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— Amelie.— me llamó mi profesora de ballet, captando mi atención.
Caminé apresurada hasta ella con una sonrisa en la cara, avanzando hasta frenarme frente a esa mujer y tratando de descifrar lo que me iba a decir. — Puedo ver en tu técnica la falta de práctica de estos últimos días y, aunque tu actuación ha sido igual de increíble que siempre, me faltaba un poco de disciplina. ¿Has estado ocupada este fin de semana?— preguntó preocupada, como si se esperase algo peor.

Recordé el fin de semana, la piscina y el toque cálido de Nate en mi piel.
Un escalofrío me recorrió la espina dorsal.

— Sí, algo así.— murmuré con la cabeza gacha.

— Eso no es un problema, Amelie.— dijo levantando mi mentón y posicionando una mano en mi hombro. Pese a que mi maestre formase parte del consejo y eso impusiese, era una persona muy cercana.— Está bien tomarse descansos, pero ahora te necesito en todos tus sentidos para tu solo en "El lago de los cisnes".— una sonrisa divertida comenzó a formarse en sus labios a medida que decía cada palabra y mi pulso se disparó, latiendo tan desbocado que parecía que se me saldría por la boca.

La emoción se desplazó por mis venas, fluyendo como la sangre y fundiéndose con ella. La adrenalina se descargó en mis terminaciones nerviosas y un jadeo de la impresión escapó de entre mis labios.

— ¿¡Me han escogido!?— cuestioné alterada, mi mente nublada por la exaltación.
La maestra de ballet asintió con la cabeza sin poder ocultar su alegría al ver mi evidente felicidad. — ¡No puedo creerlo! Pensé que no lo conseguiría.— murmullé afligida, la sorpresa rondando por mi sistema.

— Claro que lo conseguirías, más aún con mi recomendación.—

Comencé a pegar saltos descontrolados y su sonrisa de orgullo se ensanchó.
A veces mi profesora podía llegar a ser dura, pero realmente daba todo de sí por sus alumnas.

— Mil gracias, no puedo expresar con palabras mi agradecimiento hacia usted.— le traté de agradecer y le restó importancia con la mano.

— Por cierto, ya puedes decírselo a quien quieras. Tú nombre sale en los carteles, pósters y boletos de la actuación. Pronto te daré los detalles sobre la fecha, el lugar ya lo sabes. El verdadero teatro de ballet de París. — finalizó con un tono profesional.

Le dirigí mi mayor mirada de felicidad y me despedí de ella con un abrazo emotivo, ligeramente conmovida.
Dejé el salón sin mediar palabra y me duché en los baños de la academia, asimilando lo que estaba viviendo.

Una vez terminé, salí de la ducha y procedí a vestirme, pero cierta persona me impidió hacerlo con normalidad.

— ¿Qué es eso tan fantástico que te ha ocurrido?— preguntó burlona Cleo.

Seguramente me vio charlar con la profesora.

— ¿Qué más te da eso, Cleo?— rebatí con expresión hastiada, cansada de toda esta situación.

— Bueno, pensé que querrías compartir tus logros conmigo al igual que has compartido a tu novio con tu mejor amiga.— escupió ella con desdicha, sin embargo, mantenía su sonrisa socarrona firme en sus refinados labios.

— Oh, vamos, supéralo. Yo ya lo he hecho, parece que tú no puedes.— me defendí ladeando la cabeza en su dirección.

— No hay nada que superar por mí parte.— dijo entre dientes, furiosa.

— Tengo mis dudas sobre eso.— hablé mirándole con los ojos entrecerrados.

— Si yo fuese tú, tendría dudas sobre quién me ha contado todo esto. ¿No quieres saberlo?—

EnigmáticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora