Fatma y Farya tuvieron una conversación en la que Fatma le pidió a Farya que ignorara todas las tragedias ocurridas en el palacio y se concentrara en su felicidad. Le recordó que su deber más importante ahora era asegurar la descendencia de la dinastía. Farya, con una sonrisa, le dijo a Fatma que esperaba dentro de muy poco poder bendecir a Murad con un niño sano. A pesar de las dificultades y tragedias, Farya mantenía la esperanza y la determinación de cumplir con su deber como esposa del sultán.
Durante esos meses después de la boda, por culpa de Ibrahim y Humasah, había fallecido el Sehzade Kasim, el hijo más amado de la sultana Kösem, quien seguía en estado de luto. Este hecho solo terminó de romper la relación entre Murad y su madre, ya que el sultán había ejecutado a Kasim al ver un documento en el que este cometía traición al trono. Kösem le gritó a Murad que Kasim era inocente, pero el sultán no escuchó.
Durante el funeral de Kasim, Farya le dijo a Kösem que debe ser doloroso perder a un hijo. Kösem, con toda la apatía del mundo, le respondió que algún día, cuando tuviera hijos y estos se mataran entre sí, entendería cómo se sentía ella en ese momento.
Por otro lado, Turhan y Murad tuvieron una conversación sobre la muerte de Kasim, en la que Murad le pidió su opinión a Turhan. Sin embargo, Turhan le dijo que ahora solo eran él e Ibrahim, y que ojalá, con la ayuda de Alah, Murad viviera muchos años más, ya que al no tener hijo varón, Ibrahim sería el próximo sultán, lo cual sería lo peor.
Murad se quedó pensando en lo que le dijo Turhan, pero aún así confiaba plenamente en que dentro de poco Farya le daría un príncipe para la dinastía. Sin embargo, este sueño se desvaneció cuando se descubrió que su madre, la sultana Kösem, le había dado a Farya té de hierbas que provocaban infertilidad. Esta acción era una pequeña venganza de Kösem hacia su hijo, lo que dejó a Murad devastado al darse cuenta de que su sueño de tener un heredero se había desvanecido debido a la traición de su propia madre.
Una vez se dio a descubrir el hecho de que Kosem estaba haciendo eso a Farya, ocurrió una confrontación cargada de emociones, Turhan se negó rotundamente a aceptar que Ibrahim fuera el nuevo sultán otomano en caso de que algo le sucediera a su hermano, Murad. Kösem, por su parte, expresó su preferencia por Ibrahim en el trono debido al dolor que aún sentía por la pérdida de Kasim. Turhan, visiblemente molesta, se acercó a su madre y le reprochó que no estaba velando por el imperio, sino que estaba cegada por el dolor.
—Una vez tú me dijiste que nuestro deber era velar por nuestro imperio más que por nuestros propios deseos —dijo Turhan con determinación—. Tú no estás velando por nuestro imperio, estás cegada por el dolor.
Tras esas palabras, Turhan se marchó de la habitación, dejando a Kösem sola con la palabra en la boca. La tensión entre madre e hija era evidente.
Turhan caminaba con determinación por su habitación en el palacio, reflexionando sobre su conflicto con su madre. A pesar de no querer estar en su contra, sabía que si la situación lo exigía, no dudaría en volver a ser su enemiga. Después de todo, en sus vidas pasadas habían sido enemigas, y Turhan confiaba en que sabía cómo ganarle en ese campo a Kösem. La idea de enfrentarse nuevamente a su madre no le resultaba ajena ni intimidante; estaba preparada para lo que fuera necesario para proteger sus intereses y los de su hermano.
Farya reaccionó con profundo dolor ante la noticia de que Kösem estaba provocando su infertilidad. Margaret, consternada por la situación, comentó que la valide era una mujer cruel al hacer eso. Farya, con los ojos llenos de lágrimas y una mezcla de dolor y determinación en su voz, respondió: "Si Kösem me quita a mis hijos, yo le quitaré los suyos". La situación en el palacio se volvía cada vez más tensa y llena de resentimientos, con Farya decidida a enfrentarse a Kösem si era necesario para proteger su futuro y el de Murad.
La situación en el palacio se volvía cada vez más tensa y complicada. La familia real, que antes era unida, comenzaba a desmoronarse debido a los conflictos y ambiciones de cada uno. La decisión de Farya de fortalecer su poder a través de una alianza matrimonial con un pashá generaba aún más discordia y sufrimiento entre los miembros de la familia.
Gevherhan, quien se veía obligada a casarse con el pashá, estaba completamente en contra de esta unión y sufría en silencio, buscando apoyo en su madre Kösem y en Turhan, pero era consciente de que sus ruegos eran en vano. Murad, influenciado por Farya, se mantenía firme en su decisión, aunque en su interior sabía que esta boda solo traería más dolor y divisiones en su familia.
Kösem y Turhan, por su parte, se veían impotentes ante la situación. Aunque querían detener este matrimonio que solo causaría sufrimiento a Gevherhan, no tenían el poder ni la influencia suficiente para cambiar la decisión de Murad. La tragedia y la desesperanza comenzaban a apoderarse del palacio, y cada miembro de la familia se veía arrastrado por una espiral de conflictos y decisiones dolorosas.
La boda de Gevherhan con el pashá se lleva a cabo, y aunque ella luce radiante por las joyas y el hermoso vestido blanco de encaje, la alegría en su rostro no existe. Fatma, la menor de todas, intenta consolar a su hermana diciéndole que al menos debería estar feliz en ese día. Gevherhan le responde amargamente que cómo podría estar feliz, si solo era un canje para tener más poder y que cuando llegara su turno de casarse, entendería su dolor. Turhan también intento consolar a su hermana diciéndole que no esté triste, que su matrimonio podría ser tan hermoso como el que ella tenía con Hamza. Gevherhan le responde con amargura que cuando Turhan se casó con Hamza, él solo era cinco años mayor que ella, mientras que en su caso, el pashá le llevaba veinte años, y que la diferencia radica en que Hamza siempre la amó a ella y no vio su estatus.
Una vez iniciada la ceremonia, cuando a la novia le toco entrar, dejo a todos impresionados. Gevherhan, con el cuchillo en la mano, reveló sus sentimientos y decisiones, dejando a todos conmocionados. Su acto desesperado por tomar el control de su vida y escapar de las expectativas y presiones familiares dejó a Kösem gritando de dolor, a Murad corriendo hacia ella en un intento desesperado por detenerla, y a Turhan desmayándose por la conmoción del momento. Hamza, atento, logra atrapar a Turhan y evitar una caída brusca. La escena marcó un punto de quiebre en la familia real, revelando las profundas tensiones y sufrimientos que estaban bajo la superficie.
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¿¡Soy tu hija?!
Historical FictionKösem y Turhan, históricamente las mujeres mas poderosas del imperio otomano. De igual modo, es bien sabido que ambas eran enemigas, aunque en un principio no fue así... ¿Que hubiese pasado si Turhan fuese hija de Kösem? ¿Se seguirían odiando? ¿Y si...