22. Mirador de North Reef, 2010

14 0 0
                                    



           Para la buena fortuna de los chicos, el mirador se encontraba vacío. Tras estacionarse, Arlene y Freddy se apearon del Mercedes, se sentaron sobre el capó y comenzaron a fumar un poco de una pipa que el pelirrojo traía en su bolsillo. El mirador se encontraba en un risco que les permitía ver varias zonas de Delia Harbor, pero sobre todo, la extensión oceánica que la separaba de Avalon y el continente americano. El mar se mecía gentilmente por debajo de ellos y se podía ver cómo sus tonalidades cambiaban con la puesta de sol que se apreciaba en todo su esplendor.

           -Qué vista tan hermosa- habló Freddy-. Me encanta este lugar. Es tan hermoso que me hace olvidar lo mucho que odio esta isla y las ganas que tengo de largarme de aquí.

           -Delia no es tan malo- opinó Arlene-. Si soy honesta, yo no sé si podría vivir en otro lugar. Aquí están mi casa, mi padre, mis amigos, y el amor de mi vida.

           La cara de Freddy estaba llena de incredulidad cuando volteó a ver a su amiga.

           -¿Es en serio que te refieres a Peter? Para empezar, tú misma me acabas de decir que ustedes dos ya terminaron... y además, ¡un tipo así no puede ser el amor de tu vida! Digo, no estoy justificando que hayas destrozado su oficina, pero... honey, ¡Peter te pateó! Y no sólo eso: ¡dijo que te iba a echar encima a sus guardaespaldas y no se hacía responsable por lo que ellos pudieran hacerte! Disculpa, pero no puedes decir que alguien que te hace sufrir así es tu gran amor. La verdad, ¡espero que su ruptura sea en serio!

           -Eso es lo que tú no entiendes- Arlene estaba más tranquila y por lo tanto su voz era más retadora-. Pete y yo siempre tenemos ese tipo de problemas, pero siempre regresamos. Eso prueba que nuestro amor es mucho mayor que cualquier dificultad, ¡y eso es lo importante! Seguro él ahorita está pensando en volver conmigo.

           -Insisto en que sólo debiste insultarlo e irte, no acostarte con él... debiste salir corriendo, ¡pero no rumbo a su cama!

           -¡Peter estaba neceando!- exclamó Arlene-. ¡Tenía que hacerle ver sus verdaderos sentimientos, y el cuerpo nunca miente!

           -Él mismo te dijo que era sólo sexo...

           -Podrá decir lo que quiera, ¡pero su forma de hacerme el amor demuestra que me ama y desea con locura! La verdad Freddy, ¡lo que pasa es que tú no sabes cómo es mi relación con Peter!

           Freddy lanzó una media risa y le dio otra calada a su pipa.

           -Está bien, McLauren. No voy a discutir contigo acerca de hombres, ni de que lo que hiciste no fue correcto...

           La chica volteó los ojos.

           -Bueno, ¿no que Peter era casi un criminal? ¿Ahora resulta que la que está mal soy yo? Ay, Freddy, mejor ya decídete. ¿Pues no que yo era una buena chica?

           -Y sí lo eres- asintió el pelirrojo-. Eres muy buena chica y muy buena amiga, cuando no estás persiguiendo hombres por toda la isla. En verdad, honey: ¿no te has dado cuenta de que en cada persecución dejas un pedacito de ti?

           -Si con eso te refieres a que les doy un pedazo de mi corazón a los hombres que amo, ¡sí, probablemente lo hago! Pero hay muchos que no lo merecen, y quizá Peter me pueda ayudar a recuperar esos pedacitos...

           -No es a lo que me refiero- Freddy sacudió la cabeza-. Si acaso esos pedacitos los podrías recuperar tú. O bueno, eso me gustaría creer.

           -No entiendo nada y no creo que esto ya me esté pegando- la muchacha señaló la pipa.

           -¿Hace cuánto que no tocas el piano?- dijo Freddy, por toda respuesta.

Arlene ManiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora