20. Deep abyss +18

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20. Deep abyss +18.

Había una sola palabra que Pete se había aprendido bastante bien durante sus encuentros: rojo. No podía negarlo, no podía pelear contra eso, no podía fingir que la primera vez no le gustó, no podía mentirse así mismo, no podía luchar contra el deseo incomparable que sentía cuando Vegas se acercaba. No podía. Y para ser más honesto: no quería.

Y es que Pete había peleado tanto contra sus propios deseos durante mucho que tiempo, y ahora mismo no quería, ahora mismo quería dejarse arruinar y probar el néctar dulce de hacer lo prohibido, de hacer lo que se le diera la gana. Por tanto tiempo buscó el amor y la aceptación de un padre roto y ordinario, por mucho tiempo sonrió dulcemente, por mucho tiempo fue bondadoso y le gustaba ser buena persona en medio de tanta cosa horrible, en medio de un mundo bastante cruel, pero justo ahora quería sentir el poder en sus manos de decidir, incluso si las cosas se iban a la mierda cuando regresaran a Bangkok, no importaba, ya luego lo solucionaría, por ahora se sentía correcto.

La cama no rechinaba como en sus antiguos encuentros con sus viejos amantes, esta cama era fina, lujosa y en medio de una habitación de hotel de Nankín bastante bonito y poco tradicional, muy Vegas. Tenía una vista preciosa a la ciudad, ahora mismo iluminada porque estaba a punto de caer la noche. Los gemidos eróticos de Vegas cayendo en su oreja y los sollozos de Pete en alguna parte de su garganta, atorados y con ganas de salir.

Sus muñecas se sentián dolorosamente bien atadas con una cuerda de varios nudos de shibari, detrás de su espalda que le ardía profundamente y las rodillas flaqueaban sobre el colchón mientras Vegas empujaba hacia adelante contra sus nalgas expuestas, la mejilla sudorosa pegada a la delicada tela de satín rojo debajo de ellos. La mano de Vegas sujetándolo por los nudos bien hechos de su espalda, levándolo de vez en cuando para besarle el cuello y morderlo con tanta fuerza.

– ¡Mierda, eres una maldita bestia! – gritó Pete sin contenerse, sentía el ardor en el hombro. – Aush...

Vegas lo miraba desde arriba con una sonrisa sádica y totalmente sexual en el rostro sonrojado y mojado por el sudor del esfuerzo, una hora jodiéndolo como un puto animal, sin detenerse, con los sollozos de Pete por haberse venido dos veces y Vegas estaba firme como un puto roble. Una cosa había llevado a la otra, estaban discutiendo por algo de la mercancía que había llegado desde Pekín esta mañana y luego se estaban besando con absoluta rudeza y desnudándose tan rápido para no pensar en nada más. Entonces terminaron en la cama, Vegas haciéndole nudos con sus cuerdas de sadomasoquismo y explicándole a Pete que palabra debería usar para detenerlo, o al menos, para hacerlo entrar en razón si la situación se podía... peligrosa.

– Pete, word ¿remember? – le mordió la oreja – ¿What word, Pete?

Pete estaba exhausto, le dolía todo pero... le gustaba, nunca antes lo habían amarrado, amordazado y mucho menos azotado, pero le gustaba, se sentía demasiado bien, tan erótico, sobretodo cuando Vegas lo aferraba con fuerza sintiéndose... incluso, protegido, aunque fuera todo lo contrario, irónicamente.

– Rojo – suspiró contra el colchón – Rojo.

Vegas mermó la velocidad de sus embestidas pero no la profundidad, y Pete lo agradeció, solo necesitaba recomponerse un poco, respirar y enviarse mensajes a su cerebro, todo estaba en orden, solo estaba probando cosas nuevas en el sexo, Vegas al parecer era un profesional con eso de la dominancia. El dolor se convertía en placer, Pete era una persona demasiado receptiva y eso le había encantado a Vegas, ver su carita preciosa y dulce manchada por semen, pasión y lujuria, a cualquiera se le pararía de solo ver esa puta imagen, Pete era... un sueño, aunque no lo admitiría en voz alta.

Why'd you only call me when you're high? - KIMCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora