El león.

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— ¿Quieres ir con tu familia? Estas actividades parecen divertidas.

— Quiero estar contigo.

Romper la rutina de Emma era un verdadero error, eso significaría tenerla todo el día de mal humor, el no saber qué va a suceder siempre estaba tomado de la mano del miedo y el rechazo de la alfa, pero por Cristina eso cambiaba, no era magia ni significaba que "estaba curada" más bien sus instintos eran tan fuertes que la abrazaban y toda esa mierda del miedo y la inseguridad se iban porque sabía muy bien que la omega estaría a su lado.

—Lo sé, pero yo no iré a ningún lado, puedo quedarme aquí, te voy a ver todo el tiempo.

— No, en verdad no quiero. — Respondió todo esto precedido de una serie de lindos gestos que Emma ni siquiera notó que hizo.

— Está bien.

Se sentía muy bien estar así, en silencio y un lado de la otra, era un hogar y la nueva burbuja de seguridad de Emma. Hipnotizada, el olor de Cristina era muy dulce, similar al de los chocolates  que comía cuando era pequeña, los que tenían ralladura de naranja.

— Hace mucho no me gusta venir aquí. —Confesó, quizá su carácter taciturno era lo que la molestaba. — Había gente que se reía mucho de mí por venir aquí.

Un lugar de lleno de gente rara como ella, lo había pensado bastante tiempo, quizá por eso Linda la había tratado así, quizá por eso papá la había dejado. Amaba ser diferente, las demás personas eran las raras riendo por tantas cosas sin sentido, también les gustaba estar con muchas personas, muchos estímulos para ella, se repetía esa mentira tantas veces que empezaba a creerla. Ya no le importaba, Linda no importaba cuando tenía a su omega a un lado, una persona hermosa que olía tan bien, al final su mente siempre retornaba al olor.

— ¿Solo por eso ya no te gusta? — Emma lo negó.

— Me gusta estar en mi casa y leer, también estudiar, ahí estoy segura.

— Pero necesitas estar con más gente. — A Emma no parecía gustarle el "necesitas" las muecas en su rostro desaprobando lo que la omega había dicho lo demostraba. —Bueno, al menos creo que puedes ser algo bueno, a mí me gusta mucho conocer gente.

— ¿Tienes muchos amigos?

— Bueno, algunos cuantos, con la mayoría de las personas solo me llevo bien.

— ¿Cómo sabes si alguien es tu amigo? Siempre pregunto pero me dicen que la otra persona me lo diría, sé que tengo amigos pero quiero saber cuándo ya lo somos.

Amigo, ella nunca se lo había preguntado, solo lo sabía, era algo obvio, algo que simplemente comprendías cuando pasabas mucho tiempo con una persona, claro, pero Emma no era así.

— Bueno cuando te sientes cómodo con una persona y confías en ella, te diviertes con ella y quieres verla.

— Como tú.

Era linda, la más linda del planeta, hermosa, no era solamente su amiga, era su vida entera, se sentía tan bien a su lado, porque solo verla le daba un ataque al corazón.

— No somos solo amigas, eres mi mate, a los amigos normalmente no los quieres besar cada vez que los vez.

— Yo quiero besarte.

— ¿Sí? — Dijo con su voz dulce y seductora, quería más, un beso no le bastaría con semejante belleza que tenía frente a ella, deseaba meter sus manos bajo la playera, bajo su sostén, bajo su piel. — ¿Y por qué no lo haces?

— ¿Puedo?

Cristina asintió más rápido que el propio sonido, nunca había sentido esa clase de emoción por un beso, por una nimiedad como un simple beso pero ahora que sentía la delgada mano de la alfa en su mejilla, que veía como la distancia se acortaba. En verdad amaba todo de Emma.

— ¿Piensan que este es un lugar apropiado? — Se burló Ana con esa vocecita de demonio, tenía bien claro que acababa de arruinar el momento y le parecía divertido. — Mamá te está buscando, dice que debes participar.

— No quiero participar, estoy bien aquí.

— No te pregunté, solo te estoy dando un recado, agradece que no le digo donde estás.

Era fácil de identificar a los hermanos, todos de pelo rizo y con la misma nariz, alguno de sus padres en definitiva tenía escondido un gen dominante que plantaba en todos su hijos. A diferencia de sus hermanas que tenían el pelo más bien corto la cuarta hermana tenía el pelo hasta la mitad de su espalda, con esa melena y la presencia de sus feromonas en definitiva rememoraba a un león, ella era la hermana más fuerte, o al menos lo sería algún día.

— Eres Ana ¿Cierto? Yo soy...

— Cristina, lo sé. — Interrumpió en un muy buen intento de fingir desinterés.

— No le hables así. —Sí, sí, autista y todo lo malo que la gente quisiera decir de ella pero sus instintos de proteger a Cristina funcionaban a la perfección, no permitiría que nada malo le sucediera, eso incluía a su hermana siendo una completa estúpida.

— ¿Hablarle cómo? Solo no me interesa ninguna de ustedes dos.

— ¿Eso crees? ¿Qué no te interesa? Parece que la estás cuidando.  — Aseguró Cristina.

— Tonterías, yo no la cuidaría, solo no quiero que mi madre me regañe. — Se defendió muy molesta, no permitiría que nadie le sacara la máscara.

— Emma ¿Su mamá los regaña si tú no haces algo?

— Creo que no, ni Denise ni Tomás me han reclamado jamás.

— ¿¡Y tú que sabrás!?

Ana acorraló a la omega, obviamente quería hacerla callar, por eso su mala fama de poco autocontrol, seguro tener que contener tantas feromonas y con la fuerza de sus instintos más animales molestándola todo el tiempo le jugaban malos momentos.

— ¡Déjala en paz Ana! — Emma podía sentir el miedo de su omega y vaya que Ana le había sacado un gran susto, solo por eso la defendió de esa manera, porque ella jamás levantaba la voz.

— Son un par de idiotas, tal para cual, púdranse juntas. — Gruñó la menor antes de huir de ahí para poder esconderse una vez más y llorar sin que nadie la viera.

— ¿Estás bien? Tu corazón sigue acelerado. — Pura adrenalina ¿Toda la familia de su alfa era tan cabeza dura? Parecían cavernícolas Nunca se sintió en verdadero peligro pero la voz de un alfa siempre termina asustando a cualquier omega.

— Estoy perfecta. — Y besó su mejilla condelicadeza como compensación por haber roto la oportunidad de un verdadero beso

Solo contigo. (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora