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Advertencia ⚠️:

Este capítulo contiene escenas sexuales explícitas.

Lee bajo tu propia responsabilidad pero sobre todo, disfrutar ;)

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Moví mis caderas encima de Nathan, presionando nuestros sexos con vehemencia y deseando sentirnos al completo.

Mi entrepierna palpitó con fervor, una tensión excitante instalándose en mi vientre bajo y aumentando la sensibilidad en mi zona, ya húmeda.

Sus manos se agarraban con fuerza a mi cintura, sus dedos clavándose en mi piel y cerniéndose a ella para sujetarme con autoridad.

Gemí cuando su erección estaba tan dura que se hincaba en mi vagina, rozándose contra mí bajo la ropa y deseé arrancársela.

Lo obediente le desapareció cuando tomó el control y, sin previo aviso, me tomó por el culo.
Estrujo mis nalgas con vigor, elevándome en el aire y obligándome a enrollar las piernas entorno a sus caderas.

Sentí con plenitud su polla, punzante y encerrada en la tela pero exigiendo salir incesante.

Caminó por la sala sin soltarme ni bajarme, abandonando el comedor para dirigirse al pasillo y adentrarse en una habitación.

Supuse que era la suya cuando miles de trofeos y pósters de boxeo decoraban sus paredes.

Un escalofrío me erizó la piel, provocando que me estremeciese antes de que me dejase en el suelo, soltándome.

Se volteó para cerrar la puerta y poner el seguro, como si fuese un aviso mudo de lo que iba a pasar ahí adentro.

Mis piernas comenzaron a temblar, dejándome las rodillas débiles y dificultándome la acción de mantenerme de pie.

Cuando se giró, ya no era el mismo de hacía unos minutos.
En sus facciones se apreciaba la determinación, su semblante sellado por el placer y la necesidad.

Observé sus ojos verdes, brillantes por la anticipación pero ligeramente oscurecidos por la lujuria.
Paseé mis ojos por el resto de su cuerpo, su torso tapado con una camiseta apretada que se puso antes de llegar a su casa y marcaba sus músculos.

Llevaba puestos unos pantalones negros de chándal holgados, pero no le durarían mucho.

Se acercó a mí a paso acelerado, caminando en zancadas hasta llegar enfrente de mi físico y posicionar sus manos en mi cintura para forzarme a retroceder.

Mi espalda se estrelló contra la pared, quedando acorralada entre sus brazos y su fornida figura.

Nos miramos a los ojos por una milésima de segundo, la tensión en el ambiente aumentando con el pasar de los segundos y confirmando sin palabras que los dos queríamos eso.
Entonces, estampó sus labios con los míos repentinamente.

La electricidad fluyó desde su toque y el roce de nuestras bocas hasta mi entrepierna, descargándose en mi cavidad.

Movió sus labios encima de los míos, adentrando su lengua en mi boca y jugueteando con la mía.

Era un beso salvaje, la posesión de nuestras bocas tratando de tomar el control nos desesperaba cada vez más y nos hacía desear llegar lejos.

Sus manos se aferraron a mis caderas, pegando mi pelvis a la suya y permitiéndome notar su excitación.

Jadeé al sentirle contra mí de nuevo, los pálpitos de mi vagina tomando más fuerza y dificultando mi respiración, que estaba entrecortada.

Mierda, estaba demasiado ansiosa.

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