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Una vez estuve sola, decidí ignorar lo que acababa de pasar y comencé a instalarme.
Odiaba esta parte de los viajes.
Tener que deshacer la maleta y colocarlo todo en su lugar era agotador.

Estaba colgando en el armario mi ropa cuando la puerta se abrió, entrando a la habitación la que suponía que era mi compañera.

— Hola, no sabía que ya habías llegado. — dijo esa chica educadamente, tenía una voz dulce. —Me llamo Carla, bienvenida.

Su cuerpo era delgado y su cara estaba teñida con tonalidades rosas. El cabello rubio oscuro caía sobre sus hombros y sus ojos eran marrones.

— Gracias, me llamo Amelie. Llámame Amy.— le respondí amablemente.

Asintió con la cabeza y se sentó en la cama, soltando un suspiro de cansancio.

— Bueno, Amy. Cuéntame, ¿qué te trae por la facultad de danza? — se irguió, rompiendo el silencio y entablando tema de conversación.

— Ballet. — respondí con entusiasmo.— Mi sueño es llegar a ser bailarina profesional. —

— Vaya, es algo increíble. Espero que lo logres.— me dedicó una sonrisa cálida que derretiría el polo norte.— ¿Y cuáles son tus hobbies?—

— Pues como supondrás me gusta bailar incluso en mi tiempo libre, pero también amo leer y ver pelis. Pero que no sean de miedo.— dije negando con la cabeza cuando mencioné las películas de terror. Las odiaba.

Carla sonrió.

— Yo también odio las pelis de terror, son horribles.— dijo riendo.

Reí con ella antes de hablar.

— ¿Y cuáles son tus hobbies?— pregunté esta vez yo, interesada.
Hizo que se lo pensaba un poco antes de hablar.

— Pues aparte de bailar hip-hop... Comer y dormir.— respondió segura de si.

Estallé en carcajadas.

— Rectifico, los míos también son esos.— señalé aún riendo.

Y así fue como no enfundamos en una conversación sobre gustos, opiniones y críticas.
La verdad es que tenía mucha suerte de tener una compañera como Carla, algunas personas conocidas me habían metido miedo sobre que mi compañera podría ser horrible.

— ¿Te apetece venir a una fiesta esta noche?— preguntó repentinamente y fruncí el ceño.

— ¿Una fiesta?—

— Sí, será en una facultad de aquí cerca. Algo tranquilo. Vamos, ven. Te lo pasarás bien.— me animó.

— No sé yo... No soy mucho de...— murmuré sin estar del todo convencida. La verdad es que no me gustaban la fiestas especialmente pero Carla me había caído muy bien y no quería declinar su invitación.
No terminé de hablar cuando ella me interrumpió.

— Porfis, porfis, porfiiiiiisss...— insistió.

— Está bien.— dije sonriendo. — Me irá bien para poder integrarme.—

Ella exclamó algo en señal de victoria y salió corriendo al baño, alegando que se iba a duchar.

Me reí y esperé a que saliera de la ducha para bañarme yo.

••••••••••••••

— No me voy a poner eso, Carla.— dije convencida, señalando el vestido que había sobre su cama.
Era negro y ajustado, algo corto y de tirantes. Ella lo definía como sencillo, yo como... Revelador.

EnigmáticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora