Paciencia

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La primavera estaba oficialmente terminada ese año, el otoño había llegado a Konoha.

Las noches comenzaban a ser un poco más frías mientras que las hojas de los arboles que rodeaban la aldea comenzaban a pintarse de colores cálidos como diferentes tonos de naranja, amarillo y rojos.

El otoño significaba algo importante para el tan reconocido clan Nara: era la época de apareamiento de los ciervos de su gran bosque.
Estos elegantes y astutos animales se reservaban y ocultaban en el bosque, por lo que era difícil verlos en estos meses, además de que las clausuras para entrar se volvían más rigurosas.

En momentos tan íntimos lo mejor era ser discretos, aunque esto no solo era para estos animales.

Los Nara organizaban una gran fiesta cada inicio de otoño, esto para festejar y pedir por nuevas crías fuertes y sanas.
Era en un local muy elegante que había en las residencias de sus familias.

Todos los representantes de los clanes importantes, los ninjas de elite e importantes feudales asistían. Se podría decir que la fiesta era bastante atrayente políticamente hablando.

Sarada caminaba entre la gente con gracia entre los invitados, con su padre fuera de la aldea y su madre cumpliendo horas en el hospital, ella estaba ahí siendo la representante de su escaso clan. Su cabello corto y sus ojos negros atraían a cada persona del lugar, todos volteaban a verla cada que ella pasaba por un lado, todo esto también era contribución de su estilizado vestido rojo que era largo hasta los tobillos, aunque la combinación de una apertura para su pierna derecha y que fuera lo suficientemente ajustado desde el pecho hasta sus muslos, lo hacía una combinación entre sensualidad y elegancia.
Por lo que tampoco era una sorpresa que descubrir que Shikadai, el heredero del clan Nara, la observaba desde la distancia, su mirada fija en la belleza que era Sarada.

Sus pasos se dirigieron tranquilamente hacia su dirección, aunque su corazón latía con fuerza en su pecho.

¿Qué tal estas? —le preguntó con una voz suave y baja.

Sarada sonrió con diversion mientras sus ojos brillaban y se desviaban a otra dirección, lo mejor era ese juego de miradas delante de la gente.

Estoy bien, gracias. ¿Y tú?

Shikadai se encogió de hombros mientras le regresaba una sonrisa, esa sonrisa que escondía algo que Sarada pudo descifrar en milisegundos e hizo que algo revoloteara en su estómago.

Bien, pero preferiría estar en otro lugar... —sus miradas se conectaron y esa energía los hizo aguantar el aire en sus pulmones— ...contigo

Sarada se rió y fingió sacudir algo en el hombro de Shikadai para tener el contacto físico más discreto posible.

Paciencia, Nara —de nuevo esa expresión en su cara tratando de dejar en claro su deseo— la noche es joven

Hacia meses que Sarada y Shikadai mantenían una relación en secreto. Nadie sabía que eran amantes, ni siquiera sus amigos más cercanos. La pasión que mantenían el uno con el otro era intensa, y preferían mantenerla en privado.

Las siguientes horas, ambos paseaban por el local, cada uno en su propio camino, pero sus miradas y gestos podrían dejar en claro la palpable tensión sexual entre ellos para quien sea que pudiera prestar atención, para su suerte, nadie lo hacía.

Más tarde, cuando la fiesta comenzó a disminuir y las personas se retiraban, Sarada y Shikadai se escabulleron hacia un tranquilo rincón del jardín del local. La luna brillando sobre ellos los iluminaba.
Tan pronto lograron esconderse de los demás, Shikadai se detuvo y tomo a Sarada de la cintura mientras la acercaba a él, obligándola a quedar cuerpo con cuerpo.

EMOCIONES || ShikaSaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora