Capítulo 41

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Roberto se quedó mirando por un largo rato los libros que estaban en un estante de la estación de servicio en la que se habían detenido para cargar combustible y comprar más provisiones.

Arteterapia: Energía —leyó el título de un libro para colorear. Lo abrió y hojeó un poco: los dibujos de flores, animales y mandalas con muchos trazos le resultaron hipnotizantes, así que no dudó más de cuatro veces para comprarlo.

"Le va a encantar.", dijo una voz en su cabeza.

—¿Qué traes ahí? —preguntó Topo cuando vio que Roberto tenía una bolsa de plástico en manos.

—Recordé que te gusta dibujar y pintar, así que esto es para vos —Roberto le entregó a su pareja el libro de mandalas que acababa de comprar.

—¡¡¡Ay, qué lindo!!! —exclamó Topo bastante conmovido por el regalo de su novio—. Tengo como cuatro o cinco de estos en casa, nunca los termino jajajaja.

—Yo creo que no tendría tanta paciencia y buen pulso para al menos pintar toda una página, soy mejor con las palabras —se rio Roberto. No era un gran devoto por el dibujo o la pintura, aunque le tenía una enorme admiración y respeto hacia los artistas.

—Yo traje unos marcadores y lápices en mi mochila, podemos probar más tarde si te parece. —propuso Gustavo, dándole a Roberto el libro para que lo tuviera consigo.

—Hmmm, nunca es tarde para probar cosas nuevas, supongo —aceptó Roberto, mientras se quitaba los tapones para oídos y los guardaba en su estuche de plástico.

—¿Son los que te regaló Alvin? —inquirió Topo.

—Sí, quería probarlos en el interior del surtidor, aunque también planeo usarlos en el bus y en el centro comercial —respondió Roberto—. Nunca había usado estas cosas, si te soy sincero.

—¿Por qué? —Gustavo puso en marcha el coche y siguieron con su camino.

—Simplemente aguantaba el ruido de lugares concurridos, tenía asumido que a todo el mundo le molestaba como a mí pero no se quejaban al respecto, luego descubrí que no es así —explicó Roberto, acomodándose en su asiento—. Hay tantas cosas que asumí que todas las personas sentían, y que solamente era un exagerado por encontrarlas molestas.

—Me cuesta creer que haya gente que no se ponga mal porque una mosca pasó volando cerca de su oreja jajaja —se rio el hombre de cabello enrulado, parecía estar hablando más consigo mismo—. No soy un dramático, así es como percibo el mundo.

—Me alegra saber que estás dejando de usar esa máscara de la que solías hablar, es lindo ver al verdadero Roberto Musso —comentó Topo, miró a Roberto un par de segundos y se percató del ligero sonrojo que invadió su rostro. No dijo nada al respecto, se limitó a sonreír desde sus adentros.


***

Al llegar a su lugar de destino, lo primero que vieron fue un grupo de gallinas y unos cuantos gallos recorriendo los alrededores del rancho de Topo Antuña. Ambos señores bajaron del vehículo y abrieron el maletero para sacar lo que habían traído para su estadía.

Roberto Musso no podía despegar la vista de aquellas aves de corral que buscaban insectos y semillas en el césped, una sensación algo familiar lo estaba invadiendo.

—¿De dónde salieron los pollos? —preguntó, dejando su maleta en el suelo para acercarse a ellos lentamente.

—Deben ser de la vecina, suelen venir hasta aquí —comentó Topo, viendo cómo Roberto levantaba al gallo de plumas amarillas con cuidado para acariciarle la espalda.

Desvelos (Roberto Musso x Gustavo Antuña)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora