• Día 2 - Shōji •

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—¡Quiero que Sakura-chan esté con nosotros! —Hagakure pataleó en berrinche desde su cojín en el suelo.

—Oye, tranquilízate. Sakura-san no puede estar todo el tiempo persiguiéndonos. —Ojiro se alejó un poco para no recibir por accidente ninguno de los golpes de la chica invisible que daba al aire.

—Ojiro-kun tiene razón —dijo Iida, acomodándose los lentes—. Sakura-san tiene sus propias responsabilidades que atender.

—Pero yo quería enseñarle a jugar Uno. —Su voz salió como si estuviera haciendo pucheros con la boca.

—Aún tenemos tiempo aquí, podrás hacerlo —alentó Kirishima.

—Sakura-san nos contó que no ha tenido amigos debido a que siempre vivió aquí. Solo ha estado rodeada de adultos. Se veía realmente contenta cuando le dije que podríamos volvernos amigas —comentó Yaoyorozu.

—Ella parece ser la que está a cargo aquí. Es muy atenta y bastante madura a pesar que tenemos la misma edad —aportó Tokoyami con los brazos cruzados. Dark shadow estaba a gusto siendo mimado por Asui.

—Si realmente apreciamos su amistad, no deberíamos interferir en su trabajo y hacerla sentir parte del grupo cuando esté con nosotros —dictaminó Iida.

—¡Hagamos bonitos recuerdos junto a Sakura-chan! —exclamó Ashido exteriorizando su emoción al levantar su brazo en alto, obteniendo la aprobación de todos.

—Quizás podría unirse a nosotros en una pijamada —propuso Uraraka, ante la intensa mirada que recibió de Iida que pronosticaba uno de sus regaños, ella se apresuró a continuar, riendo con nerviosismo—. Si es que está en las posibilidades.

¡Non! Necesito mis horas de sueño reparadoras para brillar con intensidad durante el día. —Aoyama saltó con elegancia de un extremo al otro de la habitación, cayendo sobre una de las puntas de sus pies y girando un par de veces antes de detenerse con una pose extravagante, con un destello brillante acompañando su sonrisa.

—Estoy de acuerdo con Aoyama. Sakura-san debe tener su descanso. De seguro es la primera en levantarse y la última en acostarse, verificando que todo esté en orden. No deberíamos interferir en eso —habló Satō.

—¡Dejen de alardear que se volvieron cercanos a esa diosa! —chilló Mineta con envidia—. ¡Basta de parlotear como viejas chismosas! ¡Vamos a hacer algo divertido! ¿Dónde está la comida chatarra? ¿Las revistas para adultos...?

—¡Juguemos Uno! —exclamó Hagakure, después de que Jirō golpeo a Mineta con su peculiaridad e interrumpiera su discurso fuera de lugar.

—Vi máquinas expendedoras cerca de la entrada —murmuró Kōda con cierta timidez.

[✓] El RyokanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora