desviado! ¡Han de fingir que te aprecian sólo porque no quieren meterse en problemas con tu familia! Con eso de que son políticos...
Así, empezó una guerra de palabras entre el pelirrojo y la rubia. Arlene, mientras tanto, se cubrió la cara con las manos en señal de desesperación. Ella no quería estar en el centro de esa pelea; además, le dolía ver que dos personas que ella apreciaba tanto se dijeran de todo. Por si fuera poco, la joven pudo ver que mientras la discusión subía de tono, los demás comensales volteaban a verlos...
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Arlene Mania
ParanormalEl dinero, el poder, el legado del apellido más importante de la ciudad... todo eso suena a un sueño hecho realidad... pero, algunas veces, los sueños se convierten en pesadillas... Para Arlene McLauren, la "It girl", de Delia Harbor, esto no es l...