• Día 2 - Mineta •

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—¡Shōji! ¿Por qué tardaste tanto? —increpó Sero, acercándose para ayudarle con lo que traía ni bien lo vio llegar.

—Me topé con Sakura-san en el camino y... —Dejó inconclusa su frase, indeciso sobre si debía comentar lo que había pasado afuera.

—¿No pudiste evitar caer en los encantos de la bella dama? —bromeó Aoyama, bebiendo su refresco con elegancia. Los demás reaccionaron ante el comentario, y comenzaron a hacer bromas al recién llegado que solo pudo ponerse nervioso al recordar la cercanía de la miko. Daba gracias a su máscara, sino el sonrojo lo delataría y sus compañeros malinterpretarían la situación.

—No puede evitarse, Sakura-chan es preciosa. —Se hizo escuchar la voz de Kaminari, para luego dar un grito cuando Jirō lo golpeó con su peculiaridad mientras lo fulminaba con un sonrojo en sus mejillas.

—No es así, solo estuvimos hablando —excusó el de la máscara, pero no fue escuchado. Iida tuvo que intervenir para poner orden nuevamente—. Dejando eso de lado, ¿ocurrió algo en mi ausencia? —Él quería saber si algo extraño había sucedido, algo como lo de aquella sombra, pero al perecer todo estaba bien y nadie notó nada fuera de lugar.

—Estábamos discutiendo sobre que Mineta debe ir a disculparse por lo que hizo —informó Ojiro desde su lugar. Sus compañeros asintieron.

—¡Ya! ¡Está bien, lo haré! Yo también quiero ser cercano a Sakura-san —exclamó Mineta, poniéndose de pie en una pose que demostraba valentía. Acción para nada acorde al contexto de su situación.

—Debes disculparte porque es lo correcto —corrigió Iida, moviendo sus manos para darle énfasis a su punto.

—Sí, sí. Shōji, ¿sabes dónde puedo encontrarla?

—Dijo que estaría atendiendo unos asuntos, pero que podíamos buscarla en su habitación si necesitábamos algo.

—¡Bien, allá voy! —Mineta salió disparado de la sala de estar común en la cual estaban pasando el rato después de la cena.

—¿Estará bien dejarlo ir solo? —cuestionó Kirishima con preocupación por lo que pudiera hacer su compañero.

—Mineta-kun debe madurar en algún momento. Hay que darle un voto de confianza.

Un silencio escéptico siguió a las palabras del representante de la clase.

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Mineta se adentró por los pasillos que conducían a la habitación personal de la peli-rosa, recordando el tour que ella les había dado el día de su llegada. Al doblar en una esquina pudo escuchar la melodiosa voz de la miko tarareando aquella canción que le resultaba conocida. Caminó hasta su destino como si estuviera hechizado por el canto de una sirena. Realmente le atraía esa joven, tenía algo en su aura que lo tenía obnubilado, solo pensando en su belleza.

Paró en seco al percatarse que la puerta corrediza estaba entreabierta y por ella podía ver a la miko sentada de rodillas en el centro de la habitación, dándole la espalda. Tragó saliva con pesadez y el cuerpo tembloroso ante la oportunidad que se le presentaba.

Observó con fascinación como ella cepillaba su corto cabello, tarareando. Sus movimientos eran gráciles, delicados, era una ninfa a sus ojos. Sonrió lujurioso cuando ella se inclinó hacia adelante para alcanzar algo y le dio un maravilloso ángulo de su retaguardia; cubrió su boca cuando la saliva escurrió de allí.

[✓] El RyokanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora