Capítulo 16

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La tranquilidad después de la tormenta era reparadora, un abrazo que le susurraba a uno que todo iba a ir mejor. Cuando llueve de forma copiosa y no hay posibilidad de que salga el sol porque las nubes cubren cada centímetro del cielo visible y más allá del horizonte, es más que normal llegar a pensar que la oscuridad llegó para quedarse, que formaría parte del día a día hasta el final de la vida Sin embargo, tarde o temprano, las nubes se disipan y todo vuelve a ser claro.

Y las piedras con que tropecé, hoy sólo arena son... Y la lluvia que me secaba ya paró y se convirtió en luz...

Aun si la incertidumbre del futuro siempre estuviera merodeando, acechando como una sombra macabra, eso no debía ser motivo para privarse de disfrutar el presente. Roberto siempre procuraba tener eso en su cabeza, en varias canciones que había compuesto para el Cuarteto de Nos hablaba sobre aquel tema que siempre lo inquietó desde joven.

Roberto abrió los ojos y se percató que seguía casi en la misma posición que tomó cuando se recostó por Topo, quien desde hacía unos diez minutos atrás se había despertado y estaba con el teléfono celular en manos. Verlo le dio una chispa de regocijo.

Así que hoy me quiero sentir libre de celebrar, por si mañana no tengo de nuevo al rey y al as...

—¿Dormiste bien? —le preguntó el hombre de gafas grandes, una de sus manos se posó sobre la cabeza del de cabello enrulado para acariciarla.

—¿Qué hora es? —Roberto se refregó un ojo con el dorso de la mano para desperezarse y se tapó la boca para bostezar.

—Son las ocho de la noche —contestó Topo, mirando la hora en la pantalla de su celular antes de apagar la pantalla.

—Oh, no dormimos tanto, creí que ya eran las once —se rio Roberto— ¿Te gustaría comer algo?

—Claro, creo que tengo el número de un restaurante de comida italiana... —asintió Topo, volviendo a encender su teléfono para entrar a su lista de contactos.

—Espera, tengo salsa boloñesa de la comida que hice ayer, podemos recalentarla con pasta si no te parece mala idea. —Roberto se levantó con cuidado para no marearse por algún movimiento brusco.

—¡Dale! Soy experto hirviendo agua —asintió Gustavo y lo siguió hasta la cocina.

Su comentario hizo reír a Roberto, y fue lindo ver cómo su sonrisa iluminaba su rostro.

Si bien la tempestad que los cubría ya había pasado, los estragos de haber sido testigo de un colapso nervioso seguían latentes en Topo Antuña. Tenía tantas preguntas al respecto que no sabía si era correcto hacerlas o no.

—Tomá —Roberto sirvió dos vasos de agua, uno para él y el otro para su "amigo".

—Gracias —dijo Topo al agarrar la bebida, tras beber unos sorbos, bajó el vaso sobre la mesada para sacar una olla mediana de la alacena— Rober, ¿te sentís bien? —se atrevió a preguntar mientras cargaba agua en una olla para ponerla sobre el fuego.

El vocalista lo miró fijamente con el ojo derecho un par de segundos.

—¿Quieres una respuesta corta o una respuesta sincera? —le cuestionó Roberto.

—La sincera, por favor.

—Bueno, me siento más que feliz porque al fin solucionamos el malentendido del viernes —respondió Roberto, mientras vertía la salsa en una olla pequeña para poder calentarla—, pero al mismo tiempo me siento mentalmente agotado— se interrumpió a sí mismo y después de cinco segundos volvió a hablar—. Tal vez deba descansar unos días... no sé...

Desvelos (Roberto Musso x Gustavo Antuña)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora