°•☆ ᴬ ᵐⁱ ᵐᵉʲᵒʳ ᵃᵐⁱᵍᵃ... ᵍʳᵃᶜⁱᵃˢ ☆•°

①⑧ 𝘚𝘪𝘯 𝘵𝘪 𝘺𝘢 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘮á𝘴 𝘯𝘢𝘥𝘢.

— Chae Chae... despierta.

Abrí los ojos y me encontré con el rostro de papá. Él me sonríe y luego pide amablemente que me sentará, depositó una bandeja con mi desayuno sobre mis piernas.

Mis ojos dolían y fue por una pesadilla que me hizo llorar y levantar exaltada a las 4 am.

— Hoy hará un poco de sol, sé que hace frío pero será un lindo día. Deberías ir a recorrer el pueblo.

Encendí mi celular y me fijé en la hora. Era medio día y yo aún estaba en la cama, papá lograba entender mi insomnio y sueños hasta tarde.
Casi dos meses desde que Hiyyih…
Luego del velorio no regrese a la mansión si no que acepte la propuesta de papá de vacacionar en el campo junto a él. 

Era normal, ni genial ni aburrido, solo normal. Me gustaba estar siempre despierta para distraerme porque apenas cerraba los ojos, las feas imágenes me atormentaban, pero no podía estar despierta todo el tiempo. Cerraba los ojos inconscientemente hasta cuando me tocaba lavar los platos.

Lo hacía en los últimos días de clase pero, por suerte, logré pasar de año a pesar de todo. Siento que los profesores me promocionaron por lástima pero, ¿qué más podía hacer? Solo agradecer.

Papá tenía una hermosa y pequeña casa en un pueblito chico a las afueras de Seúl, a cuatro horas en auto.
Había un gran patio que era la granja, tenía un corral lleno de gallinas y otro de cerdos, un granero con vacas y caballos. Y una laguna con peces.
Papá cumplió su sueño de ser un hombre de campo.

Por un momento pensé que vivía en soledad hasta que conocí a Kim Ji Soo, la hija del medio de un anciano granjero. Ella tenía 33 años y no estaba casada, perfecta para mí papá que -con 35 años- se veía como un total adolescente… y es que lo era. Tuve un padre adolescentes cuando nací.

— Hija, estuve pensando en ... ¿Qué te parece mudarte conmigo? Aquí hay una escuela secundaria y podrías terminar tus estudios. Ahorraremos para enviarte nuevamente a Seúl para la universidad.

Con una mirada esperé a que me entendiera y sepa que no quería a hablar de eso.

— Será divertido aquí, te gusta jugar con los gemelos de la vecina Kim. Ellos también se emocionarán si te ven más.

— Papá...

— Es muy sano aquí, el aire es fresco y los paisajes son como un retrato, podrías dibujar más, a ti te gusta dibujar. Si vuelves allá, tu mamá no se hará cargo de ti y estarás sola.

— Papá, por favor.

— También sabes que ella ya no estará allí...  — Odiaba que empezara a hablar de eso sin filtro. Tenía suficiente con el dolor de cabeza como para que él la nombrara. Mis manos soltaron la taza y carraspee incómoda. — Perdón, hija. No quise decir eso, sé que no es así pero… ella era la que te unía a la familia Huening, ahora que no está ella vos no tienes nada que hacer ahí.

Nunca fui amiga de Hiyyih para estar con su familia.

— Tienes razón, papá. El día está lindo, iré a pasear.

Me levanté de la cama, papá quiso hablarme pero le pedí que se retirara para poder cambiarme.

Los gemelos Kim eran dos niños de once años, agradables. El mayor se llama  Kim Gaku y el menor Daniel, ambos se parecen un poco ya que se tenían facciones que lograban diferenciarlos.

Siempre caminan por todo el pueblo tomados de las manos y con una pelota de fútbol, era común encontrarlos en el parque como esta vez.
Me uní a su juego de pura casualidad, cuando menos lo espere, ambos metieron 17 goles en contra mía.