12. Dreams... just dreams.

1.1K 94 36
                                    


12. Dreams... just dreams.

Si le preguntan a Kim porque hace lo que hace no tiene suficientes motivos de peso para responder, porque sea cual sea la razón, Kim seguía catalogando su comportamiento como el de un cobarde, como el de un adicto a algo que no necesitaba... o quizá sí, no lo sabe, por un momento cuando está sobrio durante días piensa: bien, no necesito esa mierda. Pero entonces, cuando se descuida, cuando su puta cabeza comienza a... pensar en las drogas, el cuello le pica, la respiración se pone pesada, se le forma un vacío agonizante en el estómago y el corazón late de forma irregular, y es cuando se da cuenta que en efecto: si las necesita.

Tenía mucho encima, tenía secretos que si salían a la luz incluso podían matarlo, tenía demonios, tenía sombras, y tenía mil mierdas encima, y él era una persona fuerte, parecía un roble, pero... mierda, es que también era un puto humano, que le dolía el pecho cuando se cargaba de tanta cosa jodida, y a veces quería gritar, gritarle a él, pero no podía, no todavía... no cuando las cosas estaban marchando bien, porque había una pequeña luz en su vida ahora, una que titilaba sin importar que Kim fuera un jodido manojo de auras oscuras y demonios tenebrosos, no importaba, su luz no se apagaba.

Cuando aterrizaron en el hangar de la propiedad, divisaron varios escoltas por la pista, con fusiles entre sus brazos y pistolas de corto alcance entre las pretinas de sus pantalones. Big y Aleksander iban detrás de Kim, con sus respectivas armas en las pecheras, y Kim con su Glock de siempre atrás de su cintura.

– No confió en estas personas – mencionó Aleksander, Kim escuchaba mientras avanzaban hasta el grupo de hombres que lo esperaban en las camionetas al lado de la carretera, el mar de fondo golpeando fuertemente la costa.

El aroma a sal y piedra lo invadió, desearía estar en esa playa con Ché, viéndolo correr hacia el agua fría, viéndolo sonreír, era una imagen mental preciosa, pero ahora estaban lejos y ya una consternada y fea sensación se instaló en su pecho. Así de rápido se había acostumbrado a la presencia y atención de ese chico bonito.

–¿No? – era Big

– Mira su lenguaje corporal, desconfiados, ese de allá tantea la pistola con los dedos, piensa que no nos damos cuenta – dijo Aleksander con la voz baja suficiente para que solo ellos dos escucharan.

Big asintió – Ellos saben que nosotros sabemos que fueron los responsables de enviar el cargamento ilegal a Italia, y que por su culpa, exterminaron a una familia en Sicilia. – bufó – Cobardes.

– Big – gruñó Kim

Y Big cerró la boca. Kim comprendía a Big, si hay algo más deplorable era la deslealtad. Los Saelim no eran una familia poderosa, pero era la número uno de las dos que habitaban en Pattaya, y Kim estaba más que seguro que ellos tenían mucho que ver con respecto a la embarcación de droga ilegal.

A ellos no le importaría si la droga no fuera de la familia Theerapanyakul, y ellos tenían que saber, por cuestiones de dinero, cuánta mercancía sale del país y así mismo, cuando dinero entrará, simple calculo y administración de una empresa prospera.

– Khun Kimhan – saludó un hombre, se llama King y era el jefe de escoltas de los Saelim. – Bienvenido a Pattaya.

Kim bajó la cabeza como saludo – Gracias. – miró a su alrededor – Pensé que me recibiría Khun Joe o su hermano Perth.

King asintió viéndose... nervioso – Lo que sucede es que anoche salieron de la ciudad, pero dijeron que regresarían mañana temprano.

– Raro – Kim se cruzó de brazos, analizó los hombres a su alrededor – Ellos sabían de mi visita.

Why'd you only call me when you're high? - KIMCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora