17

1.1K 58 14
                                    


— Bueno, ¿qué vamos a hacer hoy?— pregunté cambiando de tema entusiasmada, esperando algún plan divertido pero me encontré con todo lo contrario.

— Pues verás...— empezó rascándose la nuca de forma nerviosa. — Había pensado en visitar París durante el día, no puedo creer que estés aquí siendo de otra ciudad y aún no hayas visitado nada. — explicó ofendida y divertida a la vez, pero algo me decía que eso no era todo.

— Está bien, ese plan me gusta. ¿Y por la noche?— pregunté yendo directa al grano.
Sabía que estaba tramando algo oscuro.

— Por la noche... Podríamos ir a una fiesta que se celebra en un barco, por el río Sena. — habló con delicadeza, sopesando sus palabras. — ¡Así lo visitas! Es precioso.— añadió tratando de excusarse.

Rodé los ojos y le sonreí.

— Me has invitado a tu casa de gratis y me vas a llevar a conocer París, ir a una fiesta para que te diviertas no me afectará demasiado.— le dije restándole importancia.

Aunque no me gustasen las fiestas no iba a ser tan egoísta como para convencerla de no ir por mi comodidad.

— ¡Genial!— exclamó animada. — Déjame terminarme el desayuno y me voy a preparar. — pidió devolviendo su mirada al plato y llevándose comida a la boca de nuevo. Asentí con la cabeza y estaba a punto de irme cuando volvió a hablar. — Por cierto, bonita camiseta.— y con eso, me guiñó un ojo.

Bajé mi mirada, contemplando la camiseta de Nathan sobre mi figura.

Negué con la cabeza repetidas veces como si aquello fuese un caso perdido antes de girarme y subir escaleras arriba, de camino a mi habitación (desgraciadamente compartida).

Cerré la puerta detrás de mí e inspeccioné la habitación con la vista, asegurándome de que Nate no estaba cerca.
Sonreí aliviada cuando no le vi en el cuarto y supuse que se habría ido sin que yo me diese cuenta.

Caminé hasta "mi lado" del dormitorio y rebusqué entre mi ropa, dispuesta a ponerme algo ligero.
Lo cierto es que no hacía ni demasiado frío ni demasiada calor, el aire tenía una temperatura media agradable.

Opté por unos jeans largos azules, algo sencillos y un poco holgados para no acalorarme demasiado.
De parte de arriba decidí ponerme un top básico color negro, era bastante corto y de manga larga. La espalda al descubierto por completo le daba un toque diferente y más arreglado.

Me dirigí al baño de la habitación para arreglarme y vestirme.
Tras ponerme rímel y brillo de labios, salí de esas cuatro paredes para terminar de alistarme.

Finalmente me amarré el cabello castaño con una pinza y me puse mis bambas nike rápidamente, pegando saltitos mientras trataba de encajar el talón en el zapato. Ponerse bambas estando de pie es más difícil de lo que parece. 

De pronto, sentí una figura detrás de mí. El cálido y varonil aroma de esa persona inundó mis fosas nasales y me contuve para no aspirar ese olor.

Me volteé de golpe, asustada por la repentina presencia y me encontré con la sonrisa pícara de Nathan, su rostro a escasos centímetros del mío.
Se me calaron los huesos cuando dio un paso en mi dirección, acercándose más y todo mi sistema se puso en marcha.
El corazón comenzó a bombear sangre como loco, tenia la sensación de que por mis venas fluía adrenalina pura y la respiración se me dificultó.

Parpadeé repetidas veces para volver a la realidad y le empujé, posicionando mis manos en su pecho y ejerciendo fuerza.

Error. No debí tocarle.

EnigmáticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora