Capítulo 10

1.6K 104 354
                                    

Sábado por la mañana.

Roberto se levantó a la hora de siempre, las seis en punto. Era parte de su rutina y no pensaba cambiarla. Aunque, siendo francos, le habría gustado quedarse más tiempo en la cama. Las mantas conservaban el calor y el peso de las mismas reconfortante, era como ser abrazado en todo el cuerpo. Además, estaba lloviendo y el sonido de las gotas contra el cristal de la ventana era relajante.

Pero no podía, tenía un nuevo día por delante.

Porque hoy no me quiero ver buscando a todo un por qué, dejando que suceda lo que vaya sucediendo

Aprovecharía la mañana para limpiar un poco, cocinar algo y escribir algunas ideas para las nuevas canciones que tenía en mente, ya que su turno con Federica empezaría después del mediodía y quería pasar una linda tarde con su pequeña hija.

Mientras Roberto estaba en la cocina, preparando tostadas con café, no pudo evitar pensar en todo lo que ocurrió el día anterior. El contraste entre la mañana y la noche.

¿Cómo había empezado ese día como la persona más feliz del mundo para acabarlo como la más miserable? Era casi irreal.

Difícil de creer, difícil de explicar...

Puso las tostadas en un plato y sirvió el café en la taza de siempre antes de sentarse a comer.

Revisó su teléfono celular. Encontró un mensaje de Topo de la noche anterior, no lo abrió pero pudo ver desde las notificaciones que decía:


Necesitamos hablar, Roberto, te lo imploro...


Roberto no se atrevía a abrir el mensaje, le dio un mordisco a su tostada pero perdió el apetito rápido. Aún no se sentía preparado para afrontar a su amigo.

¿Podía siquiera decirle todavía amigo? Después de todo lo que había ocurrido entre ellos, la palabra "amigos" ya no sonaba apropiada para él, lo que tenían iba muchísimo más allá que una simple amistad.

Tal vez tenía que aceptar que jamás habría algo entre ellos. Era tiempo de aceptar que sólo porque los dos se querían y porque tuvieron una noche alocada no era sinónimo de que se volverían pareja.

Si éramos solo amigos, cómo pasó esto contigo, tirar una amistad por un segundo de felicidad...

"Otra vez exagerando todo", le reprochó la voz de su cabeza.

Bueno, Topo le había dicho que simplemente quería un tiempo para ver si eran "compatibles", tenía que recordarse que no fue un rechazo.

"Te va a rechazar de todas formas, cuando se dé cuenta de que sos la persona más dramática e insoportable que pudo haber existido, se va a ir.", a Roberto Musso lo invadió un pensamiento intrusivo, "Recordá lo que hiciste ayer, la forma en que te miró asustado, vos llorando y aturdido... ¿Quién te va a querer? ¡Nadie! Estás solo en este mundo, Roberto, nadie te entiende, sos la piedra en los zapatos de los demás..."

"Ni siquiera tus amigos te quieren, te tienen lástima por lo patético que sos..."

"Lo único bueno que aportás son tus letras..."

"Morite, le vas a hacer un favor a muchos..."

¿Qué ganaba siendo tan cruel con él mismo? ¿Por qué tenía esa horrible necesidad de sobrepensar todo? ¿Cuál era la necesidad de su propia cabeza de desearle hasta la muerte?

Aún así, la posibilidad que su hipotética relación con Topo terminara en un terrible fracaso, le provocó ganas de llorar. Bajó la taza sobre el mostrador de la cocina y se pasó ambas manos por la cara.

Desvelos (Roberto Musso x Gustavo Antuña)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora