𖦹. detention

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.ᐟ.ᐟ : non idol

Se escucharon rápidas pisadas por los pasillos, tratando de perderse entre la multitud que se formaba al ser la hora del descanso. Pero de nada sirvió, Ms. Hirai fue capaz de encontrar al pobre chico y mandarlo a detención.
Ya iban 3 días seguidos que Sunoo tenía que quedarse castigado durante la tarde, no es como si el lo hiciera queriendo, claro.

Lo que él menos quería era tener que quedarse en clase con gente que no soportaba cuando podría estar perfectamente en su cómoda cama descansando. Pero ahora tenía que quedarse más horas de las que esperaba en lo que él llamaba infierno.

Todos habían salido del aula, dejando a un Sunoo cansado caminando hacia la sala de detención, donde pudo ver solamente al Sr. Hwang. Al menos no habrá nadie para molestarme pensó y oh, que tan equivocado estaba.

—Sunoo, ¿otra vez aquí?— bromeó su profesor, recibiendo un pequeño asentimiento y un murmuro por parte del menor.

Cruzó sus brazos sobre la mesa y se apoyó en ellos, a punto de dormirse, pero escuchó la puerta abrirse. Trató de ignorarlo, hasta que la presencia a su lado se hizo demasiado molesta. Giró su cabeza, encontrándose con la sonrisa arrogante de Park Sunghoon, el hijo del director.
¿Que hacía ese chico ahí? Siempre hacía lo que quería, y los profesores tenían miedo de perder su puesto si le castigaban, por lo que el castaño se volvió demasiado engreído al tener ese efecto en la gente. Todos le respetaban y trataban de no interponerse en su camino, salvo Sunoo, que nunca soportó su actitud ni trató de actuar amable con él.

—Buenos días, Sunito, ¿despertaste de tu siesta?— preguntó, una sonrisa burlona se mostraba en su rostro mientras miraba la cara de desagrado del contrario. Sabía perfectamente que odiaba su apodo, y en especial si era el quien lo decía.
—¿Qué haces tú aquí? ¿Alguien finalmente te puso en tu lugar?— murmuró, aún apoyado en sus brazos
—No, simplemente quería hacerle una visita a mi querido amigo. ¿No puedo?—

Sunoo rodó los ojos, mirando el reloj que había colgado en la pared. Aún tenía que estar una hora ahí, además de que aparentemente se había quedado solo con Park, ya que no había rastro del Sr. Hwang por ninguna parte.

—¿Cómo es que el buen chico de Sunoo terminó en detención?— volvió a hablar Sunghoon, a pesar de que el contrario había estado ignorando sus preguntas un buen rato, tendría que responderle de una vez o no se callaría nunca.
—Nisiquiera lo sé, la loca profesora de matemáticas me odia, ya es la tercera vez que me manda a detención diciendo que mi comportamiento es inadecuado— bufó, escuchando la risa del casaño.
—Esa señora no quiere ver a nadie feliz, también odia a todos mis compañeros. A mi nunca intentó castigarme, pero estoy seguro que si no fuera hijo del director yo estaría aquí todos los días.—

Sunoo sonrió un poco incoscientemente, estar con el mayor no era tan desagradable como parecía.

—¿A que viene esa sonrisa, Sunito?— y así recordó por qué le detestaba, siempre tan arrogante.
—Nada que te importe.—
—Ah, que malo— el mayor hizo un puchero, sabiendo que a Sunoo le molestaría su comportamiento infantil.— Si yo te quiero, Sunoo, ¿por qué me odias?—
—No bromees, Park. Ambos sabemos que me caes mal y que tú solo quieres molestarme, así que mejor déjame descansar hasta que pueda marcharme de aquí.—

La cara de Sunghoon cambió a una seria, no esperaba esa respuesta y tampoco sabía como responder. No tuvo opción de hacerlo, ya que cuando abrió la boca para contestarle, Sunoo había salido corriendo por la puerta.

Otro día, otro castigo de Mrs. Hirai, ¿por qué esa señora odiaba tanto ver a un pobre chico dibujando en su cuaderno? No es como si ella explicara su asignatura, de todos modos.

La clase de detención estaba en silencio hasta que el Sr. Hwang habló.

—¿Cómo fueron las cosas ayer?—
—¿Disculpe?—
—Bueno, Sunghoon me pidió que me marchara para poder estar contigo, me dijo que quería ser tu amigo pero que te sentías intimidado por su gran grupo de amigos, por lo que prefirió hablar contigo a solas.—

Y Sunoo se sintió como un tonto. Sí, odiaba al chico arrogante que siempre le molestaba con apodos infantiles o que le quitaba las cosas sin su permiso, pero nunca supo que Sunghoon quería ser su amigo. De haberlo sabido, nunca habría actuado tan a la defensiva.

—Sr. Hwang, ¿sabe si Sunghoon sigue aquí?—
—Sí, seguramente está en el gimnasio, practicando baloncesto.—

El chico se quedó unos segundos pensando en qué hacer, hasta que la voz de su profesor le sacó de sus pensamientos.

—Ve a por él, te libro del castigo.—

Agradeció rápidamente a su profesor y salió corriendo en dirección al gimnasio, abriendo las puertas lo más rápido que podía hasta encontrarse con una alta figura en el medio de la cancha, jugando solo.

—¡Park Sunghoon!—

Se acercó hasta quedar cara a cara con él, notando como el castaño se ponía tenso mientras dejaba caer la pelota.

—¿Qué quieres? Pensé que me odiabas, que no querías volver a verme y esas cosas— rió amargamente, ocultando que las palabras que el chico había dicho ayer le afectaron.
—Sunghoon, ¿por qué no me dijiste que querías ser mi amigo?—
—Porque sabía que dirías que no, ¿no era que me detestas?—
—Yo...— el chico trató de pensar, relajándose ante la seria mirada del contrario.— Perdóname, actué como un tonto contigo. Puedes odiarme si quieres, pero si quieres darme otra oportunidad prometo ser un buen amigo.—

Estaba mirando al suelo, asustado por lo que podría pasar. Hasta que escuchó la risa del mayor, alzando su cabeza para encontrarse con la arrogante mirada del mayor

—Sunito, eres muy gracioso. Claro que te perdono.— Ahí estaba el mismo Sunghoon de siempre.
—Si vamos a ser amigos, tienes que dejar los apodos—
—Como digas, Sunito.—

★ ˙ ︴mixxed up Donde viven las historias. Descúbrelo ahora