𖦹. imagine

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Sunoo suspiró, dejando su lápiz en su mesa y levantándose de la silla, estresado.
Siempre hacía lo mismo, dejaba sus trabajos para más tarde y terminaba estresándose el día antes de la entrega sin ninguna idea.

Y esta vez no era distinto, era ya pasada la madrugada y el chico no tenía nada, salvo la gran montaña de papeles arrugados que con suerte entraban en su papelera, demostrando que sus intentos anteriores habían fallado.
Volvió a sentarse en su silla, volviendo a tomar el lápiz y pensando en qué podía dibujar.

Ese era su trabajo, dibujar desde cero a alguien, existente o no, bastante simple a primera vista.
Pero las cosas no podían ir a peor para él. Su teléfono se había quedado sin batería y la conexión a internet había tenido algún tipo de problema, dejando al chico sin la opción de buscar referencias en la web y dejándole con solo una manera de hacer el trabajo: dibujar a alguien de cero.

Y eso fue lo que hizo, imaginó mil veces a mil personas distintas y los mil bocetos fueron arrugados y criticados, sin lograr nada que cumpliera con los altos estándares de Sunoo.
Él mismo se decía que debía tranquilizarse, dejar de buscar algo difícil y solo realizar el trabajo, sin complicaciones. Pero no quería arruinar sus excelentes notas solo por haber aplazado un trabajo hasta la noche anterior.

Así que, una vez más, el grafito comenzó a pintar sobre el papel, haciendo suaves líneas que no dejarían marca al borrarse.
Fue con cuidado, tomándose su tiempo para proporcionar el rostro de aquella persona imaginaria, dibujando con cuidado las marcas de su rostro, todo para darle más personalidad y que no fuera una figura plana.

Sunoo nisiquiera prestó atención al tiempo que gastaba en decorar aquel rostro imaginario, por primera vez en la noche estaba haciendo algo bien y no pensaba desaprovechar la oportunidad. Estaba creando a una persona desde cero y cumplía con los altos estándares de belleza del pelirrosa.
Mirando al reloj, se dió cuenta de que aún le quedaba una hora antes de salir de camino a la universidad, así que aprovechó ese tiempo para guardar con cuidado su ya finalizado trabajo y refrescarse después de una dura noche.

De esa manera, Sunoo continuó con su rutina de su día a día de manera normal, "atendiendo" a las clases de la universidad y entregando su trabajo al profesor, el cual le dió su merecida calificación y le dejó salir antes de clase para que descansase.
Todo parecía ser normal en la rutina del chico, salvo por una cosa: parecía no poder parar de pensar en aquel rostro, en aquel chico imaginario que le había salvado de suspender, que parecía etéreo, que incluso sus imperfecciones parecían perfectas.
Sunoo no podía creerlo, ¿acaso se había enamorado de su propio dibujo? No, eso no podía ser posible. Trató de evitar esos pensamientos y continuó con su rutina normal.

Tal y como pensó, olvidó aquel rostro por el resto del tiempo y se concentró en clases,
como normalmente haría.
Pero en su camino a la salida, Sunoo vió algo que nunca creería ver en su vida.
El rostro imaginario del que se había enamorado, con un cuerpo real y parado justo frente a él, mirándole con la misma expresión con la que el pelirrosa le había representado en su trabajo.

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