Capítulo 18

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Nota de la autora: Se recomienda discreción para este capítulo y el siguiente debido a temas fuertes que se tocarán en el transcurso de la narración. Si ustedes están pasando por un mal momento, por favor, pidan ayuda a alguien de confianza. Siempre pongo en claro que esta es una obra de ficción, y que no deseo el mal a los que la protagonizan.


***

Gustavo Antuña tampoco podía dormir, así que se hallaba sentado en el sofá de la sala con su cuaderno de dibujo, para poder distraerse un poco. Había puesto una película en la televisión pero hacía rato le había perdido el hilo y le daba flojera retroceder a la última parte a la que le había prestado atención.

Seguía pensando en todo lo que había ocurrido ese día, desde el comienzo del ensayo hasta la cena con su "amigo". El guitarrista estaba más que feliz por haber solucionado el malentendido con el vocalista, porque eso los encaminaba a una posible relación formal, hasta ya estaba planeando qué podrían hacer en la próxima cita para que su futura pareja se sintiera lo más cómoda y tranquila posible.

No obstante, a la par que pensaba en esas cosas, no podía evitar sentir que...

Siendo sinceros, él no sabría cómo describir ese peso en su cabeza que lo invadía. Era una sensación entre preocupación y curiosidad. Le habría gustado seguir indagando con Roberto sobre lo que le ocurría pero prácticamente lo había echado de su departamento (con cordialidad, al menos).

—Olvidé pedirle la receta de su salsa —pensó Topo en voz alta, pero no quiso profundizar en eso porque quería seguir con el tema principal de su soliloquio.

Asumió que hablar sobre un evento de la niñez lo hizo sentir vulnerable o algo por el estilo, era la primera vez que escuchó una anécdota que no fuera relacionada con el impacto que tuvo la música en su infancia, una anécdota que de seguro deseaba poder olvidar pero que se hallaba incrustada en su cabeza aún a los cincuenta y seis años.

Agarró un lápiz azul y otro naranja cuando estaba a punto de pintar otra parte de su dibujo. No pudo evitar pensar que, al igual que estos dos colores, él y Roberto eran complementos del otro.

Si el hombre de cabello castaño no iba al estudio al día siguiente, lo iría a visitar sin falta alguna. Lo extrañaba demasiado y una parte se arrepentía de no haber insistido en quedarse, pero no lo había hecho porque sabía que Roberto necesitaba espacio y tiempo a solas para recuperarse.

Al fin, el cansancio empezó a invadirlo, así que apagó la televisión y cerró su cuaderno para volver a su habitación.

—Mañana será un nuevo día —se dijo, y le sonrió al reflejo del espejo que colgaba en una de sus paredes.


***

¿En verdad había sido buena idea salir? Después de todo lo que había sucedido ese día, ¿era seguro para él recorrer solo el centro de la capital? ¿Y si le agarraba otro colapso? ¿Y si lo asaltaban a punta de pistola? ¿Y si...?

"Por todo Tajo, Roberto, ¡sos un hombre adulto!", se reprochó a sí mismo por dudar y la lluvia de preguntas se detuvo (por ahora).

Al menos se había abrigado bien, traía algo de dinero en la mochila por si le daban ganas de comprar algo en el surtidor que había a unas cuadras del edificio donde residía; bueno también había guardado su celular, el DNI, su cuaderno de notas, un bolígrafo, un marcador indeleble, aspirinas... Y, algo tan fundamental como respirar, los auriculares para escuchar música, que también servían como tapones para oídos.

Montevideo era una ciudad que no dormía. Bueno, nadie estaba durmiendo aún a las diez y media de la noche. Varias personas seguían caminando por las calles, el frío no se sentía demasiado como Roberto había esperado, eso le pareció demasiado inusual considerando el hecho de que estaban a unos pasos del invierno. Igual, no pensaba sacarse el saco negro o la bufanda que llevaba puestos, esa noche estaba más friolento de lo usual.

El vocalista miró las luces del alumbrado público y suspiró en silencio. Nunca faltaba el poste cuya luz hiciera ruido. Una vez le comentó eso a sus amigos mientras estaban de gira por México y no le creyeron.

De todas maneras, eran bonitas. La noche era bonita.

Su situación le estaba recordando a una canción que Alvin Pintos le había mostrado hace un par de años, una que guardó en una lista en su cuaderno y eventualmente en su playlist llamada "De todo un poco" porque le encantó la letra.

Miró a sus costados y atrás antes de sacar su teléfono celular y los auriculares de la mochila.

Overkill, Overkill... —susurraba el título al buscar la canción y la puso mientras caminaba.

I can't get to sleep, I think about the implications of diving in too deep and possibly the complications, empezó a sonar la voz del cantante de Men at work luego de la introducción instrumental.

No puedo dormir, pienso en las implicaciones de bucear demasiado profundo y posiblemente las complicaciones... —traducía su cabeza lo que oía para analizar la letra.

Siguió caminando, sin dejar de contemplar las luces del alumbrado público y de los edificios. Faltaban unas cuadras para llegar a la peatonal. Era un lugar perfecto para pasar el rato, varios de los negocios recién cerraban a media noche así que podría entrar alguno y tal vez tomar algo.

It's time to walk the streets... Smell the desperation... At least there's pretty lights. And though there's little variation... It nullifies the night... from overkill, seguía sonando la canción en sus auriculares.

Y aunque hay poca variación, anula la noche de la exageración... —volvió a traducir la canción en su cabeza, no sabía si la había interpretado bien, pero igual procedió a analizarla.

Estaba convencido de que la letra hablaba de alguien que sobrepensaba todo, hasta el punto de no ser capaz de dormir tranquilo, hasta el punto de la exageración. Se cuestionaba si el baterista le había hecho una indirecta con mostrarla, porque se sentía bastante personal.

El hombre de cabello enrulado castaño llegó hasta una esquina y se detuvo porque había algunos automóviles circulando y la luz peatonal estaba en rojo.

Había una camioneta acercándose a toda velocidad.

"¿Qué tal si te tirás frente a ese vehículo y acabás con tu fastidiosa existencia de una vez por todas?", se le cruzó una idea y se dio cuenta que uno de sus pies estaba a punto de pisar el asfalto.

"Dale, Roberto, un paso más y serás libre..."

"Vamos, le vas a hacer un favor a todos... especialmente a Topo..."

"Sos una carga, nadie te quiere..."

No podía controlarlo, sólo se vio a sí mismo saltando frente a la camioneta y en una fracción de segundo fue lanzado por el aire gracias al impacto para finalmente caer en medio de la calle... Sangre brotando por un costado de su cabeza, formando un charco, huesos rotos y un dolor tan fuerte que lo dejó mudo, sus signos vitales disminuyendo hasta desaparecer, la música aún sonando en sus auriculares pero que cada vez se volvía más distante... Personas rodeando su cuerpo ya inerte, sirenas de ambulancia y de la policía.

Todo había acabado.

...

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Desvelos (Roberto Musso x Gustavo Antuña)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora