(Capitulo 7)

235 20 0
                                    


"¿Que tan lejos estamos de estar cerca?"

>>~•~<<

L

Hoy viajaba a Amsterdam, después de ayer correr de un lado para otro ordenando mi maleta, salir a hacer compras de último momento, llevar a mis gatos y mi perro al hotel para animales y quedarme dormida encima de mi cama por fin estaba todo listo.

Eran las 7 de la mañana y me estaba quedando dormida en la silla del aeropuerto, el vuelo salía pronto así que no podía darme el lujo de descansar.

- Lisa, es hora de subir al avión, sé que te estás muriendo de sueño, pero tienes que moverte - Con pereza me levanté del asiento, agarré mi maleta y comencé a caminar hacía la zona de abordaje.

Hoy no estaba de muy buen humor que digamos, no había dormido bien por los nervios de la gira, lo qué pasó ayer con Frederic, sus palabras y mis recientes sentimientos, todo eso me tuvo pensando hasta tarde.

No quería darle muchas vueltas, de todas formas era algo pasajero, solo tenía que esperar a que pasaran como me había pasado muchas veces antes.

Rogaba porque así fuera.

El vuelo se hizo corto para lo largo que era, y antes de lo esperado ya estábamos en Amsterdam de camino al hotel.

Cuando llegamos a recepción me mantuve a un lado mientras mi manager se encargaba de todo, cuando se acercó a mi con una cara preocupada supuse que algo iba mal.

¿Es que no pueden hacer bien su trabajo por una maldita vez en sus vidas?

- Lisa, vas a tener que dormir con Jennie, se supone que teníamos una reserva pero como ayer no llegamos le dieron tu habitación a otra persona. Intenté arreglarlo pero ya no puedo hacer nada - Estaba nerviosa, podía verlo en su cara, ella sabía que mi temperamento era difícil de tratar.

Me obligué a mantener la calma mientras repetía en mi mente que no era culpa de ella, me limité a asentir con las cejas fruncidas y me dió la tarjeta de la habitación.

Caminé por los largos pasillos hasta que di con la habitación, abrí la puerta y entré, casi al instante sentí la ducha correr mientras una melodiosa voz salía del baño.

Caminé hasta la sala buscando la habitación y cuando la encontré me di cuenta de que solo había una cama.

Ni loca duermo en el sofá.

Pensé mientras me mentalizaba para dormir con Jennie, a ella no le iba a gustar la idea, pero no había opción, el sofá parecía lo suficientemente incómodo como para dejarte com dolor de espalda durante una semana entera.

Me volteé cuando escuché la puerta del baño ser abierta y Jennie salió con solo una toalla rodeando su cuerpo mientras su pelo estaba suelto y mojado, evidencia de la ducha que acababa de tomar.

- ¿Que demonios haces tú aquí?, por si no te has dado cuenta es mi habitación - Dijo mientras me miraba con el ceño fruncido, por alguna razón percibía que estaba enojada, aunque su forma de hablarme ya decía mucho.

- Lo sé, y créeme, esto no es de mi completo agrado, pero la habitación que era para mi se la dieron a otra persona porque no llegamos puntuales a el plazo de tiempo puesto por el hotel - Expliqué mientras me limitaba a no mirar más abajo de su rostro a pesar de que la tentación era grande, sus piernas se veían increíblemente suaves y cremosas.

- Obviamente se la dieron a otra persona, después de todo ayer no llegaste al maldito aeropuerto como prometiste - Su tono de voz fue increíblemente enojado mientras caminaba hacía donde tenía su ropa y elegía lo que se iba a poner.

- ¿Que te pasa conmigo?, ¿Por qué estás tan enojada?, además, yo no hice ninguna promesa a nadie - Yo me comenzaba a enojar también, y la combinación de Jennie enojada más yo enojada no era muy buena, eso es lo que pasa cuando pones personalidades igual de fuertes en un mismo lugar.

- ¿Como que por qué Lalisa?, me dijiste que ibas a verme en el aeropuerto, pero, ¿Adivina qué?, nunca llegaste, eres una maldita mentirosa - Por un momento me ofendí, entendía que estuviera enojada, pero, ¿Maldecirme?, eso si que estaba fuera de mis límites.

O eso pensaba hasta que se agachó para recoger sus zapatos dejando su trasero a mi vista, cada milímetro de mi ser se encendió como antorcha, el deseo me consumió de una forma que me dió vergüenza, parecía adolescente hormonal cada vez que Jennie estaba cerca.

No sabía con exactitud lo que me pasaba pero me encantaba sentir lo que fuera que estuviera sintiendo en ese momento, aunque claro, el enojo seguía allí.

Me obligué a mantener mi mente fría y concentrarme en sus palabras, tenía que dejar de pensar de esa forma, me sentía como una jodida pervertida.

- Sabes que estaba terminando de resolver unos asuntos importantes Jennie - Dije intentando mantener la calma, si nos alterábamos las dos esto podía acabar mal y afectar el tour que nos costó tanto planear.

Ella soltó una pequeña risa sarcástica mientras rodaba sus ojos y se levantó dándose la vuelta para mirarme con ojos furiosos.

- ¿Ahora le llaman "Asuntos importantes" a follar? - Podía ser solo una idea mía, pero Jennie parecía celosa de Frederic.

- Si follamos o no no es tu problema, la cosa es que estoy aquí a tiempo para la gira, no pasó nada grave, no entiendo tu reacción - Dije mientras fruncía mi ceño y entrecruzaba mis brazos por debajo de mi pecho, estaba comenzando a desesperarme.

- No Lisa, la cosa aquí es que me dijiste que ibas a estar conmigo en el aeropuerto y nunca llegaste, sabes que me dan miedo los aviones y no fuiste capaz de cumplir con tu palabra.

¿Miedo a los aviones?

- Nunca me lo dijiste Jennie, no soy una adivina con una bola de cristal para poder ver el futuro - Mi gesto se suavizó mientras entendía el verdadero problema de todo esto, sin embargo seguía sintiéndome ligeramente ofendida.

- ¿Y que hubiera cambiado?, ¿Habrías llegado al aeropuerto?, porque yo no lo creo - Y con eso Jennie se dió media vuelta y entró al baño nuevamente, dejándome parada y con palabras en la boca, como la estupida que yo misma sentía que era.

Si me lo hubieras dicho antes habría ido yo misma a buscarte a tu casa para tomarte de la mano y no soltarla hasta que llegáramos a Amsterdam.

Pero eso es algo que ella nunca sabrá, al parecer tenían razón cuando decían que las más bajitas eran las más peligrosas, con su metro cincuenta y seis llegó a intimidarme, pero de alguna forma se sintió común, estaba comenzando a acostumbrarme a Jennie, y eso era lo más terrorífico de todo esto.

No tienes que encariñarte Lisa, no puedes hacerlo.

•Cuando Nadie Ve• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora