Separadas

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Emma despertó de pronto y lo primero que hizo fue cubrir con su propio cuerpo el de Cristina, era como si hubiera sentido una verdadera amenaza acercarse, algo o alguien de quien debía defender a su omega a toda costa. Lo extraño es que frente a ella solo estaban su hermana y Aranza.

Esas dos pero con un olor desagradable en la ropa.

— Tranquila. — Susurró Cristina abrazando a Emma por la cintura para que no se les tirara encima.

— ¿Qué es ese olor?

— ¿Olor? — Preguntó Aranza.

Es que Emma tenía un sentido del olfato fuera de este mundo, y si bien era parte del autismo prefería pensarlo como un superpoder. Denise se olió la playera pues supuso lo que estaba sucediendo pero no encontró nada relevante.

— Solo es un perfume.

— No, es Linda, huele a Linda. — El par de alfas que estaba parada en la puerta se sorprendieron de que reconociera el aroma, en realidad solo era un perfume para beta, no tenía sentido que supiera de quien venía. — Ella siempre lo usaba.

— ¿Vieron a Linda? —La pregunta era un reproche, es que Cristina quería saber que pasaba en las cabezotas huecas que tenían enfrente como para ir a hablar con Linda justo después de ver todo lo que había sucedido.

— Bueno, algo así, no creo que sea necesario contarlo todo. — Aseguró Aranza, intentaba pasar del tema, huir de una conversación incómoda y de alguna manera exculparse por haber llevado a Denise ahí.

Cristina no era tan tonta como para dejar escapar de esa manera a Aranza, que ella sabía "controlar" muy bien a su amiga, pero al ver a Emma relajarse un poco pues parecía obviar el tema decidió que mejor esperaría a estar a solas con su amiga, entonces le echaría la bronca por ser una tonta desconsiderada, pero hasta ese momento tendría que actuar.

— Váyanse de aquí —El gruñido que salió remplazando la voz de Emma impresionó a las otras tres. — Estoy con Cristina ahora.

— Mamá llegará pronto. — Habló bien bajito su hermana para no volver a alterar a Emma, no porque le tuviera miedo, simplemente prefería no ser muy ruidosa y tranquilizar la situación.

— No me interesa. — Contestó ya más calmada, que en realidad lo único que le molestaba era ese recuerdo constante de Linda, pero que no estaba ni un poco enojada.

— Te debería interesar. — Se burló.

— Mamá no va a meterse en esto.

— Ya claro ¿Cómo lo sabes?

Emma se quedó callada un momento, era como si no supiera que contestar, luego miró a Cristina a los ojos y una vez más a las alfas que estaban frente a ella.

— Porque va a estar mucho más interesada en porque sus feromonas están mezcladas y porque tienes esas marcas en el cuello, en el de ambas.

Claro, estúpidas, instintos descontrolados y dos alfas solo significaba que seguro se habían intentado marcar, era una cosa inconsciente pues sabían que no lograrían nada, pero explicarle eso a una madre que ya estaba muy agobiada con la nueva relación de su otra hija sería toda una aventura.

Cristina no aguantó la carcajada, el color rojo en las caras de las alfas solo la había hecho reír aún más, tan tontas, tan ingenuas.

— No se tiene que enterar de esto. — Gritó Denise. Emma se tapó los oídos, su hermana la lastimó, por accidente obvio, pero la lastimó igual.

— Vete.

— Lo siento, lo olvidé.

— Vete. —Emma no dejaba de cubrirse los oídos como si el sonido siguiera ahí. — Vete.

Seguía sensible, sensible de toda la mierda de Linda, sensible a secas, todo se sentía raro.

— Hey, tranquila, ya pasó. — Cristina colocó sus manos sobre las de Emma. — Ya no hay ruido.

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— No sé qué debería decirle para hacerla sentir mejor, desde hace una semana está con ese humor tan, apagado, como si no pudiera olvidar lo que sucedió.

— No puede olvidarlo. — Confirmó Julieta.

Los tres se acomodaron en la habitación de la propia Julieta, era la más grande y su ventana tenía mucha mejor vista que el triste tendedero que se podía ver desde la habitación de Cristina, además, era el único que tenía una televisión y seguro que aprovecharían para ver alguna película tonta después de su pequeña charla, una película que los dejara olvidar el día de clases tan desastrosos que habían tenido, y obviamente también los problemas amorosos de Cristina.

— Solo déjala sentirse mal, algunas veces es necesario, dale apoyo y estará bien.

— Me da miedo, no quiero que haga algo tonto, que decida intentar suicidarse de nuevo porque se sienta que no hace lo suficiente.

— ¡Wow! Llegaste muy lejos, no digas estupideces, su hermana ya te lo dijo, algunas veces solo se pone así, se le pasará. — Julieta en verdad no entendía que clase de salto debía de haber dado su amiga para llegar de un poco de tristeza a un intento de suicido.

Quería escuchar y entender, dejar de preocuparse y sentirse tranquila pero Emma era diferente, no podía hacer eso con Emma, y claro que jamás le había molestado lo diferente, pero ahora le daba miedo. Estudiar psicología no te prepara para verte enredada en una relación que se mueve por simples emociones, que te deja indefenso y sin entender cómo es posible sentir que tu corazón va a explotar si la otra persona no está a tu lado.

— Lo digo en serio, ella normalmente es más dulce, era muy especial cuando se esforzaba por verme a los ojos solo porque sabía que me gustaba que lo hiciera, pero ayer ni siquiera pude tomarle el brazo.

— ¿Te lo repito en chino? Dale unos días, los necesita, ella no piensa como tú, no piensa que no la quieres si le das su espacio. — Dijo Omar, ya cansado de todo eso.

— No puedes quejarte, Uno, cuando Alexa se enojó contigo no dejaste de llorar por tres días. —Reclamó. — Dos, ya lo sé, sé que no piensa así, ella ni siquiera me dice que me quiere porque ya me lo dijo una vez, piensa que no es necesario repetirlo, que si cambia de opinión ya me lo informará. —Sus amigos obviamente se burlaron de eso. — Y tres, Solo déjame sentirme mal a mí también, ella me preocupa.

Solo contigo. (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora