Placer

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Las largas medias negras que cubrían las piernas de Sarada eran lentamente bajadas mostrando más centímetros de su piel.

Los ojos de Shikadai habían caído en la hipnosis que causaba aquel acto, cuando ambas medias quedaron fuera las tonificadas y largas piernas de Sarada quedaron totalmente descubiertas.

Él estaba sentado sobre su cama, admirando todo el espectáculo que la pelinegra le brindaba, tenía unas enormes ganas de levantarse y hacer él mismo lo que Sarada hacía por él, pero también tenía un gran deseo por seguir de espectador, averiguar que tan lejos ella llegaría.

Levantó la vista de sus piernas y la vio a la cara, ella tenía una sonrisa, pero era una sonrisa que hizo que su entrepierna se sintiera aún más apretada en su pantalón.

Quiso devolverle la sonrisa, responder con el coqueteo facial, pero se ocupo en bajar un poco la vista hacia el siguiente acto.

Los shorts blancos fueron bajados un poco por Sarada, la gravedad se encargo de que cayeran hasta el suelo en un segundo.

Admitía que aquello lo había excitado un poco más, pero no aunque los shorts estuvieran fuera aún había una prenda que le impedía ver lo que realmente no solo quería ver.

La prenda superior roja de Sarada seguía estorbando en su vista.

Jaloneo un poco su pantalón, cada vez asfixiaba más a su entre pierna, sabía que no resistiría mucho.
Quería quitárselo para poder sentirse más libre y entrar un poco más en calor, pero quería poner toda su atención en Sarada.

No quería perderse de aquel espectáculo.

Sarada decidió terminar un poco con la tortura de Shikadai, bajo el corto zipper de su pecho y lo abrió dejando a la vista un poco de su ropa interior.
Pero eso no era suficiente y ella lo sabía.

Shikadai trago saliva, estaba a solo una prenda de verla en ropa interior, estaba impaciente pero incapaz de mover un solo músculo para él desvestirla y apresurar el momento.
Quería apresurar el tiempo, pero tambien quería que durara una eternidad, era extraño, se sentía extraño.

Sarada tomó la parte inferior de su prenda y la alzó por su cuerpo, dejando por fin al descubierto su cuerpo apenas cubierto con tela.

Shikadai sintió como el aire se escapaba de sus pulmones, inclino su cuerpo un poco hacia la dirección en la que Sarada, estaba buscando más cercanía.
Si antes se sentía hipnotizado, ahora estaba totalmente atrapado y sin escapatoria, y eso se sentía muy bien.

Sarada volvió a sonreír, pero esta vez mordía levemente su labio inferior.
Esto hizo que Shikadai maldiciera en su interior, era tan débil ante ella.

Sarada se acercó a Shikadai y cuando llegó hasta él se sentó sobre sus piernas.

Shikadai puso las manos en su cintura desnuda y la acercó a su cuerpo iniciado con un beso profundo y lento.

Las manos de Shikadai paseaban por la espalda de Sarada, ambos sentían la piel del otro caliente, pero placentero, después de todo, calor era lo que había en ese lugar, Shikadai encontró con sus manos el broche del sostén negro de Sarada, lo desabrocho y pauso el beso para poder admirar los pechos que desde hace tanto tiempo quería ver.

Comenzó a masajearlos, no sabía realmente como hacerlo pero se dejaba guiar por sus instintos y por los suspiros que se escapaban de la boca de Sarada.
Sus pulgares se enfocaban en los pezones mientras que el resto de sus dedos se encargaban del resto de piel, hasta que no pudo aguantar más y apretó con sus manos los pechos que cupieron a la perfección en sus manos, encajaban como dos piezas de rompecabezas.

El alto jadeo combinado entre placer y dolor que sonó en la voz de Sarada hizo que su corazón comenzará a palpitar con rapidez, además de terminar de despertar al amigo que luchaba por escapar de su pantalón.

Esto no paso desapercibido para la chica pues de inmediato comenzó a mover su cadera haciendo contacto y la tela siendo lo único que separaba sus pieles intimas.

Shikadai tomó las caderas de Sarada aumentando los movimientos, no era suficiente pero se sentía increíble y torturoso al mismo tiempo.

Sentía que la corriente eléctrica corría sin parar por su intimidad y como unas inmensas ganas de tener más cercanía se apoderaban de él.

Shikadai quitó las manos de las caderas de ella y desabotonó su pantalón, con agilidad liberó de su escondite a el que estaba ansioso por encarar a la coqueta Sarada.

Apenas y estuvo fuera, Sarada se apoderó de la entrepierna de Shikadai.
Solo lo sujeto para la tortura de Shikadai quien inconscientemente comenzó a mover sus caderas buscando aquella fricción que se sentía tan malditamente bien.

Eres un desesperado, te mueres por ponerlo dentro de mí ¿no es así? —Sarada hablaba con cierto maltrato que, combinando con el pequeño jalón que le hacía al cabello suelto de Shikadai, excitó más a Shikadai.

Sentía como si Sarada lo estuviera domando, y eso le estaba encantando.
Su virgen experiencia apenas descubría lo que le gustaba, se había excitado antes cuando imaginaba escenarios donde él tomaba el control de todo, pero ahora que era él quien estaba acorralado le estaba gustando, tendría que vivir el otro escenario para poder decidirse. Por ahora estaba dispuesto a ser él la presa.

Vio como Sarada tomaba el lubricante que estaba cerca y puso un poco en sus manos, después llevó de nuevo sus manos a la entrepierna de Shikadai bajando y subiendo lentamente.

Sarada se acercó a su rostro y comenzó a besarlo de forma tosca pero muy ágil. Ambos cerraron sus ojos para poder agudizar sus otros sentidos, en especial el tacto.
Shikadai llenaba sus fosas nasales del aroma del perfume de Sarada, era fresco y lo atrapaba por completo, justo como el resto de ella. Sus manos toqueteaban con descaro el trasero de Sarada, incluso pasaba sus manos por todo lo que había por debajo de la ropa interior se Sarada. Sentía las manos de Sarada tocarlo y sentía como todo se borraba de su mente y el placer se apoderaba de él.

Sentía como el momento se acercaba más y más, deseaba con ansias que llegara, pero imploraba que nunca acabara.

Cortó con la sesión de besos, el aire comenzaba a faltarle y su nariz no podía brindarle el necesario, su respiración se aceleró, sus manos sujetaban con fuerza los muslos de Sarada.
Su estómago se contrajo, todo su cuerpo aumentó de temperatura y comenzó a sentir mucho calor.

En su momento máximo pudo sentir como el líquido caliente salia de su cuerpo y un sobresalto lo hizo despertar.

Aún sentía todo su cuerpo caliente y su respiración aún estaba agitada. Pero desgraciadamente sobre él no estaba la pelinegra.

Apenas comprendió la situación llevó su mano a su entrepierna, que parecía estar ya satisfecho, y pudo comprobar lo que ya estaba seguro que pasó.

Su glande, al igual que gran parte de su ropa interior, estaban cubiertos de su semen.
Había tenido un sueño erotico y se había corrido antes de despertar, o talvez justo al despertar.

Se sentó sobre su cama y vio todo el entorno; ya no estaban las luces de las velas, no estaba el aroma del perfume de Sarada, ella no estaba sobre él y tampoco ella tenía sus manos en él.

No sabía que era peor: que todo lo que "pasó" no fuera real, sino un producto de su mente adolescente lleno de hormonas, o que ahora tenía que lavar su ropa interior y sus sabanas a escondidas de su madre.

Que fastidio...

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EMOCIONES || ShikaSaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora