Los días en el palacio pasaban rápidamente, y mientras las tensiones políticas crecían, mi atención estaba cada vez más enfocada en la llegada de mi nuevo hermano, Murad. Sentía la necesidad de conocerlo, de explorar ese vínculo inexplorado que se creaba entre nosotros. La noticia de su nacimiento, envuelta en la fragancia de las celebraciones, resonó por todo el palacio.
Al sostener a Murad en mis brazos, no pude evitar maravillarme ante su fragilidad. Sus ojos, apenas abiertos al mundo, parecían espejos de posibilidades y futuros desconocidos. Mientras observaba sus pequeños dedos, me di cuenta de que la llegada de este nuevo príncipe también marcaba un cambio en mi propia perspectiva.
No obstante, a medida que me sumergía en la dicha de tener un hermano menor, no podía ignorar la creciente tensión entre mi madre, Kosem, y mi abuela, Handan. Las diferencias que habían existido antes del nacimiento de Murad persistían y se volvían más evidentes cada día.
Un encuentro casual en los pasillos con Handan ofreció la oportunidad de abordar este asunto. Con Mehmed a mi lado, me atreví a preguntar, buscando comprender la raíz de esa desconfianza.
— Sultana Handan, ¿Tanto es el odio hacia mi madre? —pregunté, consciente de la delicadeza del tema.
— No es asunto tuyo, Turhan. No intentes comprender lo que está más allá de tu alcance —respondió Handan, con frialdad en su tono.
Después de la tensa conversación con Handan, decidí buscar refugio en los cálidos aposentos de mi madre, Kosem. La melodía suave de sus canciones de cuna llenaba la habitación mientras acunaba a Murad entre sus brazos. Era una escena apacible, un oasis en medio de las tensiones que se acumulaban en el harem.
— Madre, ¿puedo entrar? —pregunté tímidamente, sintiendo la necesidad de su consuelo.
Kosem levantó la mirada, y sus ojos se iluminaron al verme.
— Turhan, siempre eres bienvenida —respondió, dedicándome una tierna sonrisa.
Me acerqué a ella, observando con admiración cómo Murad se acomodaba en su cuna. La atmósfera estaba cargada de una paz que ansiaba en otros aspectos de mi vida.
— ¿Cómo va todo? —pregunté, refiriéndome a la situación en el palacio.
Kosem suspiró, dejando escapar las tensiones acumuladas.
— Turhan, la vida en el palacio nunca es sencilla. Pero aquí, con Murad, encuentro un respiro —expresó, acariciando la pequeña cabeza de mi hermano.
La melodía de sus canciones envolvía la habitación, creando un ambiente tranquilizador, luego de eso converse un rato más con ella sobre Murad.
Los días en el palacio transcurrían entre susurros y suspiros de intriga, mientras las tensiones se intensificaban con el paso del tiempo. Mi madre, Kosem, se encontraba nuevamente en la bendición de la maternidad, gestando en su vientre la promesa de un nuevo miembro para la familia.
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¿¡Soy tu hija?!
Historical FictionKösem y Turhan, históricamente las mujeres mas poderosas del imperio otomano. De igual modo, es bien sabido que ambas eran enemigas, aunque en un principio no fue así... ¿Que hubiese pasado si Turhan fuese hija de Kösem? ¿Se seguirían odiando? ¿Y si...