• Día ▓ - Enlace •

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El silencio reinó durante unos segundos que parecieron horas, los restos de las paredes cayendo al piso de tanto en tanto cesaron con la quietud y el polvo se asentó una vez más en el suelo.

—¿Funcionó? —murmuró la pelinegra, incrédula—. Funcionó. ¡Sakura-chan, funcionó! —El alivio y la alegría eran notorios en su voz y en toda su expresión mientras ambas se incorporaban, sentándose en seiza una frente a la otra.

—Sí, lo hiciste, Momo-chan. —Sakura sonrió con suavidad al responder, colocando sus manos sobre su regazo con tranquilidad en su postura—. Exorcizaste al espíritu maligno que ha gobernado por mucho tiempo en este lugar. ¿Cómo lo supiste? —La intriga inundó su tono de voz al hacer la pregunta, acompañándola con una inclinación de su cabeza.

—Una monja budista me lo dijo. Ella... llegó de repente y me explicó lo que pasaba aquí. También me dijo qué hacer mientras ella se encargaba de liberar a las almas que ese espectro tenía atrapadas aquí —respondió mordiéndose el labio inferior al recordar su encuentro con la monja. Ahora que su vida no corría peligro todas sus emociones regresaron a ella, una tras otra, agobiándola, a la vez que sentía un gran alivio.

—Lo hiciste bien —felicitó mientras usaba la manga de su ropa para quitar una mancha de polvo en la mejilla de la pelinegra, luego acomodó uno de sus cabellos oscuros detrás de su oreja con delicadeza—. Gracias —musitó con sinceridad después de acercarse más a la otra y tomar sus manos, uniendo sus frentes en una muestra de mutuo apoyo.

—Somos libres ahora. —Cerró sus ojos al decir aquello, sintiendo como todo el cansancio se apoderaba de ella, pero el alivio de saber que todo había terminado era mayor.

Una luz resplandeciente llegó a través de los párpados cerrados de la heroína, confundiéndola y haciendo que se preguntara de dónde provenía, provocando que se separara de la miko y abriera sus ojos de inmediato. Frente a ella, las líneas negras que estuvieron en el rostro de Sakura desde que la conoció emitían un brillo extraño, la sorpresa se apoderó de sus facciones al ver que cambiaban de su usual color negro a un rojo como la sangre —como si fueran gotas gruesas de sangre que surcaban su rostro de una herida inexistente— hasta desvanecerse por completo, despejando la blanquecina piel de la miko.

En ese momento de desconcierto, la peli-rosa abrió sus párpados con lentitud revelando sus orbes luminosos que brillaban hermosamente como fuentes de jade líquido en constante movimiento; los ojos de Sakura eran una extraña maravilla de contemplar para Momo, completamente diferentes al brillo usual que opacaba su rostro y al cual se había acostumbrado a presenciar en ocasiones.

—¿Sakura-chan... qué...?

—La monja cumplió su parte, todas las almas atrapadas podrán descansar en paz al fin. Y gracias a ti, mi maldición se rompió. Yo no podía destruir el enlace por mi propia cuenta, ahora que fue purificado... yo también desapareceré —anunció con una sonrisa que a Momo le resultó la más triste que había visto en su vida. Esa última información le cayó como un balde de agua helada—. Es lo que merezco por todo el daño que he hecho.

—Espera... ¿Qué estás diciendo, Sakura-chan? —El nerviosismo se apoderó de su ser, asustada por las palabras de la otra joven, a la vez que su corazón comenzó a latir acorde a su desesperación por no comprender qué estaba ocurriendo. Se suponía que todo había terminado, ¿verdad?

—Podrás regresar a casa, Momo-chan, volver a tu vida. —Ella posó su mano con suavidad en el pecho de la más alta, a la altura de su corazón, mientras sus orbes brillaban con más intensidad por unos segundos—. Todos te recordarán de nuevo.

[✓] El RyokanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora