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Amelie:

Como de costumbre, me desperté dispuesta a asistir a las clases de ballet.
Me preparé, alistándome para las lecciones de ese día y antes de salir por la puerta, agarré la chaqueta de Nate. La pasé por encima de mis hombros y metí mis brazos en las mangas antes de aspirar su olor masculino característico, cerrando los ojos ante la sensación de plenitud que me invadió. Olía tan bien...
Obviamente solo me puse su chaqueta para devolvérsela, tenía pensado hacerlo lo antes posible.

Sin darle más vueltas al asunto, salí por la puerta de la habitación, dirigiéndome a la escuela de danza.

                  ••••••••••••••

La clase, tal y como había dicho la profesora el día anterior, se complicó.
Nos pidió los pasos principales de nuevo y después nos ordenó a ejecutar un baile improvisado. Algunas se bloquearon, poniendo en riesgo su nota de corte, yo en cambio, amaba los bailes improvisados. Sentía que era en ese momento en el que podía mostrar mis pasos favoritos y expresar con plenitud lo que quería transmitir, mis sentimientos. Podía dejarme llevar y fluir al ritmo de la melodía mientras la música guiaba mi cuerpo. Los sentimientos que se sentían a flor de piel y me permitían mostrárselos a los demás.
El aire estaba cargado de algo intenso cuando inicié el baile, yo lo percibía como seguridad y, a medida que avanzaba, la adrenalina se apoderaba de mis sentidos. Mezclé mis dos tipos de baile favoritos, haciendo una fusión de ellos y creando lo que yo llamaba una explosión de emociones. El ballet clásico y el baile contemporáneo se unieron, formando uno y arrancándome lo mejor de mí.

Realicé un grand jeté ejecutado a la perfección y dando un salto limpio. Tras eso, di una vuelta al tocar el suelo con las puntas mientras comencé a agacharme hasta quedar totalmente sentada en el suelo, con las piernas flexionadas delante de mí antes de pasar mi mano alrededor de mi cabeza delicadamente y estirar mis piernas, llevando mis caderas hacia delante y cogiendo impulso para dar un giro brusco.

Continué la actuación con otros movimientos más, agilizando las ejecuciones hasta que la melodía se apagó y el baile terminó. Mis compañeras aplaudieron (sin incluir a Cloe y sus seguidoras) y el tiempo de clase acabó.

Caminé en dirección a mi taquilla y, antes de llegar, la profesora me paró.

— ¿Qué ha sido eso?— preguntó escrutándome con la mirada y frunciendo el ceño al darme un repaso de arriba a abajo.
Me encogí de hombros, tímida.

— Una mezcla entre ballet y baile contemporáneo, incluyendo un grand jeté.— expliqué retorciéndome los dedos.

— Sé los pasos que has ejecutado, lo que no logro comprender son los sentimientos. La felicidad, el amor, el miedo... Tantas emociones diferentes y juntas al mismo tiempo. Siendo liberadas a través del baile y la música. — dijo con una expresión de asombro.— Chica, realmente tienes talento. Debes explotarlo y llegar a lo más alto, alcanzar el clímax de tu carrera. Realizas los movimientos a la perfección y con pulcritud pero, además de eso, transmites. Eso es algo difícil, algunos dirían que casi imposible y es por eso que debes enseñarle al mundo tu arte. — asentí con la cabeza, las palabras no podían salir de mi boca y se atascaron en mi garganta. El pulso se me aceleró y los ojos se me aguaron mientras sonreía. Aquello significaba mucho para mí, más aún viniendo de la profesora perteneciente a la corte. — Dentro de poco habrá una actuación delante de toda la ciudad, en el teatro de París. Tal vez te pueda conseguir un espacio en el escenario y puedas realizar alguna actuación. Tú decides.— al escuchar aquello, las lágrimas que comenzaron a formarse en mis ojos se derramaron por mis mejillas, mi sonrisa ensanchándose y ampliando mi felicidad que arrasaba con todo como un huracán. Comencé a dar saltos de alegría y entreví como la profesora ocultaba una sonrisa.

EnigmáticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora