Capítulo 34

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Topo estaba esperando adentro del auto, estacionado en una esquina cercana al consultorio donde Roberto estaba tomando la terapia.

Miró la hora en su teléfono celular, todavía faltaban como diez minutos para las 9:30.

Había empezado a lloviznar cuando apenas llegó a su destino, así que se quedó contemplando largo rato las gotas que golpeaban el limpiaparabrisas. Le encantaba ver cómo estas se deslizaban por el cristal, en su cabeza visualizaba una carrera bastante épica de quién llegaría primero a la base.

Volvió a mirar la hora en el celular, apenas habían pasado dos minutos desde la última vez que lo revisó. Eso lo impacientó, era molestoso cuando el tiempo pasaba tan lento.

Le tranquilizaba demasiado que Roberto haya aceptado probar ir al psicólogo, sabía que era complicado admitir que algo no andaba bien y encararlo lo que uno había evitado analizar por tantos años. No era capaz de imaginar cómo sería pasar décadas de su vida ignorando los problemas que rondaban en su cabeza, el odiarse a sí mismo por no ser como los demás, sentirse un estorbo para todos los que lo conocían y no poder contárselo a nadie por el temor a ser juzgado.

Aunque no era al mismo nivel de intensidad y frecuencia de Roberto, él también sobrepensaba las cosas cada tanto. Era inevitable preocuparse tanto por su pareja, especialmente por todo lo que había ocurrido en los últimos meses.

¿La terapia realmente iba a ayudar a Roberto? ¿Qué tal si empeoraba? ¿Qué tal si era demasiado tarde para solucionar el conflicto que ocurría en su interior?

Era una retorcida coincidencia que la salud mental de Roberto Musso empezó a empeorar tan pronto como ellos se juntaron. ¿Era él, Gustavo Antuña, el causante de todo? Dos colapsos nerviosos ocurrieron frente a él, eso le hacía creer que era el culpable de que la persona que alguna vez fue su amigo estuviera como estaba actualmente.

Si el guitarrista había comenzado a superar el miedo a que la relación se volviera aburrida y monótona. como en sus experiencias anteriores, este estaba siendo reemplazado por el miedo de haber jodido la cabeza de su novio.

Algo que nunca se perdonaría era el haberle dicho a Roberto que no estaba bien de la cabeza. Bueno, no lo había dicho con intenciones de lastimarlo: el susto, la preocupación, el desconcierto y la exaltación le ganaron.

...Diciendo cosas que no siento, haciendo cosas sin querer...

Incluso si Roberto ya le había perdonado lo que sucedió durante la gira, la carga de conciencia no se disiparía tan fácilmente de su mente.

Era casi irreal ver cómo la vida de ellos había dado un giro de ciento ochenta grados. Cómo no fueron capaces de darse cuenta que el interés era mutuo hasta que sus amigos les dieron una mano.

Eran dos personas que sin buscarse se encontraron, y en vez de completarse como decía la metáfora de la "media naranja", se complementaron. Topo sentía que Roberto le daba deseos de volverse mejor persona, que con él a su lado podían lograr hasta lo que muchos consideraban imposible. Por eso, era un enorme dolor ser consciente de que su pareja genuinamente creía que era todo lo que había descrito en la última canción del álbum Habla tu espejo

"No tienes que ser su psicólogo, buscar repararlo porque no está roto... con tal de que seas capaz de comprenderlo y apoyarlo en lo que necesita, le harás la persona más feliz del mundo...", Gustavo recordó las palabras que Ricardo Musso le había dicho aquel día que se habían encontrado por casualidad en el supermercado.

Lo que le había dicho el ex guitarrista del Cuarteto de Nos era verdad: 1. Roberto no está roto aún si él se la pasara diciendo eso. 2. No tenía por qué ser su psicólogo porque no era su trabajo. 3. Comprenderlo y apoyarlo lo haría feliz porque es eso lo que más necesita.

Desvelos (Roberto Musso x Gustavo Antuña)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora