T.V 2: Capítulo n°11 ~Monstruo~

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Capítulo 11 ~Monstruo~

Las horas en el hospital se hacían eternas, apenas habían pasado unas cuantas horas y ya quería salir corriendo de allí, pero su cuerpo no se lo permitia, la recuperación era rápida, demasiado, pero no tanto como ella quería, quería hacer tantas cosas, pero le era imposible.

Había pasado mirando las paredes blancas por tanto tiempo que en su mente ya se había vuelto un lienzo para aflorar su imaginación inquieta.

Le habían quitado todo aparato tecnológico porque al parecer mientras funcionaban los talismanes de Agatha había algún tipo de interferencia.

Siempre estuvo acostumbrada a vivir sin tecnología, hace unos meses apenas sabía de la existencia de las redes sociales, pero una cosa es vivir en una hermosa cabaña rodeada de naturaleza, con cientos de libros a su disposición, y otra era estar en una cama de hospital contando la cantidad de hilos de sus sábanas.

Un par de horas después llegaron Agatha y Astrid con cosas entre manos.

—He estado pensando en qué más podría ayudar, porque no soy muy útil en este tipo de situaciones, y lo único que se me ocurrió fue una forma para que puedas salir más rápido de aquí.

Harley alzó una ceja y Agatha continuó.

—Tengo dos talismanes de curación, uno te lo di a ti y otro a Andrew, para que se cure la pierna, me lo devolvió, dijo que tú lo necesitabas más que él, así que creo que dos pueden hacer el trabajo de regeneración el doble de rápido y eficiente.

Se colocó el segundo talismán alrededor del cuello, brilló de un color esmeralda mucho más fuerte que el anterior, como si en verdad el tener dos hiciera algo más en ella.

—Y yo no te traje algo tan increíble y mágico, pero te traje esto —mostró su cuaderno de dibujo y sus lápices favoritos.

Las miró a las dos y sonrió, agradecía tanto tenerlas como amigas. Por un tiempo dudó de todos, incluyéndolas, pero con el tiempo descubrió que ella no era la única que fue engañada por Andrew, todos lo fueron.

Ellas tres pasaron horas hablando de como fue todo en la misión, como celebraron el cumpleaños de Dominik antes y muchas cosas más, como si el tiempo que ella se mantuvo distante nunca hubiera existido.

Cuando se fueron tomó su cuaderno entre sus manos, era de tapa dura con cobertura de cuero, se lo había regalado su abuelo en su cumpleaños 15, era antes de su madre, pero nunca pudo escribir nada en él porque sus hojas estaban en blanco.

Lo abrió y se puso a dibujar sin prestar mucha atención a lo que hacía realmente, solo quería dejar de pensar, dejar de sentirse ahogada en sus pensamientos.

Desde la muerte de su abuelo no podía quedarse sin hacer nada, tenía que estar activa, cuando no estaba en la universidad, estaba entrenando, cuando no estaba entrenando, estaba dibujando, estuadiando, leyendo o lo que sea que la hiciera olvidar su realidad, como si las ocupaciones fueran un bote salvavivas y cada vez que no tenía que hacer volvía a hundirse.

Tenía tantas cosas que pensar, la misión, Andrew, sus sentimientos, pero simplemente prefería ignorarlos, como llevaba haciendo ya hacia meses.

Dibujó en las páginas sus cosas favoritas, necesitaba concentrarse en eso para no pensar,1 primero una planta, mimosa púdica, siempre le pareció muy curiosa, también su flor favorita, la flor de loto, y por último unas palomas, que representan justo lo que necesitaba ahora, paz.

Pasó las yemas de sus dedos por los bordes del último dibujo, por sus alas, por su cuerpo, como si las acariciara, deseando que fuera real esa paz que simbolizaban.

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