°•☆ ᴬ ᵐⁱ ᵐᵉʲᵒʳ ᵃᵐⁱᵍᵃ... ᵍʳᵃᶜⁱᵃˢ ☆•°

³⁶| 𝘗𝘢𝘴𝘪𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘣𝘭𝘢𝘯𝘤𝘰𝘴.

Mamá Jeongi no era alguien que insistía, ella siempre esperaba que fuéramos nosotros los que le contáramos qué ocurría. No era la típica madre “metiche” por lo que no insistió con preguntas luego de que le dijera que Yeonjun estaba molesto por mi culpa debido a que no le aclaré con anterioridad mis sentimientos.

Beomgyu me llamó más tarde en la noche, después de esa pelea, lo primero que me dijo fue que Yeon Jun llegó a al departamento, en donde él durmió un par de noches, y le exigió irse de inmediato por considerarlo “cómplice” por saber que Kai y yo teníamos algo.

— …No puedo creer que me venga a enterar de esto por Yeon hyung, eres mi amiga y no me dijiste nada, eso me duele. — su tono de voz era alto, no sabía si era por el volumen del celular o porque estaba regañándome.

— Son las 3 de la mañana. — bostecé, girando en la cama boca arriba, mis ojos pesaban. — Tengo que abrir temprano la cafetería, se lo prometí a Wonnie.

— …Acabo de llegar a un nuevo alojamiento, Soobin hyung permitió que durmiera en su sillón. — Escuché un bostezo de su parte. — Apenas Yeonjun intentó entrar en razón, cuando menos lo imagine ya tenía mis calcetines en la entrada de su casa. Cuenta, ¿ya son novios?

—¿Si te digo que sí  me dejas dormir? — volví a bostezar.

— …Claro que no. Necesito que me cuentes como te lo pidió. — Sonaba demasiado ilusionado, pude escuchar las quejas de Soobin del otro lado de la llamada.

Pero ni en mis sueños era la novia de Kai, tal vez era demasiado pronto o no le gustaba lo suficiente como para serlo. Probablemente no era tan linda para estar a su altura. Malditos pensamientos nocturnos.
Mi respuesta ante esas dudas fue una desagradable realidad y mis ojos se cerraron para descansar. Solté el celular a mitad de la noche, siendo los berrinches de Beom lo último que escuché y la lengua de Kira sobre mi cara lo último que sentí…

La salidas al centro comercial con mis amigas era algo que disfrutaba… demasiado, nos divertíamos probándonos vestidos caros, extravagantes y brillantes, cientos de ellos pero la dura realidad no pisoteaba cuando salimos de esas tiendas sin nada en manos. Yujin siempre era la única que compraba algo, esta vez un vestido de gala, gracias a la tarjeta negra que Jay le entregó con tanto cariño. Era tanta la suma de dinero en ese pedazo de cartón que Yunijin elegía siempre el vestido más caro del local, Una colección de Robert Cavalli, era un vestido que estaba compuesto por dos piezas: un top con una sola manga y cuello horizontal que estilizaba su figura y una larga falda brillante que la hacía ver mucho más alta y delgada de lo que ya era. Tenía piezas de cristales y diamantes, era un reluciente vestido de noche que escogió apenas lo vió.
Jay era un joven multimillonario, no era secreto que su padre era el dueño de una aerolínea de prestigio nacional e internacional, La mayoría de sus familiares estaba vinculada al negocio aeronáutico, por ejemplo, uno de sus tíos era un piloto privado de varias estrellas coreanas. Jay aprovechaba su cómoda situación y humildemente le regalaba viajes, en su jet privado, a Yunjin y a toda su familia. Mi amiga era una chica muy consentida y mimada, en el buen sentido, todas estábamos feliz por ella y su sana relación que no borraba su humildad. Yunjin también organizaba eventos de beneficencia y, de vez en cuando, en esas reuniones tocaba la guitarra junto a Jay. Tenían gastos millonarios pero también se sentaban a comer el tofu más apestoso de la feria más poblada de la ciudad

Después de salir de una tienda de joyas, junto a unos nuevos relojes para cada una, fuimos a comer el mejor platillo jamás conocido -después del sándwich de pollo de mamá Jeongi-. pollo frito. Las ganas que tenía de incrustar mis dientes en la crocante consistencia explotaban pero tenía que contenerme ya que Danielle no dejaba de tomar fotos e impedía que incluso Kazuha los saboreara de cerca.