— Emma te lo juro, si no me marcas ahora me vuelvo loca.
— Y-yo, por qué, n-no, Cristina. — Emma retrocedió porque tener a Cristina encima de sus piernas la asustó, quería tocar pero si se lo hicieran a ella sería incómodo. — ¿A-aquí?
— Si, aquí, ahora, necesito que me marques.
— E-estamos en la u-universidad, n-no quiero.
— Por Dios, sé que quiero estar contigo, quiero estar el resto de mi vida, eres la mejor persona del mundo Emma. — Soltó como pudo mientras besaba a la alfa.
— No, no puedo ser la mejor.
— Claro que lo eres, siempre lo serás. — Cristina bajó las manos hasta apretar la cintura de su Emma, la quería cerca, tanto que no era normal.
— ¿Q-que te está pasando? — Por más que intentaba retroceder, alejar la cabeza de Cristina la omega la tomaba con fuerza, el olor de sus feromonas era fuerte.
— Vamos a casa, por favor vamos a mi casa.
— Cristina, para. — Suplicó Emma. — No aquí.
La omega apretó la entrepierna de su alfa, es que en verdad lo necesitaba.
— Tu cuerpo me dice otra cosa alfa, por favor, te lo ruego, vamos a mi casa. — Al sentir las cálidas manos de Cristina sobre ella de esa manera no pudo contener el gemido más primitivo, uno que ni siquiera sabía que podía emitir.
— Quiero, quiero estar contigo, vamos a tu casa.
Con ambas manos tomó el rostro de Cristina y la acercó para poder besarla, para sentir su cuerpo tan cerca que fueran uno porque sus instintos eran más fuertes que cualquier otra cosa. Comenzó a desabotonar la bonita camisa de la omega para que nada le estorbara de acariciar todo su cuerpo, es que solo pensaba en eso, en jugar con sus pechos sin dejar de besarla porque nunca había probado algo tan delicioso.
Cristina que sabía muy bien lo que intentaba hacer su alfa se levantó para arrastrarla al auto de su amiga Aranza, pediría perdón después, en ese momento necesitaba un lugar privado y era lo mejor que tenía con esos vidrios polarizados.
Dentro tenían poco espacio pero no querían más, con lo cerca que estaban, lo necesitadas de ese contacto piel con piel no afectaba.
Con gran habilidad Cristina se quitó la falda para quedar solo con ropa interior, su cuerpo ardía por tener a Emma dentro por convertiste en la omega de la persona más amable y linda del universo. Emma no tardó más que segundos en deshacerse también de la ropa interior de Cristina, y la tenía ahí, sentada sobre sus piernas, desnuda y mojada lista para lo que fuera que quisieran hacer.
— Quítate la ropa, déjame tocarte también. — No lo dudó, no podía, el calor de sus cuerpos los consumía, las feromonas eran una densa nube que rogaba por escapar del auto, pero por suerte, mucha suerte, no lograban hacerlo, no querían tener a nadie atraído por ese olor tan embriagante.
— Quiero, quiero. — La alfa recorrió sus manos por todo el cuerpo, las curvas deliciosas, se detuvo en sus caderas, sus muslos, Dios sus muslos eran deliciosos.
Toqueteó a la omega, estaba más que lista, y quería probarlo, tenía muchas ganas de hacerlo pero la posición era imposible, quería acostarse sobre ella, tener ese control, es que dios, si el beso sabía tan bien no se imaginaba como sabría ese líquido divino.
— Entra de una vez Emma, estoy lista, por favor Emma te necesito ahora. — Su voz eran suaves gemidos tan dulces que derretían la razón de la alfa.
No pudo negarse, por eso volvió sus manos a las caderas y las levantó unos centímetros para acomodarse, necesitaba sentir la respiración de Cristina en su hombro, tener ese acceso a la nuca de SU omega.
— Te amo.
— Te amo mucho más.
La alfa se despertó de golpe escurriendo en sudor de lugares que ni siquiera sabía podían sudar. Su celo ¡Debía ser su celo! jamás había soñado una cosa similar, era muy diferente a un simple beso, esto era real, mucho muy real. Su mandíbula dolía, debía de tener los colmillos listos para marcar a Cristina, quería a Cristina, la quería a su lado en ese momento.
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Tomó tantos supresores como fueran necesarios para no faltar a sus clases, odiaría no tomarlas pero odiaría más no poder ver a Cristina, necesitaba con toda su alma hablar con ella.
Por eso en cuanto se les informó su profesor de la última clase no asistiría corrió siguiendo su olor, esa cuerda que podía distinguir a kilómetros de ser necesario.
La encontró desayunando con Omar y Alexa, tan tranquilos los tres hasta que la omega identificó las feromonas de Emma detrás suyo.
— ¿Emma? Pensé que hoy comerías con Ana, dijiste que vendría.
— No, le dije que no viniera.
— ¿Y por qué?
— Quería estar contigo.
Omar era una obra de arte, estaba conociendo a la susodicha que se había robado a su amiga y su impresión era la mejor que habría podido tener, una chica linda, un tanto desalineada con ojos enamorados.
— ¿Por qué no puedes ser más como ella? — Reclamó en un susurro a Alexa.
Cristina solo atinó a tomar su teléfono para alejarse un poco de sus amigos y dejarlos discutir a sus anchas, además de que Emma agradecería la privacidad.
— ¿Sucedió algo?
— Yo soñé contigo.
— Eso es muy lindo ¿Qué soñaste? — Tomó las manos de su alfa para no dejarla escapar, Emma ya estaba evitando la mirada y retirándose.
— Que teníamos sexo. — Cristina rió, fue involuntario, es que Emma había sido muy directa y no lo pudo evitar, esa cara sonrojada de su alfa, por eso la amaba tanto.
— No tienes porque reírte de mí.
— Claro que no, no me río de ti Emma, jamás me reiría de ti, es solo que no me lo esperaba. — Sabiendo las intenciones de la alfa era mucho más fácil actuar, hasta ese momento había intentado contenerse pues no sabía cómo iba a responder Emma, si le disgustaría como le disgustaba abrazar a alguien por más de 5 segundos. — ¿Entonces eso es lo que quieres?
Cristina entrelazó sus brazos sobre el cuello de Emma para aproximar su rostro al suyo, besarla era indispensable. Emma respondió tomando la cintura de su omega, al principio lo dudó, se sentía un poco más hipersensible de lo normal pero al sentir sus feromonas fue en lo único que pudo pensar, en fundirse con ella.
— ¿Podemos hacerlo? Quiero hacerlo.
— Claro que podemos alfa.
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— ¿Podrían dejar de reclamarse cosas? — Reclamó Julieta. — Desde que fueron a comer con Cristina no pueden cerrar la boca.
— Solo estamos jugando. —Aseguró Alexa que tenía cargado a su novio, a esos dos les encantaba fingir que peleaban. — Cuando te enamores lo entenderás. — La molestó.
— Muy graciosa.
— Por cierto, Cristina dejó sus cosas, las tiene Alexa en su auto, es una torpe, debió al menos decirnos que se iría con Emma.
Julieta metió la llave de su casa y abrió la puerta, de inmediato los tres se paralizaron en el marco de la puerta al oler esa bomba de feromonas que estaba atrapada en el departamento, tampoco tardaron en escuchar los gemidos de su amiga bien a lo lejos en su habitación.
— Mejor vayamos a tu casa Alexa, no quiero estar aquí con todas esas feromonas.
— Dios mío, nuestra Julieta, en verdad la perdimos. — Se rió Omar antes de cerrar la puerta.
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Solo contigo. (Omegaverse GL)
RomanceLa vida te puede cambiar, darte un giro de 360°, en especial cuando una peculiar joven de cabello rizado se queda grabada en tu mente porque sabes que es especial, tan especial que estás dispuesta a pasar por todos esos cambios con una sonrisa, disp...