• Día 3 - Caos •

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Ojiro se dio la vuelta rápidamente, abriendo los ojos de par en par por haber sido sorprendido tan abruptamente. Para su suerte, reconoció la voz de inmediato, aunque carecía del tono amistoso que conocía.

—S-Sakura-san —tartamudeó. Tragó saliva al ver su figura oscurecida, donde sólo sus ojos verdes resplandecían sin emoción alguna. Se veía intimidante, su cuerpo se negó a abandonar su postura defensiva, incluso ante su reconocimiento.

—No deberías estar aquí. —La expresión de ella cambió a una de horror.

La voz de la miko era seria y hasta amenazante, penetrando en sus oídos debido a la acústica de la cueva. Gracias a esto Ojiro pudo darse cuenta de que los cánticos y sollozos quedaron silenciados con la presencia de Sakura.

—Sakura-san —habló después de pasar saliva con pesadez, dando un paso hacia ella. Después de todo, era Sakura, su anfitriona, una chica amable e inofensiva, alguien que no le haría daño, ¿verdad?—. Algo extraño está ocurriendo. —Bajó la voz mientras ella se acercaba a él a paso lento—. Creo que es obra de villanos. Es peligroso para ti, será mejor que...

La cueva se sacudió con violencia, interrumpiendo sus palabras. Él se apresuró hacia la joven y la abrazó para protegerla de los escombros que se desprendían del techo rocoso.

—¿Qué está pasando? —habló una vez que el temblor se detuvo. Inspeccionó a la peli-rosa para comprobar su estado, encontrándose con sus ojos verdes normales y una expresión suave, pero preocupada en su rostro.

—Ojiro-san, debemos salir de aquí —expresó con apuro. Tomó su mano y tiró de él hacia la salida.

—Espera. Hay alguien que necesita ayuda allí adentro —informó, poniendo resistencia.

Un grito espectral y ensordecedor estremeció la cueva, provocando que temblara una vez más.

—¡Debemos salir de aquí! —gritó Sakura, arrastrándolo al fin con ella para huir de ahí.

Al salir de la cueva, Ojiro se dio cuenta de la oscuridad que rodeaba a todo el bosque, apenas podía distinguir los dos caminos que habían usado en el día. Vio a la peli-rosa mirando en todas direcciones con ansiedad, ella era la que conocía este lugar, si ella tampoco podía reconocer el camino que debían tomar para regresar al ryokan, estaban destinados a hacerle frente solos a lo que fuera que los amenazaba.

El mismo aullido que escuchó al despertar de aquél transe resonó por el bosque, seguido de muchos más y mucho más cerca. La mano de Sakura se apretó con más fuerza alrededor de la suya.

—No hay tiempo. Ya no hay tiempo —declaró ella. Lo tomó del rostro para que la mirara a los ojos y darle más peso a sus palabras—. No tenemos más tiempo. Vamos a tomar un atajo. ¡Sígueme! Y por nada del mundo te tropieces.

Con eso dicho empezaron a correr con velocidad, con Sakura liderando, alejándose de los alaridos y lo que fuera que quería salir de la cueva, con los aullidos que parecían perseguirlos como una jauría de bestias hambrientas.

Continuaron corriendo sin bajar el ritmo, con sus respiraciones aceleradas y jadeantes. En algún punto de su huida el cielo se vistió con espesas nubes y los relámpagos que lo surcaban iluminaban de a momentos su panorama. Gracias a esto, Ojiro se dio cuenta de que estaban pasando por en medio de un pueblo. Un pueblo de estructuras muy antiguas, completamente en ruinas y tomado por la naturaleza en algunas partes.

"Era algo que hacía la gente del pueblo en la montaña, pero este se extinguió hace cientos de años."

Recordó las palabras de la chica cuando hablaron de la cueva de los sacrificios, y al ver el tipo de destrucción que tenían las casas se preguntó cómo exactamente se extinguió este pueblo. Parecía más bien que habían sufrido un ataque.

[✓] El RyokanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora