⑥ 𝘈𝘶𝘯𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘢𝘴𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘢ñ𝘰𝘴.

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Uno de los días que más recordaba de mi infancia, junto a Hiyyih,fue la primera vez que asistimos a clases en la escuela Serlim.
Hiyyih llamó la atención de chicos y chicas con su descomunal melena rubia y labios rosas. Mientras caminábamos a nuestra aula varios le pedían ser su compañero de asiento pero ella amablemente los rechazaba aclarando que yo era su acompañante y hermana.

A todas las clases a las que asistíamos siempre nos sentábamos juntas y si era un salón con solo una banca individual, nos manteníamos cerca.

Actualmente ambas teníamos 15 años a nada de cumplir 16. Y era el primer día de clase del año 2020.

Con el pasar de los años me acostumbré a que el primer día de clases, sean las brochas, movimiento, zapatos cayendo al piso y música, lo que me despertara y no la alarma que siempre mantenía a horario.

Toqué ciega alrededor de la cama, sin sorprenderme con no encontrar el calor de Hiyyih.
Las cortinas de los grandes ventanales fueron corridas,  abriendo paso a la luz solar, el televisor plano se encendió en las noticias con un volumen extremadamente alto.

<< Una gran mañana para un gran día. Es el comienzo de clases. Los padres deben estar eufóricos con no tener a sus hijos en casa. Hoy nos espera un día soleado pero con temperaturas que rondan los 10 grados>>.

— Bájale el volumen. — Me quejé colocándome boca abajo.

— Ya casi son las seis y media. Deberías bañarte y alistarte. — Oí a Hiyyih y, aunque la viese, sabía que se encontraba peinandose.  — Dale. Mamá está terminando de preparar el desayuno, y tenemos que llegar temprano para conseguir un buen lugar en la clase de matemáticas.

— No quiero ir. — lloriqueé y pegué pataliadas. El maullido de Kira, la gata persa felpuda y blanca de Hiyyih, me asustó. Le  había aplastado la patitas. — Perdón Kira. No sabia que estabas aquí.

— Ey... Ten más cuidado. Kira apenas se recupera de la operación. — Hiyyih tomó a su gata de dos años y la dejó en su torre rascador. Kira fue operada de urgencia hace un mes por un accidente con los niños del barrio que casi la deja sin una pata. El niño que la atropelló, sin querer, salió también lastimado y se disculpó innumerables veces e incluso le pidió a sus padres pagar la operación. Kira aún tenía su patita derecha envuelta en gasas.

Me levanté totalmente despeinada y enfoque mi visión. Hiyyih se miraba al espejo, colocándose su corbata verde.
Me estire y camine hasta el baño para cepillarme y lavarme completamente.

Con los años había más de mí ahí que en cualquier otro sitio. Tenía un cepillo de dientes, mis cremas hidratantes, mi caja de lentes, mi toalla, jabones, shampoos, mi propia ropa dentro de su gran cuarto como armario y un escritorio propio para estudiar.

Hiyyih siempre me insistía en colocar otra cama en el cuarto o comprar una litera. Yo siempre me negué porque, aunque pasará seis días de la semana en su casa y viviendo en su cuarto, no iba hacerle eso a ella. Era su cuarto, su espacio y privacidad. Colocar una cama es como plantarme para siempre ahí.

—¿Cómo me veo? — me preguntó, apenas salí del baño, secándome el rostro. Ella posó para mí, sosteniendo su falda verde encuadrada y mostrando sus dos coletas bajas. Su pelo rubio resaltaba demasiado tanto como sus labios rosa pastel. — Pienso ponerme el saco encima. — Hiyyih siempre iba bien arreglada el primer día, con toda la indumentaria completa.  —¿Y?

Su cabello seguía igual de largo y lacio, nunca se animó a contárselo tan corto, solo las puntas. Su belleza con el paso del tiempo aumentaba gradualmente hasta preguntarme si era real.

°•☆ ᴬ ᵐⁱ ᵐᵉʲᵒʳ ᵃᵐⁱᵍᵃ... ᵍʳᵃᶜⁱᵃˢ ☆•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora