Así son ellas.

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Los cuatro hermanos salieron al centro comercial para pasar tiempo juntos, Emma intentó negarse pero luchar contra tres personas era difícil.

Estaba ahí, sentada con sus audífonos puestos esperando a que Ana se decidiera entre un par de sudaderas que le habían gustado, siendo sincera no estaba tan mal, no había mucha gente, el ruido era nulo y ahora que Ana le había dicho lo que sentía en realidad las cosas eran más fáciles.

— Sabes, las cosas en verdad están mejor que nunca. — Comentó Denise con singular alegría. —Tú estás feliz, Tomás está feliz, Ana está feliz, la verdad es que no me imagino nada mejor, bueno y como no vas a estar feliz si llegaste con la sonrisa más grande que te he visto después de ver a tu omega.

Emma observó a su hermana sin decir nada, era verdad, después de ver a Cristina y por fin hablar lo que sentía (Y hacer otras cosas) estaba más feliz que nunca.

— ¿Tú eres feliz?

— Ya te lo dije, los veo felices a todos, eso me hace feliz.

— Está bien. —Le creía porque no había más.

El silencio era tranquilizador para Emma pero se volvió una cárcel para Denise ¿Era feliz? Veía que sus hermanos lo eran, eso en verdad la alegraba, no era tan hipócrita como para mentir en  pero dolía, algo dolía en verdad.

— Crees que sería buena idea, ya sabes, para que estés más feliz, puedes llamar a Cristina.

— No. — Emma fue muy clara.

— ¿No quieres estar con ella?

— Si, pero hoy dijeron que saldríamos como hermanos, ella no es mi hermana, no puede estar aquí.

Ya, Emma con sus reglas extrañas, además, aunque en verdad amara a Cristina, si no separaba su tiempo se volvería loca con tantos estímulos.

— Bueno, pero podrías comer con ella, luego volverías con nosotros.

— Basta Denise.

— Pero sería algo rápido, tal vez Aranza podría traerla.

— Solo quieres ver a Aranza, dilo de esa manera, tonta obstinada. — Tomás llegó por detrás, sabía muy bien los sentimientos de sus hermanas, ser omega lo ayuda pero eso solo era una parte, era solo que él siempre había estado muy atento.

Toda su vida se había sentido débil, era el único que no podía hacer nada, relegado a estar siempre atrás, por eso si ahora por lo menos podía ayudar de esa forma extraña a Denise lo haría, incluso si eso significaba insultarla en el camino.

— Yo no me quiero ver con esa idiota.

— Ya, pues no lo parece.

— ¿Por qué quieres ver a Aranza? Ustedes pelearon. —Preguntó Emma, si ella peleaba con alguien no quería hablarle por un tiempo.

— Porque la ama. — Tomás lanzó una bolsa a Denise, o a lo que alguna vez fue Denise y ahora solo era una bola roja con esas mejillas coloradas. — Pero nunca lo va a aceptar.

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—Es mucho más dulce de lo puedas imagina, se preocupó tanto por mí, en verdad es la mejor alfa.

— Cristina, un comentario más de cómo te acostaste con Emma y me iré. — Bufó la alfa antes de estampar su cabeza con la mesa.

— Julieta, por favor, dile algo, detenla.

— Es mujer libre amiga, muy libre desde que terminó con Denise.

Había estrellado su cabeza en la mesa con más fuerza de la que de lo normal y todos sus amigos se dieron cuenta, es que con todas las horas que había dormido en los últimos días podría considerarse que había muerto.

— Está loca. — Gruñó.

— Bueno, sí, lo que hizo estuvo muy mal, sin duda fue tonta. — Comentó Omar. — Pero si lo que dijo Alexa es verdad ella solo fue muy, muy.

— Alfa. — Completaron las otras dos omegas al unísono.

— ¿Qué quieren decir con eso? — La conversación comenzó a ser interesante para Aranza hasta ese momento, o al menos logró sacarla de esos sentimientos que la llevaban al abismo.

— Ya sabes, ustedes son muy, toscos, no saben hablar. — Cristina habló solo para poder escaparse de esa explicación lo más rápido posible, así alguien más se encargaría de los gritos de Aranza cuando no comprendiera lo que sucedía y, que como estaba en ese estado de ánimo, seguro no podría controlarse, una cosa era ser una amiga protectora, pero en lo más profundo e íntimo no podía escapar de sus instintos.

— ¿Tan torpes somos?

— Bueno, al momento de hablar ustedes, ustedes tan solo no pueden. — Omar estaba más que acostumbrado a eso, Alexa era el amor de su vida, pero eso no le quitaba lo cabeza dura que podía llegar a ser. — Además, te lo repito, Denise está igual que tú, si tan solo hablaran.

— ¡No voy a agachar la cabeza!

— Y aquí vamos. — Era una queja que salía del corazón de los tres omegas, es que en verdad no podían entender de donde venía esa naturaleza tan obstinada de los alfas.

— No me importa lo que digan, no lo haré, es una niña tonta.

— No mucho más que tú, Aranza, suenas como una verdadera estúpida en este momento y si en verdad seguirás hablando de esta manera creo que debemos cambiar el tema.

— Por favor. — Rogó Cristina.

— Tampoco regresaremos a hablar de tu alfa Cristina, mejor cállate.

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— ¿Crees que en verdad se separen? — Preguntó Emma.

— No, solo son unas brutas, estarán bien, así son los alfas. —Rezongó Cristina.

— Yo soy un alfa.

— Si, lo eres, pero también eres un rayito de sol.

— Y una bruta. — Completó como si fuera obvio que Cristina lo había olvidado.

— Bueno, si eso es lo que quieres creer. —Rio para sí. — Pero yo creo que tú no eres de esas.

— Cuando era más pequeña todos me decían que no era una alfa. — Comentó sin darle mucho interés. — Pero tú nunca me dijiste eso, por eso me gustas, porque soy yo.

Era ella, no había entendido lo importante que era, o más bien, lo entendía perfectamente, mejor que nada pero en ese momento el chispazo movió su corazón como nunca.

— Tú eres mucho más que perfecta Emma, te lo aseguro.

Solo contigo. (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora