Capítulo 36

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Nota de la autora: No soy psicólogo ni nada por el estilo, todo lo narrado aquí es en base a experiencias propias y a información que he recopilado por mi cuenta a lo largo de los años. Siempre les recuerdo que esta es una obra completamente ficticia y que no pretendo ofender a las personas que la protagonizan. Si estás pasando por un mal momento, por favor, pide ayuda a alguien de confianza, nadie merece luchar en silencio.


La gira por Argentina estuvo excelente, la calidez del público siempre era más que apreciada por los miembros del Cuarteto de Nos. Afortunadamente, ningún incidente había pasado, y eso fue muy tranquilizador, especialmente para el vocalista de la banda.

Aun así, el temor de que sucediera algo estuvo presente en Roberto Musso en todo momento, y eso lo hacía estar más tenso de lo usual. Sentía que debía estar controlando cada acción que realizaba para evitar cualquier cosa que pudiera ocurrir. Ser precavido se había vuelto de repente algo primordial en las últimas semanas, y poco a poco este sentimiento iba creciendo en él.

Pero siempre puede haber en vilo y acechando, tiburones en el bosque y zorros en el mar —Roberto escribió esa línea en su cuaderno de notas cuando se encontraba en el estudio de su departamento.


***

—¿Hoy vuelves a terapia? —preguntó Topo mientras Roberto se ponía una camisa azul que había sacado del cajón. Él se hallaba en su lado de la cama, aun en pijamas, con un libro que había agarrado del librero de la sala de su novio para leer un poco antes de levantarse.

—Sí, a las 8:30, la hora de siempre. —contestó Roberto.

—Pero son apenas las 6:30, Rober —Topo bajó el libro y miró la hora en su teléfono celular.

—¿Y? Ya quiero estar preparado para salir —Roberto metió la camisa en sus pantalones vaqueros negros para después agarrar el cinturón gris que siempre usaba con ellos. Cuando se lo abrochó notó algo que lo dejó extrañado: Había perdido peso.

¿Cómo no vas a perder peso si te olvidas de comer?, se quejó una voz de su cabeza.

Tal vez sea la edad, a muchos les pasa eso después de los cincuenta, la voz de la razón trató de tranquilizarlo.

Siempre fuiste un poste de luz con patas, no hay tanta diferencia, se burló un pensamiento.

—¿Qué pasa? —inquirió Topo al ver que Roberto se había quedado quieto de repente. Se levantó de su lugar y se acercó.

—Nada, parece que perdí algo de peso, sólo eso jajajaja —respondió Roberto, mirándose la cintura. En el reflejo del espejo vio a Gustavo a tan solo dos pasos de él.

—Bueno, a nuestra edad es normal subir o perder peso de repente, pero igual, cada vez que puedo vigilo que te alimentes bien. —dijo Topo, agarrando a Roberto por los hombros desde atrás.

—Riki, Marce y yo no comíamos demasiado cuando éramos niños, Riki es el único de nosotros que sigue con esa costumbre. —explicó Roberto, recordando que su hermano apenas pudo comer la mitad de su plato en el almuerzo que habían tenido hace un par de días.

"Con razón son tan delgados", pensó Topo.

—¿Querés desayunar algo? Hoy es mi turno de demostrar mis habilidades para verter granola y fruta en el yogur —ofreció el hombre de gafas grandes, y sus manos habían bajado hasta la cintura de su pareja para hacerlo girar sobre su eje.

—Dale, dale. —aceptó Roberto con una sonrisa, mirando a su novio. Rodeó a Topo con ambos brazos, él todavía tenía el calor de las mantas en el cuerpo y eso fue bastante reconfortante, tan reconfortante como el roce de sus pieles cada vez que las charlas nocturnas se volvían algo más.

Desvelos (Roberto Musso x Gustavo Antuña)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora