Capítulo n°2:
En la sala de entrenamientos del sótano del teatro se encontraban los cinco, cada uno entrenando en su especialidad.
Astrid con sus látigos dándole a todas las macetas con una rapidez alarmante.
Dominik practicando con Agatha esgrima, esos dos siempre se retaban en todo, rebatiendo su posición de que quién era el mejor, todos los días de entrenamientos se retaban y hasta el momento no había un ganador decidido, un día ganaba Agatha y otro Dominik, Andrew se preguntaba cuándo sería el día en que esa dura batalla diera lugar a su fin, posiblemente eso nunca pasaría, pero nunca estaba de más soñar.
En una zona más alejada del sótano estaba Andrew en una de las pruebas especializadas de resistencia, era la típica sección de entrenamiento que le dan a los recién iniciados del FBI o al menos eso dijo su entrenador que era un agente del FBI retirado.
Le había costado días lograr esa prueba, no porque no la completara, sino porque tenía un cronómetro que siempre iba más rápido que él, haciendo imposible terminar todo el circuito en menos de un minuto.
Pero ese día iba a ser distinto, Andrew lo iba a lograr, estaba seguro.
El cronómetro empezó a contar los segundos, Andrew comenzó a correr, primero pasando por los neumáticos, luego por las escalinatas, luego por el pasaje de cuerdas, el fango de lodo por el que tenía que arrastrase y por último el más difícil, y el que siempre hacía que perdiera, la cuerda floja, todos sus demás compañeros habían completado la prueba, menos él, tenía todo menos equilibrio, nunca pensó que fuera necesario, hasta que su entrenador le dijo que si no pasaba la prueba no avanzaría con el resto de pruebas y seguiría haciendo esa prueba todos los días de entrenamientos por el resto de su vida, el simple hecho de imaginarlo ya horrorizaba a Andrew, así que ese día sería el día que superaría esa maldita cuerda floja.
Se subió y sus pies se balancearon de un lado a otro hasta encontrar la mejor posición para colocar los pies, al hacerlo puso la mirada al frente, su entrenador le había dicho incontables veces que no mirara abajo, al final siempre lo terminaba haciendo y siempre caía, y la caída no era lo más agradable que digamos, no solo era una altura medianamente considerable, sino que debajo había un fango asqueroso con un olor desagradable, posiblemente con agua de alcantarillado, y ese olor no era nada fácil de quitar.
Avanzó, un paso, luego otro, tenía que estar centrado, los pensamientos alborotados y la mente dispersa no ayudaban con su equilibrio, pensó que podía concentrase al punto de olvidar que si pisaba mal caería posiblemente al vomito de Dominik después de una de su borracheras, eso solo le causaba nauseas.
Centró su mente en recitar la tabla periódica, era una tarea sencilla, pero a los 20 segundos su mente ya divagó al recordar la vez que tuvo que hacerlo en el colegio mientras preparaba algo en sus tubos de ensayos y como de los nervios terminó en todos los libros del profesor y como a los segundos sus libros habían desaparecido bajo esa extraña sustancia amarillenta.
Intentó pensar en algo que lo tuviera más centrado, y pensó en una sola cosa en la que no permitía distracciones, su misión personal, repasó en su mente la secuencia de acciones a hacer, de cómo tenía que proceder y cómo tenía que ser todo perfecto, sin excepciones.
Pensó que el tiempo otra vez lo habría traicionado y que tendría que ir más rápido, pero cuando se dio cuenta había terminado la cuerda, saltó de ella y el entrenador lo recibió con una sonrisa, deteniendo el cronómetro.
—Nuevo récord, eres el que ha terminado la prueba más rápido, muy bien Andrew, te espero igual de eficaz en los próximos entrenamientos, por hoy es todo, puedes irte a descansar o practicar por tu cuenta, pero antes que nada anda a ducharte que el lodo no te sienta bien —dijo el entrenador pasándole una toalla.
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Tras El Velo
FantasíaTodos vivimos en un mundo que consideramos ya explorado, pero lo que no sabemos es que junto a nosotros, separados por un velo imperceptible, tenemos un mundo donde la ciencia todavía no ha llegado, donde nuestras creencias flaquean, donde espíritus...