13. Bad love.

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13. Bad love.

Vegas, el incomprendido Vegas, el hijo de Kan, y el producto de un amor que se marchitó con los meses, con los días, Vegas, el hijo de puta que mata por deporte y que disfruta de la jodida sangre escarlata cuando resbala por los orificios humeantes de un impacto de bala en el cuerpo de alguien, y justamente a ese mismo Vegas era el que follaba como un puto maniático, pero esa parte, a sus amantes no solía molestarle.

La mente de Vegas funcionaba de manera... diferente, prometedor, inteligente, con instintos, pero... herido, roto y con un vacío enorme en el pecho que llenaba a punta de muerte y oscuridad, y de los gemidos profundos y roncos de sus continuos amantes. Remplazables, inservibles, olvidarles, varios. No había nada que recordar de quién se dejaba follar en el anochecer y luego tras una jornada de trabajo, Vegas no tenía memoria para los nombres, ni para los números de teléfono.

– Look at me – susurró con voz profunda, su chico, el débilucho pero atento y complaciente chico lo miraba desde abajo, con esos ojitos de cachorrillo herido – ¿Qué esperas? Chúpala.

Ordenó, porque él era un dominante nato, era un sádico sediento de poder, de poseer a las personas que pasaban por su cama, o por donde fuera, y mientras él lucía inmortal de pie en frente del chico arrodillado, pensaba en las mil cosas que tendría que hacer al salir de esa habitación, tendría que ingeniarse un buen plan para los chinos, tendría que rebuscar la manera de montar una fábrica de drogas, y de enviarla al otro lado de Europa, ¿difícil? No, ¿agotador? sí, y es por eso que estaba agotando sus últimos litros de semen con ese chico, su amante de la semana.

No es como que a Vegas le entusiasmara demasiado tener que trabajar con sus odiosos e imbéciles primos, definitivamente, ni Macao ni él tenían deseos de involucrarse más de lo que ya les tocaba, pero el trabajo con los chicos siempre había sido otorgado a la segunda familia... y por ende, a él.

Lo que más le gustaba a Vegas era ver a su pareja sexual rendida ante él, le gustaba llevar el control y le gustaba joderselos con ahínco, con maña, con deseo y con dureza, no era un amante... cuidadoso, por favor, él era todo menos un chico vainilla, eso se lo dejaba a tipos comunes, él era esa gota de veneno que todos deseaban probar alguna vez aunque les de miedo, aunque pudiera matar.

¿Que si él ha matado a alguien teniendo sexo...? A veces se ha pasado, a veces lo ha...olvidado, eran personas no juguetes, respiraban... no podía atarles demasiado la soga al cuello, no podía... ahorcarlos por mucho tiempo, eran hombres de carne y hueso, pero es que a veces él solo no sabía cuándo detenerse.

– ¿Lo hago bien, amo? – preguntó el jovencito arrodillado con las manos atadas detrás de la espalda por unas esposas, lamió la base del pene erecto – Sabe tan bien, amo...

Vegas gruñó y lo tomó por la barbilla, alzándolo casi que lo escuchó gemir, él no distinguía entre el dolor y el placer, para Vegas era la misma mierda con diferente olor.

– ¿Quién dijo que podías hablar? – preguntó Vegas – Tell me, ¿who?

Vegas metió su pulgar en la boca del chico, apretó con fuerza.

– N-nadie...

– ¿Nadie qué?

– Nadie, amo – gimió

Vegas arrastró una sonrisa y lo soltó – Ok, continua y déjate de juegos conmigo, sabes que puedo castigarte – apuró. Lo soltó y el chico continuó, abrió la boca y de una sola estocada, Vegas no tenía mucho tiempo, había conseguido al chico solo para una mamada vibrante antes de un día de trabajo arduo y agotador, quería un poco de vigor en su mañana. El chico embistió un par de veces estrechando y ahuecando las mejillas, chupando y lamiendo la uretra y luego, rodeando el glande rojo, resbaladizo y liso.

Why'd you only call me when you're high? - KIMCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora