Han pasado varios meses desde que nos instalamos en el antiguo palacio, y la vida aquí ha sido una mezcla de nostalgia y adaptación. Nos hemos acostumbrado a las rutinas más simples y a la ausencia de la opulencia del Topkapi, pero el recuerdo de nuestro hogar anterior sigue pesando en nuestros corazones.
Poco tiempo después de nuestra llegada, la sultana Mahfiruze también se instaló en el palacio. Su presencia añadió una capa adicional de complejidad a nuestra situación. Mahfiruze ahora era parte de nuestra vida diaria, y la dinámica entre nuestras familias era delicada y llena de tensiones.
A pesar de todo, tratábamos de mantener la compostura y la dignidad que nuestra posición exigía. Mi madre, Kosem Sultan, era un ejemplo de fortaleza y determinación, y nos guiaba con sabiduría en medio de la incertidumbre. Juntas, nos aferrábamos a la esperanza de que algún día podríamos regresar al Topkapi y restaurar nuestra posición en la corte.
Pensar en mis hermanos siempre me llena de temor. Murad, Mehmed e Ibrahim son mi familia, mi razón de ser, y la idea de perderlos me atormenta constantemente. Desde que nos mudamos al antiguo palacio, el miedo a que algo les suceda me acompaña a cada momento.
Cada vez que me separo de ellos, aunque sea por un breve instante, siento un nudo en el estómago y una angustia que no puedo ignorar. Recuerdo los momentos felices que compartimos en el Topkapi y deseo con toda mi alma volver a esos días de seguridad y tranquilidad.
Aunque trato de mostrarme fuerte por ellos, sé que el miedo sigue ahí, latente en mi corazón. Quiero proteger a mis hermanos, ser su apoyo en medio de la incertidumbre, pero a veces siento que no es suficiente. La vida es frágil y sé que tengo mucho que perder, por eso cada día rezo para que mis hermanos estén a salvo y juntos por siempre.
Me encontraba sola en mis aposentos en el antiguo palacio, sumida en mis pensamientos mientras contemplaba el paisaje que se extendía más allá de las ventanas. Un susurro escapó de mis labios mientras reflexionaba en voz baja: ─Ahora entiendo por qué Kosem se convirtió en la mujer cruel que una vez conocí en el pasado.
Cennet Kalfa, la sirvienta más leal de mi madre, se acercó a mí con una expresión de urgencia en el rostro.
─Sultana Turhan, la Sultana Kosem está en labor de parto─, me dijo en un susurro, como si fuera un secreto que solo yo debía conocer.
Me sorprendí al escuchar la noticia, pero mantuve la compostura y asentí en silencio. No quería mostrar mi preocupación ante los demás.
─Por favor, avísame cuando haya dado a luz─, le pedí a Cennet, quien asintió y se retiró para cumplir con mi solicitud.
Después de algunas horas de tensa espera, finalmente se dio a conocer la noticia: la sultana Kosem había dado a luz a mellizos. Lleno de alegría y curiosidad, me acerqué a mi madre para preguntarle cómo se encontraba.
─¿Cómo estás, madre? ¿Estás bien?─, le pregunté con ansiedad. Ella me miró con una sonrisa radiante y asintió.
─Estoy bien, hija. Ha sido un parto difícil, pero todo ha salido bien─, respondió con voz tranquila.
Aprovechando el momento, pregunté con emoción: ─¿Y los nombres de mis nuevos hermanos? ¿Cómo se llaman?─.
─El niño se llama Kasim, y la niña Gevherhan. Son hermosos, Turhan. Estoy segura de que los amarás tanto como yo.─ Dijo mientras acariciaba mi mano.
Pasaron algunos meses, y durante ese tiempo se hizo evidente que el reinado de Mustafá estaba guiado por la locura. Sus decisiones eran cada vez más erráticas y peligrosas, y era evidente para todos los que lo rodeaban que el sultán no estaba en pleno uso de sus facultades mentales.
Mientras tanto, se anunció que Dilruba, una de las hijas de Halime, había contraído nupcias con Davud Pasha, un hombre de gran influencia en la corte. La noticia sorprendió a muchos, pero también generó cierta intriga y especulación sobre las verdaderas intenciones detrás de esta unión.
Desde las sombras del palacio, observaba cómo Mahfiruze y Kosem se acercaban y entablaban una breve alianza. Aunque ambas tenían sus diferencias y rivalidades, parecían dispuestas a dejarlas de lado por un bien mayor: destronar a Mustafá.
La locura del sultán había llegado a un punto insostenible, y ambas mujeres sabían que era necesario actuar rápidamente para salvar al imperio otomano. Juntas, planeaban cada paso con cautela, sabiendo que cualquier error podría resultar en un desastre.
A pesar de sus diferencias, era evidente que tanto Mahfiruze como Kosem compartían un objetivo común: restaurar la estabilidad y la cordura en el gobierno. Era una alianza frágil y temporal, pero por el momento, era la única opción que tenían.
En una noche oscura y silenciosa, Mehmed y Osman intentaron nuevamente escapar del palacio, esta vez por cuarta vez. Sin embargo, se encontraron, como siempre, atrapados en una habitación de la cual no podían salir. Murad, ya harto de sus intentos de fuga, les pidió con firmeza que se detuvieran.
─Por favor, Mehmed, Osman, deténganse─, les pidió. ─No ganarán nada escapando. Solo causarán más problemas para ustedes y para nuestra familia. Es hora de enfrentar la realidad y aceptar que las cosas no van a cambiar.
Mehmed y Osman, resignados a su situación, se miraron entre sí, sintiendo la frustración y la impotencia de estar atrapados. Sabían que Murad tenía razón, pero la idea de permanecer encerrados los llenaba de ansiedad.
Finalmente, con un suspiro de resignación, los hermanos se sentaron en el suelo, aceptando su destino por el momento. Sabían que debían encontrar una solución a sus problemas, pero por ahora, no tenían más opción que esperar y reflexionar sobre sus acciones.
─Chicos, debemos tener paciencia. Estoy seguro de que Turhan y nuestra madre encontrarán una solución. Solo necesitamos confiar en ellas y esperar─ Dijo Murad intentando darles paz.
─Eso es imposible, Murad. Hemos estado aquí tanto tiempo y ninguna de ellas ha hecho nada. Estamos solos en esto, y debemos encontrar nuestra propia forma de salir de aquí─ Osman, visiblemente frustrado, respondió a su hermano menor.
─Tenemos que mantener la esperanza, chicos. Tal vez Turhan y nuestra madre estén buscando una manera de ayudarnos en este momento. Debemos confiar en ellas y mantenernos unidos─ Intervino Mehmed midiendo sus palabras para no desatar otra guerra con Osman.
La conversación continuó entre los hermanos, cada uno expresando sus preocupaciones y esperanzas mientras buscaban una forma de salir de su encierro.
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¿¡Soy tu hija?!
Ficción históricaKösem y Turhan, históricamente las mujeres mas poderosas del imperio otomano. De igual modo, es bien sabido que ambas eran enemigas, aunque en un principio no fue así... ¿Que hubiese pasado si Turhan fuese hija de Kösem? ¿Se seguirían odiando? ¿Y si...