④ 𝘌𝘭 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘰 𝘥𝘪𝘧í𝘤𝘪𝘭.

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Bahiyyih no era hija única, como imagine -en el momento en que la conocí-, ni tampoco tenía padres separados, como los míos, y mucho menos vivía en un barrio común como pensé.

Resulta que Bahiyyih vivía con sus dos progenitores (la señora Jeong Yeon y el Señor Vernon) quiénes mantenían una relación estable y larga. Junto a su hermana, cuatro años mayor,y su hermano dos años mayor. También a la familia Huening se les unía un cachorro al que llamamos Doggy, que adoptamos cuando teníamos 10 años.

Los Huening vivían en una gran casa parecida a una mansión de tres pisos y el ático (sin incluir el sótano), era pintoresca y moderna. El patio delantero privado estaba lleno de flores de varios colores que a la señora Jeong le gustaba regar todas las mañanas, sin falta.

Vivían en la localidad de Gangnam, -una de los sectores más caros de Corea del sur-, específicamente en el complejo de residencia privadas llamado Castles Of Gold.

La mansión llamaba la atención de cualquiera que pasaba por ahí ya que, de entre todas, era la más lujosa.

Tenía doce años cuando complete el recorrido, sin problema, desde mi casa hasta la casa número 37” de la pequeña ciudad de millonarios.

— Señorita Eun Chae, no pasó la noche en casa.

— Buenos días señor Zhie. — Bajé de mi bicicleta y caminé con ella hasta la garita de seguridad. Saqué de mi mochila un tupper lleno de galletas que horneé el día anterior y se lo entregué, junto con una botella de leche.

— Muchas gracias, señorita. Lo comeré con gusto. Vaya con cuidado, a esta hora los residentes sacan a pasear a sus mascotas y muchos no tienen cuidado con dejarlos libres.

Volví a montar mi bicicleta y le agradecí por la información, la rejas negras y gigantes de Castles Of Gold se abrieron frente a mí y volví a mi recorrido, despidiéndome antes del señor Zhie con la mano.

El guardia de seguridad me conocía muy bien ya que me ha visto siempre con la familia Huening por lo que cuando me veía sola -fuera del complejo de casas- me habilitaba el acceso, sin dudarlo, y sin avisarle por timbre a la familia Huening que alguien iba a verlos o lo esperaban.

Con el tiempo entendí que el señor Zhie pensaba que yo era una hija más de la pareja Huening.

Había un bicisenda por la cual manejaba, los residentes de Castles Of Gold me saludaban con la mano o gritando un  <<Buenos días, Eun Chae.>> yo les devolvía el saludo.

En menos de seis minutos llegué a la casa 37 y bajé de mi bici la cual dejé junto a la de Bahiyyih, Kai y Lea, sobre el paso, un sector que estaba alejado de las flores de la señora Jeong.

Aún no me acostumbraba a la idea de que era libre de dejar mis cosas donde quisiera y sin seguro, no quería que la bicicleta -que él señor y la señora Huening me regalaron en navidad- sea robada. Pero en Castles Of Gold nada podía salir mal, era un lugar seguro y asegurado, con millones de cámaras por todos lados y confianza. Era un barrio de ricos amurallado de los peligros y horrores del afuera, casi como otra dimensión.

Doggy salió a recibirme, meneaba su cola pero no se orinaba como las primeras veces que lo visitaba, esto se debía a que ya me conocía y muy bien.

Doggy era de raza pastor alemán. Masajeé el suave pelaje de su cuello y me levante, limpiando mis rodillas llenas de tierra.

— Mucho calor. — Jeong Yeon salió de la casa, trató de estancar la puerta pero esta ya se había cerrado así que, rendida, bajó por los escalones, con una pala en una mano y la manguera en la otra.

°•☆ ᴬ ᵐⁱ ᵐᵉʲᵒʳ ᵃᵐⁱᵍᵃ... ᵍʳᵃᶜⁱᵃˢ ☆•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora