El aroma de las hierbas de fertilidad llenaba la estancia mientras me acercaba a los aposentos de mi madre, Kosem, llevando conmigo una bandeja que contenía una taza de té aparentemente común. Mis intenciones, sin embargo, eran mucho más complejas.
—Madre, te he traído un té. Pensé que te gustaría disfrutarlo mientras descansamos —anuncié con una sonrisa.
Kosem, agradecida por mi atención, aceptó la taza. Mientras ella se preparaba para saborear la bebida, mi corazón latía con anticipación. Las hierbas de fertilidad estaban hábilmente disimuladas en el té, y yo, la ingeniosa Turhan, observaba con disimulo el desenvolvimiento de esta táctica silenciosa.
—Turhan, mi sultana, has llegado en un buen momento, quiero que me—comentó Kosem, ajena al juego de hilos que tejía a su alrededor.
Dejé que la conversación fluyera, consciente de que cada sorbo que mi madre tomaba era un paso más hacia la ejecución de mis planes. La intriga y la ambición se escondían detrás de la fachada de una tranquila tarde de té, y el destino de todos nosotros pendía de las decisiones que se estaban tomando en ese momento.
La criada, nerviosa, se acercó con una reverencia y anunció:
— Sultana, él Sultán Ahmed, desea verla esta noche.
Mis ojos brillaron con entusiasmo, pues ver al sultán podría significar que mis maquinaciones estaban surtiendo efecto. Sin embargo, la respuesta de mi madre me cayo como un balde de agua fría.
— Dile al sultán que no deseo verlo esta noche.—Respondió Kosem con firmeza, desviando su mirada de la criada.
La sorpresa se apoderó de mi rostro ante esta inesperada negativa. Mis planes, construidos cuidadosamente en torno a la posibilidad de una reunión entre Kosem y Ahmed, se veían ahora completamente destruidos por las palabras de mi madre, ¿Qué motivo la llevaba a rechazar la visita del sultán en este momento crucial?
Aunque intenté ocultar mi desconcierto, la confusión se reflejó brevemente en mis ojos antes de que pudiera recomponerme.
La criada, sorprendida por la respuesta de Kosem, asintió y se retiró rápidamente para comunicar la decisión a Ahmed. Mientras tanto, un silencio incómodo llenó la habitación.
— Madre, ¿por qué rechazaste la oportunidad de encontrarte con el sultán? Esta era nuestra oportunidad de que puedas tener un nuevo hermano para mí y Mehmed. —inquirí, tratando de comprender sus motivos.
— Mis decisiones no se guían por la búsqueda del favor del sultán o por intrigas en el harem, Turhan. Hay asuntos más importantes que requieren mi atención —respondió Kosem con calma, su mirada fija en un punto lejano.
— Pero madre, el harem es un escenario de constantes maquinaciones y debemos jugar el juego para asegurar nuestro poder y seguridad. No podemos ignorar las oportunidades que se nos presentan —insistí, sin entender del todo la perspectiva de Kosem.
Ella me miró con una expresión reflexiva antes de responder con solemnidad.
— No subestimes la importancia de la paciencia y la estrategia a largo plazo, Turhan. Las decisiones impulsivas pueden conducir a la ruina.
Aunque las palabras de Kosem resonaban en la habitación, la incertidumbre persistía en mi mente. ¿Cómo podíamos avanzar sin aprovechar las oportunidades que se nos presentaban? Si no conseguíamos cambiar el futuro, nosotras dos moriríamos en el olvido del palacio de las lagrimas, y si no morí ahí en mi vida pasada, mucho menos moriré en esta en ese lugar.
Con astucia, durante nuestras conversaciones cotidianas, comencé a sugerir la importancia de la sucesión y la necesidad de un nuevo heredero para asegurar la continuidad de nuestra línea imperial.
— Madre, el que vayas donde mi padre podría ser la oportunidad perfecta para que un nuevo príncipe llene nuestros aposentos con alegria.—Mentía con cuidado, sin mencionar directamente la visita del sultán.
Mientras tejía mis palabras con destreza, destacaba lo bueno que podría ser que pasaran la noche juntos los dos.
— Que estés con él nos haría muy felices a Mehmed y a Mi, los dos queremos tener un hermano.— Si no lograba manipularla con eso, iba a tirarme de un puente.
Aunque Kosem seguía siendo cautelosa, noté que la idea de un nuevo príncipe resonaba en sus pensamientos. Mi estrategia parecía estar dando sus frutos, pero al volver a ver su expresión sombría decidí tocar otro punto.
— Madre, siempre he deseado tener un hermano menor al cual proteger y cuidar. La idea de la llegada del sultán me llena de esperanza para que este deseo se haga realidad. —La verdad me daba pánico tener un hermano menor y detestaba la idea, pero todo sea para asegurar no ir al palacio de lagrimas, era un gran sacrificio.
La expresión de Kosem cambió al escuchar mis palabras. Un destello de comprensión y ternura apareció en sus ojos.
— Turhan, hija mía, entiendo tu deseo y lo valoro. Si esto es lo que verdaderamente deseas, iré a los aposentos del sultán esta noche.— Respondió Kosem, cediendo ante mi petición "sincera".
Me levante de mi silla y abrace con fuerza a mi madre agradeciéndole por cumplir mi capricho y el de Mehmed, cuando ella termino de arreglarse e irse de nuestra habitación, comencé a rezar como una loca para que naciera un niño, me negaba a no ser la única hija del sultán, al ser la única hija mujer era bien consentida, y por ende no estaba dispuesta a que eso cambiase.
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¿¡Soy tu hija?!
Historical FictionKösem y Turhan, históricamente las mujeres mas poderosas del imperio otomano. De igual modo, es bien sabido que ambas eran enemigas, aunque en un principio no fue así... ¿Que hubiese pasado si Turhan fuese hija de Kösem? ¿Se seguirían odiando? ¿Y si...